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R A V E N
El sol pegaba mi cogote desde hacía ya varias horas, desde que salimos de la colina.
La verdad es que nunca antes habíamos estado tan cansados, acostumbrados a estar en el búnker sin apenas movernos durante el día.
Anduvimos un montón, sin hacer descanso, sudamos mucho y nos asfixiamos a ratos, pero aún así no parábamos para descansar ni un segundo, porque según Clyde "el tiempo es determinante y no debemos descansar hasta estar seguros" y yo asentí ante tal grandiosa frase, de nuevo fascinada por su profesionalidad, pero Joel solo bufaba cansado o soltaba alguna que otra queja.
Apenas habíamos hablado más que ese pequeño intercambio de palabras, así que dispuesta a romper de nuevo el hielo pregunté:
—¿Y vosotros a dónde os dirigís?
—Al norte.—contestó Clyde sin frenar su rumbo.
Tampoco esperaba que lo hiciera, no ha parado hace horas, no parará ahora.
