sombras de una bruja

capítulo 8: olivia

Luego de caminar un largo rato, llegamos a la casa de Angus, era bastante pequeña y solo vivía con su abuela. Había dos habitaciones, en una de ellas tenían muchas cosas de niña, muñecas y cosas así; esa noche dormí ahí yo sola, en la otra habitación durmieron Angus y su abuela.

Al día siguiente, me desperté muy tarde, dormiría como medio día, estaba realmente exhausta. Me levanté de la cama y salí de la habitación, de inmediato Angus se acercó a mí y comenzó a hacerme preguntas

—¿Qué hacías en esa casa? ¿La bruja te secuestro? —preguntó Angus—

—Nadie me secuestró, esa es mi casa y... la bruja es mi madre —respondí un poco tímida—

—Espera, ¿Alice es tu madre? Pero si ella no tiene hijos —respondió Angus—

—Pero... Alice está muerta, mi madre es Agnes.

Angus quedó bastante anonadado, le pregunté el por qué estaba en mi casa y que buscaba allí; me empezó a contar que Alice le enseñaba a escribir a su hermana pequeña, se llamaba Olivia, había desaparecido desde hace algunos días, y no tenían noticias de Alice. Al parecer la gente del pueblo le dijo que ella era una bruja y había robado a su hermana para sacrificarla; eso lo llevo a mi casa, era la más alejada del pueblo y se rumoraba que Agnes (mi madre) era una bruja.

En ese momento recordé que, una noche, mi madre y Alice habían entrado a la casa con una bolsa ensangrentada, y a la siguiente noche vi cómo le sacaba los órganos a una niña, claro, todo cuadraba, habían secuestrado a su hermana para hacer un sacrificio.

Le conté a Angus lo que había pasado con su hermana; él quedó completamente devastado al saber que su hermana había sido masacrada, además de que Alice, quien le enseñaba a escribir a su hermana, había ayudado en su asesinato. Él no volvió a decir ni una sola palabra en todo el día, hasta que cayó la noche y fuimos a dormir; de repente, en medio de la noche, escucho que abren la puerta de mi habitación, son Angus y su abuela sujetándome los brazos y pies, me amarraron fuertemente con una soga y me taparon la boca con un trapo, estaba espantada, lloraba como nunca, como si supiera que iba a morir esa noche.