Capítulo 9

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Capítulo 9

Anahí se irguió en el banco.

—¿Y?

—Y me dijo que le había parecido extraño cómo se había llevado aquel asunto.

—¿En qué sentido?

—El sheriff tenía demasiadas deudas como para poder hacerse cargo de la hipoteca de aquella casa, aunque el banco se la vendió tan barata que perdió dinero. Tú ya sabías que se la habían vendido por un precio muy inferior al suyo, lo que no sabías es que Halstead la consiguió por diez veces menos de su valor y el banco absorbió la diferencia.

—¿Eso lo pueden hacer?

—Siempre que el vicepresidente esté de acuerdo.

—McLennon era el vicepresidente en aquella época.

—Ya lo tienes.

Anahí se inclinó en el banco con la mirada perdida en el vacío.

—¿Cuándo hicieron esa operación?

—Una semana después de que a ti y a las otras os enviaran a diferentes casas de acogida.

—Y a George, que todavía lo recuerda, ¿no le pareció extraño?

—Sí, le pareció muy raro, por eso se acuerda.

—¿Por qué no dijo nada entonces?

—¿A quién iba a decírselo y por qué? Nadie tenía la menor idea de que había algún tipo de relación entre McLennon y tú. La gente pensaba que te había pegado Maddie o alguno de tus novios.

—Yo no tenía novios —repuso Anahí.

—¿No?

—Salía con algunos chicos, pero ninguno de ellos era un auténtico novio, si es a eso a lo que te refieres. Con la mayor parte de ellos sólo hablaba de cómo escaparnos de Maraville o de cómo robar en las tiendas.

—¿Te dedicabas a robar?

—No. Maddie me habría matado. Pero participaba en aquellas conversaciones. Y a veces conseguía persuadirlos para que no lo hicieran.

—Así que ya eras una policía camuflada —dijo Alfonso, riendo ante lo irónico de la situación. Todo el mundo pensaba que Anahí era una adolescente alocada y, en realidad, ella se dedicaba a prevenir delitos.

—Era una especie de desafío.

—¿Por eso terminaste siendo policía?

—A lo mejor. ¿Y ahora qué?

—No estoy seguro. Conocer este tipo de conexión puede ayudar a un abogado, pero no es suficiente.

—Lo sé. ¿Sabes? Me gustaría que el sheriff hubiera dejado alguna nota en la que explicara todo lo ocurrido.

—¿Alguna vez has visto una de esas notas?

—No.

—Creo que sólo salen en la televisión y en las películas. ¿Te acuerdas de la casa a la que te llevó?

—Sí, creo que sí. Creo que podría localizarla. Pero no estuve dentro, y si cayó alguna gota de sangre por los alrededores, a estas alturas no quedará nada.

—No estaba pensando en eso, era por simple curiosidad. Es posible que hubiera vecinos que oyeran o vieran algo aquella noche.

—No había luces por ninguna parte. Yo estaba desesperada cuando me fui, buscando cualquier lugar al que pudiera irme. Además, entonces nadie declaró nada. ¿Esperas acaso que aparezca un posible testigo a estas alturas?

Peligrosas mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora