PARTE 10

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Love


Estaba frío dentro de Harry. Frío mientras se deslizaba fuera de la cama. Frío mientras se vestía tan rápido como sus agarrotadas manos le permitían. Frío mientras compraba el primer café del día, ya que su habitual batido no lograba mantenerlo despierto durante el primer periodo.

Concentraba todas sus fuerzas en no quedarse dormido en clase y se repetía incesantemente que debía comer un bocado más en el almuerzo. Una taza más de café fue necesaria para terminar el ensayo que debía entregar al día siguiente y varias invitaciones tuvieron que llegar antes de unirse a un grupo de estudio en la biblioteca.

Estaba deprimido y solo. Quería estar deprimido y solo, al menos por un tiempo. El sol, sin embargo, no parecía estar de acuerdo. El clima se mostraba resplandecientemente decidido a hacer felices a todos. No hubo una gota de lluvia, ni una sola nube que lograra entristecer los días en la academia. Las semanas pasaban, cálidas y alegres para los estudiantes de la Rise Academy.

Frío mientras Harry observaba un típico sábado en el que los estudiantes aprovechaban el buen tiempo para organizar picnics, carreras, juegos, deportes y demostraciones artísticas. Frío mientras Harry odiaba todas y cada una de las actividades en las que usualmente destacaría. Frío mientras corría alrededor del campus a las cinco de la mañana por el simple hecho de que no era capaz de dormir. Frío al obtener un 10 en literatura, frío al obtener un 4 en física.

Y en ese cuatro vio que todo había cambiado. No porque la nota era baja, no le sorprendía. Había dejado de entender física semanas atrás. Cayó en cuenta del frío que le helaba las venas cuando se vio ante ese cuatro. Sosteniendo el examen corregido con su mano temblorosa, envuelto en el abrigo del uniforme y una gran bufanda. Y no sintió nada.

Esperó pacientemente la preocupación, la angustia. La apremiante necesidad de estudiar física hasta que sus ojos dolieran y sus manos no pudieran más. La incertidumbre que esa nota imprimía en su beca. La repulsión que causaría verse obligado a volver a casa de su tía si perdía la beca.

Pero la angustia nunca llegó. Se encontró a sí mismo doblando los papeles - manchados con tinta roja - por la mitad, e introduciéndolos en su mochila sin demasiado cuidado. Se encogió de hombros y se prometió en vano repasar más tarde. Esa misma tarde la pasó acurrucado en cama sin lograr concentrarse lo suficiente en la película que se reproducía esperanzadoramente en su computador.

Frío

Sin embargo, entre el hielo de su alma y la quemazón de sus lágrimas, se prometió a sí mismo que el frío se iría. No sería la primera vez en hacer una promesa similar, pero sí la última. Juró que volvería a disfrutar de sus más amados placeres y se permitió soñar con Louis por una última vez. Se permitió llorar y agradecer, se permitió sufrir y maldecir. Se dejó llevar hasta el mundo de los sueños y, por primera vez en meses, durmió toda la noche.

Mientras tanto la luna le observaba, aumentando la temperatura lentamente. Lágrima a lágrima, grado a grado. Prometía una mañana de otoño, y tal vez le permitiría sentir el sol. Tal vez la noche volvería a guardarle y el día volvería a sonreírle. Esa noche, las estrellas despidieron sus vacaciones y volvieron a envolverle, arropando y guiando al niño de rizos. Lo mereces, susurraron en su oído. Lo merezco, repitió él en un suspiro.

Una vez que tocas fondo, solo queda ir hacia arriba. Y Harry había tocado fondo tantas veces en su corta vida que no estaba dispuesto a volver. Sus ojos verdes estaban llenos de emoción- emociones, imposibles de evadir. Pero también era evidente la determinación en ellos. Tan potente e ineludible en el llanto como en la risa. Y, para él, la mañana empezó entre risas.

good boy, bad boy. | lsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora