La mañana del jueves, Haven no abandonó su cama. Sabía que no tardaría en correrse la voz de que había sucumbido a un demonio frente al pastor. La noticia contagiaría pronto a la ciudad entera. Cuando su madre la exhortó a vestirse para que bajara a desayunar, Haven se negó, demasiado angustiada para enfrentar a su abuela al otro lado de la mesa del comedor. En cambio, cerró su puerta con llave y pasó la mañana estudiando la tarjeta postal que el doctor Tidmore le había regalado. Durante ocho años, la vista aérea de Manhattan había permanecido prendida a la pared frente a su escritorio. Estaba descolorida y arrugada, pero seguía provocando la misma sensación. Haven recorría las calles con los ojos, y sin importar en qué parte del mapa empezaran, siempre llegaba al mismo trecho verde hacia el fondo de la isla. Siempre había sabido que algo la esperaba ahí. Louis estaba en lo cierto, pensó Haven: tenía que buscar la manera de llegar a Nueva York.
Al fin hizo a un lado la tarjeta postal y ponderó la sugerencia del doctor Tidmore. Por más que la asustara, Haven sabía en su corazón que él estaba equivocado. Lo único que había heredado de Ernest Moore era su desafortunada cabellera. Un demonio o una enfermedad mental podían explicar la visiones. Pero no podían dar cuenta de su talento para dibujar, su habilidad con la aguja o sus conocimientos acerca de una ciudad en la que jamás había puesto un pie. Haven sabía que había heredado esos dones con quien no compartía lazos de sangre. Los había heredado de Alexa Whitman.
Las visiones, sin embargo, seguían siendo un misterio. Alexa quería que Haven buscar a Edward. Pero Haven ya no sabía por qué. Siempre había supuesto que lo que la atraía a Nueva York era el amor. Ahora, después de la visión en la oficina del doctor Tidmore, ya no estaba tan segura. Alexa había cometido el mismo error que Mae Moore. Se había enamorado del hombre equivocado, y él le había roto el corazón.
Así que, ¿por qué Haven seguía sintiendo el irresistible impulso de abrirse camino a Manhattan? El deseo era a veces tan intenso que ella sabía que, si echaba a andar, no se detendría hasta cruzar el puente George Washington. ¿Estaba condenada a enamorase de alguien que le haría daño? ¿O había otra razón de que tuviera que buscar a Edward Cox? Necesitaba respuestas. Y hasta donde sabía, solo tenía un camino que seguir.
Poco antes de las tres, se arrastró fuera de la cama, abrió de golpe su laptop y tecleó la dirección de la Sociedad Ouroboros. Recordaba haber visto a Alexa visitando ese club en la visión más reciente, y estaba segura de que aquella joven había pertenecido a la institución.
Al abrirse la página de Internet que había solicitado, la serpiente plateada que se mordía la cola giró en la negra pantalla, produciendo un efecto hipnótico. Haven se mareó, hizo clic en la serpiente y leyó la lista de opciones que apareció en la página.
La reencarnación y la Sociedad Ouroboros
Un mensaje de nuestra presidenta
Nuestras oficinas
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Exclusivo para miembros
Eligió La reencarnación y la Sociedad Ouroboros. La serpiente empezó a girar de nuevo antes de desaparecer, dejando tras de sí una página con letras plateadas.
¿Añora usted un lugar en el que no ha estado nunca?
¿Suele experimentarla sensación de Déjà vu?
¿se ha enamorado alguna vez a primera vista?
¿Posee habilidades o talentos que desafían toda explicación?
¿Le persiguen temores o ansiedades sin sentido?
¿Se siente inusualmente cerca de ciertas personas en su vida?
Si respondió que sí a alguna de estas preguntas, quizá haya experimentado una vida anterior.
La reencarnación explica muchos misterios de la existencia humana. Por qué algunos de nosotros nacemos con dones extraordinarios. Por qué amamos a quienes amamos. Por qué tenemos lo que tenemos. Regresamos una y otra vez a la tierra, movidos por el amor, la pasión o la codicia. Y cada vid deja en nosotros su huella, aun si perdemos la mayor parte de nuestros recuerdos cuando nuestra alma es transferida de un cuerpo viviente a otro.
Desde 1993, la Sociedad Ouroboros se ha dedicado al estudio científico de la reencarnación. Brindamos asistencia financiera para que los miembros puedan cumplir su potencial. Ayudamos a otros miembros a reunirse con seres queridos perdidos o a resolver misterios de su pasado. Aquellos con recuerdos de vidas anteriores descubrirán más sobre las personas que fueron. Aquellos sin recuerdos pueden conocer más detalles sobre el papel oculto que la reencarnación ha desempeñado en su vida.
Si usted cree haber tenido una vida anterior, o si le interesa conocer más acerca de la reencarnación, lo invitamos a ponerse hoy mismo en contacto con la Sociedad Ouroboros.
Intrigada, Haven volvió a la página previa e hizo clic en Un mensaje de nuestra presidenta. En la foto que acompañaba al texto aparecía una hermosa mujer india con ojos color violeta y una nariz majestuosa.
Nací en Surinam en 1978, de padres de ascendencia india. Cuando apenas tenía dos años, comencé a pronunciar palabras y frases extrañas. Mis padres, que sólo hablaban holandés e hindi, creyeron que yo era una bebé balbuceante más hasta que un amigo de la familia llegó de visita. Había vivido un tiempo en Estados Unidos, y reconoció al instante el idioma que yo hablaba. Era ingles. Asegura que lo primero que le dije fue que quería volver a casa.
A lo largo de toda mi infancia, hablé de una ciudad junto al agua donde nevaba cada invierno. Describía edificios gigantescos, calles atestadas y trenes que corrían bajo las banquetas. Y hablaba a todo el que quería oírme acerca de una bella mansión al otro lado de un parque. Ése era mi sitio. Empecé así mismo a exhibir un don inusual. Aunque nunca había tomado clases, descubrí que podía tocar casi cualquier instrumento que se me pusiera enfrente. No fue hasta años después que conocí los nombres de las piezas musicales que había tocado de niña. Eran las obras de un compositor poco afamado que vivió en Austria a fines del siglo XVII.
Mis padres, ambos hindúes, no eran ajenos a la idea de la reencarnación. Sin embargo, pese a su apoyo, los años de adolescencia fueron difíciles. Había terminado por creer que Nueva York era la ciudad que recordaba, y supliqué a mis padres que me llevaran ahí. Cuando me explicaron que no tenían suficiente para ello, intenté escapar repetidamente. Sentía que mi destino sólo podía cumplirse en Manhattan.
Por fin el antiguo amigo de mi familia se puso en contacto con la Sociedad Ouroboros, y ésta dispuso que yo visitara Nueva York para sostener una entrevista. Cuando finalmente puse los ojos en nuestras oficinas en Gramercy Park, supe que había hallado mi nuevo hogar. Era la misma mansión que había explorado en sueños. Luego descubrí que había sido miembro de la Sociedad en una de mis encarnaciones previas. Hasta la fecha soy la única integrante de la SO que ha regresado para un segundo periodo.
Gracias a las becas de la Sociedad, pude seguir ampliando mis habilidades musicales. Hoy, como la presidenta de la organización, me dedico a ayudar a personas como yo. Entre nuestros miembros de alto rango se encuentran algunos de los individuos más talentosos del mundo, y cada año damos la bienvenida en nuestro seno a cientos de nuevos miembros. Si usted cree que podemos ayudarle a alcanzar plenamente su potencial, no dude en compartir su historia con nosotros.
Padma Singh, presidenta, Sociedad Ouroboros
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Eternos- Harry Styles (adaptada)
Roman d'amour-¿Como funciona eso, entonces?-pregunto Haven- ¿Como se vuelve a encontrar a la gente? -Lo único que se es que atraemos a las personas que hemos amado antes. -¿Y tu y yo nos hemos encontrado en cada vida? -Ojala fuera así de fácil. Te busco en...