capítulo 3: occisa

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Escuché unos fuertes gritos que me despertaron al instante, me levanté de la cama y abrí la puerta para ver que estaba pasando, me di cuenta que la puerta del sótano estaba entreabierta y habían unos tenebrosos sonidos que provenían de allí; me agaché en la entrada y asomé un poco la cabeza para ver que estaba pasando, era de nuevo mi madre, sentada en ese extraño símbolo, había una niña sentada en sus piernas mientras mamá le acariciaba el pelo lentamente, no sabía que pensar en ese momento, pero... desearía no haber visto lo que seguía.

Mi madre acostó el pálido cuerpo de la niña en el centro de la estrella, prosiguió a coger un largo y afilado cuchillo, empezó a apuñalarle el estómago varias veces, no paraba, tenía el rostro salpicado de sangre; se dispuso a esparcir toda la sangre dentro del circulo en que estaba, luego abrió todo su abdomen y comenzó a sacarle todos los órganos, ¡Dios! Jamás había visto algo tan horrible, estaba demasiado asustada para seguir mirando tal barbaridad.

De inmediato me paré y caminé rápidamente por el pasillo, abrí la puerta de la casa y comencé a correr hacia el bosque, no sabía por qué iba hacia allí, solo quería alejarme de mi madre y pensar, estaba bastante alterada por todas las cosas que había visto durante los últimos días, no podía parar de correr, estaba muy oscuro y no veía casi nada; me tropecé con una piedra y me di un fuerte golpe que me dejó inconsciente al instante.

Me desperté en mi cama, me dolía el cuerpo y estaba un poco mareada, salí de mi habitación y vi que mamá estaba haciendo la comida, me acerqué a ella y le dije que tenía algunas preguntas que hacerle, ella se volteó y yo comencé a preguntarle acerca de lo que había visto esa madrugada y de cómo llegué hasta la cama si estaba inconsciente; me dijo que solo fue un sueño, que nada de eso había pasado, me molesté un poco y tiré un plato al suelo, le grité a mi madre que dejara de mentirme, yo sabía que todo lo que vi era real, yo estaba segura de que ella era una bruja.

Ella no dijo nada luego de eso; fui al baño y me miré en el espejo, vi que no tenía ningún raspón en la frente, ni en ningún otro lugar de mi cuerpo, no era posible, me había dado un fuerte golpe en el bosque. En ese momento me comencé a cuestionar, si todo lo que vi en realidad había pasado.

sombras de una brujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora