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—¡Han vuelto a traspasar!
Grité a Joel que se había quedado mudo y parado.
No me contestó y se movió rápidamente por los pasillos del búnker hasta la sala de armas. Entendí lo que pretendía y agarré todas las ballestas, arcos, pistolas o bates que pude para llevárselos a nuestros compañeros y ayudar en algo.
Pero Joel parecía tener otras intenciones más peligrosas.
—¡Chicos!—corrí hacia la sala de mapas y mandos.
—¡Traemos las armas!
—Raven, quédate aquí.—me mandó Kali, posando su mano en mi hombro.
Asentí dispuesta a obedecer pues no tenía ni idea de salir más allá de mi búnker y estaba aterrada. Pero Joel, no, Joel estaba como siempre, con su (admirable) pero suicida complejo de héroe.
—¡Joel tú también!—ordenó Connor.
No es que tuviéramos jefes o algún líder aquí abajo, pero son más mayores... más experiencia... capacidad... yo que sé, lo que sé es que Connor da miedo enfadado.
—¿Qué? ¿Qué está pasando?—Joel preguntaba ansioso repetidamente.
