La puerta de la recamara rechino al abrirse, y tímidas pisadas atravesaron la habitación.
- Tengo algo para ti, Haven.
Despatarrada en la cama con los ojos apretados, Haven se negaba a reconocer a su visitante. No tuvo que mirar para ver la encorvada figura y la ansiosa sonrisa de su madre. Era una actitud que había hecho que las personas buenas quisieran protegerla, y las malas, patearla.
- Se que estas molesta por lo de la escuela y todo. Pero creo que quizá quieras ver esto- dijo Mae Moore, esta vez en un murmullo. Haven abrió un ojo y vio que su madre apretaba un caja de zapatos contra su pecho.
-¿Que es?
Haven echo las piernas a un lado de la cama y se enderezo.
Su madre se sentó a su lado. Estaba chapeada y le brillaban los ojos. Por primera vez en años, casi parecía viva. Sus manos acariciaban la caja como si fuera piel humana.
- Algo que Ernest hizo hace mucho. Lo traje con nosotras cuando nos mudamos aquí. Mi madre no lo sabe. Pero pienso que ya es hora de que le eches un vistazo.
Haven sintió enchinarsele la piel de los brazos. Mae Moore solo había mencionado a su esposo unas cuantas ocasiones desde el accidente. Oír su nombre en voz alta fue como escuchar a alguien invocar a un espíritu.
Cuando Haven era chica, y mientras su padre estaba en el trabajo, su madre le había contado innumerables historias. Como conoció a su papá en su primer día en la ciudad. Como se escaparon 3 semanas mas tarde, jóvenes y pobres y locamente enamorados. Como el se esclavizo 15 horas al día para ganar dinero con el cual abrir su tienda. A Haven no le había sido difícil creer que el héroe de todas las anécdotas de Mae era el hombre de nariz hueca y una mata rebelde de cabello rizado que compartía con ellas su hogar. Visto a través de los ojos de su madre, Ernest Moore era la imagen misma de la perfección, el príncipe azul que había rescatado a Mae e manos de una bruja malvada y con quien ella estaba destinada a vivir feliz para siempre.
Las historias se interrumpieron después de la muerde de Ernest Moore. Pero Haven se preguntaba aveces si Mae Moore no se las seguiría contando a si misma ya bien entrada la noche, cuando pensaba que nadie podía oírla llorar.
Mae Moore deslizo la caja sobre el regazo de Haven. Al principio, temerosa de tocarla, la chica la dejo ahí un momento, pesada como losa de granito. Estaba pandeada y manchada por fuera, y cuando Haven se asomo a su interior, la hallo llena de papeles. Hojas arrancadas de libretas. Piezas de papel, copia dobladas en cuadros diminutos. Palabras garabateadas en notas de gasolinera. Haven metió los dedos y saco una cuenta de propano. Su padre había usado el otro lado para escribir el borrador de una carta. Haven la leyó por encima y fue a dar a una linea a la mitad de una pagina: "Edward no es un muñeco. Es real".
-¡Dios mio!
Sus ojos se encontraron con los de su madre. Supo al instante el riesgo que corría Mae Moore.
- El lo escribía -musito Mae-. Todo lo que tu decías. Nunca creyó que te pasara algo malo.
-¿Y tu? - Haven apremio a su madre-. ¿Tu crees que me pasa algo malo?
Mae Moore estudio sus manos, apretadas en su regazo.
-No -admitió-. No lo creo. Y después de que eches un vistazo a todo esto, tal vez tu tampoco lo creas.
Haven vio en silencio que su madre se levantaba para disponerse a salir de su habitación.
-Perdóname, Haven -dijo antes de retirarse-. No debí haberlo escondido tanto tiempo.
La puerta se cerro. Los ojos de Haen volvieron a la caja sobre sus rodillas, y saco un monton de papeles. pronto comenzó a acordarse de todo lo que había tratado de olvidar.
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Eternos- Harry Styles (adaptada)
Romance-¿Como funciona eso, entonces?-pregunto Haven- ¿Como se vuelve a encontrar a la gente? -Lo único que se es que atraemos a las personas que hemos amado antes. -¿Y tu y yo nos hemos encontrado en cada vida? -Ojala fuera así de fácil. Te busco en...