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advertencia ⚠ : mención de intento de suicidio.
Narra Jimin

Siempre me he culpado a mí mismo por lo que ocurrió con Jungkook la madrugada después de la noche en que su madre lo atacó con tanta violencia, además de también siempre culpar a su madre y guardar un absoluto resentimiento hacia ella.

Pues siempre vi las señales y siempre supe lo que ocurría, pero nunca tuve el valor de buscar una manera para ayudarlo.

Me quedé en la casa Jeon después de la muerte de mi madre sólo para estar cerca de él, cuidarlo, estar pendiente de que no se lastimara... Pero fallé.

Fallé porque me callaba todo lo que sabía.

Porque no podía mirarlo a los ojos y decirle.

Quería consolarlo, pero él no tenía idea de que estaba ahí para él y que además entendía por lo que estaba pasando.

Así que hice todo mal.

Y la noche que Jungkook intentó quitarse la vida fue una de mis noches más largas y solitarias.

Sin poder dormir ni pensar en alguien o algo que no fuera él.

No podía sacarlo de mi cabeza ni por un mísero segundo, porque el chico que se estaba debatiendo entre la vida y la muerte era el mismo que yo había comenzado a amar.

La sala de espera de hospital se sentía tan gigante y fría, cómo si las paredes crecieran con cada respiración que yo daba al mismo tiempo que me volvía más pequeño.

Yo miraba a la señora Jeon, secretamente, queriendo ver arrepentimiento detrás de su inexpresivo rostro e interminable silencio. No tenía idea de cómo parecía estar tan poco preocupada.

Yo tenía tantos sentimientos al mismo tiempo que no fui capaz de contener mi rabia al verla abrir su biblia y empezar a hojearla tranquilamente.

Me puse de píe, bruscamente, llamando su atención con mi repentina acción.

Y entonces avancé hacia ella en cuanto tuve sus ojos sobre mí.

Ella arqueó una ceja y yo ya me sentía en un interrogatorio con esa mirada fastidiosa suya.

— ¿Querido? — otra vez esa amabilidad de la cuál yo dudaba cada vez más —. Imagino que ya quieres ir a casa por un poco de descanso.

Yo negué, dando unos pasos más hasta estar lo suficientemente cerca para inclinarme hacia ella y acariciar las páginas de su biblia.

— ¿Está feliz con el tipo de cosas que usted puede causar con el librito ese suyo? — le pregunté con amargura, empujando la biblia de su regazo hacia el suelo bruscamente —. Mire lo que provocó. Mire lo que hizo. ¿Ya tiene suficiente?

El rostro de la señora Jeon endureció.

— Jimin, tu madre y yo éramos muy buenas amigas. — soltó con aspereza —. Y por eso te he recibido en mi hogar. Pero sin importar quiénes sean tus padres, no me vas a faltar el respeto.

Yo reí sin ganas, mis amargos sentimientos se apoderaban de mí y no me hacían sentir cómo yo mismo.

— ¿Cuántas más copias de la biblia se tienen que vender hasta que se den cuenta de que nos están matando? — mi voz se volvió frágil, la indignación y el dolor cristalizando mis ojos en cuanto pregunté eso a la nada —¿Cuándo será suficiente?

Un discurso de odio en contra de nuestros derechos, en el nombre del amor de un dios.

Pero nunca quisimos su amor, sino nuestros derechos.

Y en una época cómo en la que vivimos, amar a Jungkook era peligroso.

Él podía ser lo que me hiciera más feliz.

Pero también mi más grande tristeza.

Ese era el problema de amarlo en el 1954. 

(...)

ya nos acercamos al final de este minific. 💖🥺💗🥺💗🥺💗🥺🍰🍰🍰 bye!

drown me ♡ ♡ >>> KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora