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R A V E N
—¿Seguro que están dormidos?—susurraba Kali una de nuestras compañeras de búnker, apunto de tener sexo por cuarta vez en esta noche con Ray.
—¿Quienes?—susurraba esta vez Ray.
—Raven y Joel ¿Quiénes van a ser?
—Sí están dormidos.—Joel me miró, a mi lado tumbado mientras negaba con la cabeza.
—Espera shh.
—No están despiertos—afirmaba Ray, pero ¡Oh! ¡Sorpresa! Siempre. Estamos. Despiertos.—No te agobies.
—Es que—Kali por lo menos tenía dudas, pero Ray iba a saco.
—¿Joel, Raven?—nos llamaba Ray—¿Lo ves? No están despiertos. Sigamos.
Y ahí comenzaron los gemidos.
Joel me abrazó mientras yo reía muy muy bajo y me tapó los oídos. Que idiota es.
Estábamos bien despiertos. Pero nos hemos vuelto unos expertos en no movernos ni respirar.
Estar encerrados en un búnker con gente que ha encontrado su alma gemela no es lo ideal. Sobretodo cuando no hay ninguna actividad que hacer y la gente tiene suministros de preservativos para por lo menos 10 años más.
