CAPITULO V

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Ojeó al hutt con desagrado. Odiaba aquellas criaturas desde la infancia. No sabía si era por su apariencia tan desagradable o por todas las historias que su padre le había contado en su infancia, pero siempre sintió desdén por las criaturas. No solo su físico era repulsivo sino las ansias de aquellas criaturas por tener poder, dinero, sexo y todos los excesos que existieran en la galaxia. Miró como el Hutt se arrastró por su plataforma, observándolos con ojos profundos.

Zove no parecía ser un Hutt cualquiera. Aún sin el acceso a la fuerza, Ben sentía que estaba en una situación complicada. Sin embargo, no podía permitir que un simple y estúpido Hutt los amedrentara. —¿Tanto revuelo por un simple incidente en el mercado? — La sonrisa de lado se la borraron con una patada en el mentón. Debía de admitir que le había dolido como los infiernos. ¡Demonios!

—¡Ya basta!— escuchó a Rey gritar, intentando liberarse del agarre de los caza-recompensas que la sujetaban por los hombros. La joven jedi era fuerte, pero no lo suficiente como para deshacerse de tres fuertes cazarecompensas.

Ben sintió la cabeza liviana. Estaba mareado por todos los golpes que había recibido, además de la falta de agua. Estaba sediento y adolorido. Tomó una bocanada de aire y miro de mala gana al Hutt, quien le observaba con aquellos impacientes ojos color miel. Era repugnante. El pelinegro escupió la sangre de su labio, manteniendo su mirada furiosa sobre aquel maldito gusano gigante.

El hutt tarareo algunas palabras en su lengua. Ben no fue capaz de descifrarlas. —De seguro has intentado ahorcarme con tus poderes, ¿no es así, Jedi?— El Hutt tuvo la osadía de reírse, y junto a él, el resto de los que los rodeaban.

¿Ahorcarlo? Ben tenía mil cosas en mente para el gusano, y el último de sus pensamientos era ahorcarlo. Iba a darle una muerte digna de un hutt como él.

—¿Que nos has hecho?— preguntó Rey, manteniendo su mirada sobre él. Ben entrecerró los ojos e intentó controlar su ira. Debía mantener la calma, aunque realmente deseara cortar en pedazos al hutt. El chico sentía tanta rabia que agradeció mentalmente al universo que no tuviera en aquellos momentos el acceso a la Fuerza, sino... Ben no deseaba pensar en su regreso a la oscuridad.

Observó a la gran babosa moverse en la plataforma y descender hasta detenerse frente a ellos. —Ustedes los usuarios de la fuerza siempre han sido un dolor de cabeza para los planetas del borde exterior de la galaxia. Han utilizado sus poderes para traer caos y guerras a nuestros planetas. Creen que están por encima de todos los demás por vivir bajo la Nueva República.— Ben frunció el ceño. Jamás imaginó que a un Hutt le importasen aquellos asuntos. Zedd le miró fijamente, sin ningún tipo de emoción en aquellos ojos redondos. —Encontramos la forma de neutralizar la fuerza en los usuarios de esta. —

Por un segundo el salón cayó en un silencio sepulcral.

—Imposible...— murmuró Rey. Sus ojos azules estaban abiertos de par en par, sorprendida.

Ben sintió su corazón dar un vuelco en su pecho. ¿Cómo era posible eso? ¡Tenía que ser una maldita broma! ¡Eso era sencillamente imposible! —Eso no es posible. Nadie puede manipular la Fuerza...—

—Inténtalo. Vamos, úsala. — El hutt lo animó con voz pesada.

El pelinegro cerró los puños y cerró los ojos. Tenía que mostrarle a aquel pedazo de escoria que la fuerza no era cualquier cosa. Forzó su mente para alcanzarla. Tenía que estar en algún lugar dentro de su interior. Mordió el interior de su mejilla al darse cuenta de que, por más que lo intentara, parecía estar vacío. No había nada. Ni voces ni el cálido sentimiento de la fuerza guiando su vida. No había luz y tampoco oscuridad. Simplemente no había nada.

The AtonementWhere stories live. Discover now