Día 3 (Parte 1)

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Una gran pradera con plantas exóticas acababa de florecer, el viento mecía a estas, llevándose pequeños trozos. En el aire cabalgaban sobre esa honda de viento, viajando hacia su destino.

Empezó a descender en un pequeño campamento humano, donde 9 chicos se encontraban, algunos durmiendo y otros hablando...

Sus siguientes víctimas.

(...)

Los jóvenes se encontraban descansando, estando algunos pocos cuidando de Willy, el cuál, aunque se acababa de tomar su pastilla, seguía un tanto débil y mareado.

-¿Cómo te encuentras Guille? - preguntó el enfermero del grupo, sentándose con ayuda de Auron en una roca, al lado del albino.

-Mejor... Mucho mejor. Sé que os merecéis unas explicaciones, pero, yo-yo...

-Tranquilo, no pasa nada, solo debes contarnos para que te ayudemos, ¿si?- dijo Vegetta.

-Ok... Yo tengo una enfermedad y es q-que.

De repente el chico se calló, sorprendiéndose los dos chicos que estaban con él, pero, dándose cuenta rápidamente de la razón: Una figura los observa a lo lejos, llamándoles y diciendo sus nombres.

La pareja (de amigos obviamente :vvvvv) Aurongetta, vio como el de ojos esmeraldas se levantaba y empezaba a caminar hacia aquella figura, pensando en detenerlo, pero sucumbiendo a la tentación y yendo hacia allí junto a él.

Luzu los veía desde lejos desconcertado, viendo como los tres se dirigían hacia la nada, siendo lo único que podía ver unas bolitas blancas en el aire donde se encontraban antes sentados sus compañeros.

"Oh no..." pensó el de capucha negra, corriendo hacia sus amigos al reconocer aquellas bolas de lo que parecía ser polen.

Intentó gritar para advertirlos, pero rápidamente se dio cuenta de que no podía, perdiéndoles de vista tras unos minutos de persecución en donde los chicos habían empezado a correr tras ver que la figura se movía.

El de ojos azules debía tomar una decisión: Seguir a sus amigos y tratar de avisarlos o perderles la vista e ir a despertar al resto de sus compañeros.

Un par de segundos después las dudas se aclararon; debía seguirlos o si no para cuando los volviera a encontrar con los demás sería demasiado tarde y ya no habría forma de sacarlos de aquel conjuro malvado. Definitivamente no quería volver a vivir aquello y menos ahora que había podido superar el trauma que aquel suceso le había causado hacia tantos años atrás...

Sus recuerdos eran muy borrosos, pero, lo que se le quedó grabado de por vida fue el ver como sus padres se encontraban tirados en el suelo, llenos de sangre, con balas por todo el cuerpo. ¿Y lo peor? Él sujetaba en sus manos el arma que los había matado.

En su pueblo lo habían acusado de asesino, incluso después de saber que había sido controlado por aquel monstruo, y aunque muchos lo habían intentado ayudar y lo habían protegido de los demás pueblerinos, al final tuvo que escapar junto a su primo, Oliver, el cuál ya era mayor de edad y se había decidido a cuidar de él.

Pronto Oliver fue controlado por la bestia, desapareciendo para no volver a ser visto jamás. Muchos pensaron que esto fue también obra de Luzu por lo que este fue internado en un psiquiátrico ante el contexto de que tenía alguna especie de enfermedad mental.

Los niños de allí se metían con él y los adultos abusaban de él después de ganar ligeramente su confianza, convenciéndole después para que no le dijera nada sobre aquello a los encargados del lugar. Todos se aprovechaban de la amabilidad de aquel joven de ojos azules.

A la edad de 17 años el chico logró escapar, yéndose a vivir al lejano pueblo de Karmaland, viviendo una vida tranquila hasta el día de hoy, pero, esa experiencia jamás dejó en paz al de pelo castaño... Simplemente no quería que sus nuevos amigos tuvieran que pasar por todo lo que paso él.

Por otro lado, los tres jóvenes, corrían hacia la figura, viendo (excepto Vegetta claro xdddd) como esta se alejaba cada vez más y más, llamándolos y pidiéndoles que fueran hacia ella.

Llegaron a un pequeño acantilado, entrando en una cabaña que se encontraba al borde de este, siguiéndoles segundos después Luzu.

La puerta se cerró con fuerza, sacando a los tres chicos de su trance, viendo a su alrededor asustados a la par que el de pelo castaño los miraba con preocupación.

-¿Lu-Luzu? ¿Qué haces aquí? ¿Dónde estamos?

El joven agarró un papel que estaba allí, escribiendo en este:

"No te preocupes Auroncito, ahora que ya no estáis en el trance podemos largarnos de aquí"

-No será tan fácil cariño... ¿Me echabas de menos?- dijo la figura con voz femenina, apareciendo por detrás del chico mudo, riéndose levemente- Es verdad que no puedes hablar, una pena. Aunque supongo que aún puedes gritar y si no es así... Pues F por mi.

Y tras aquellas palabras la "mujer" clavó sus largas y afiladas uñas en su hombro derecho, haciendo que este gritara.

-¡JA! Al parecer si que puedes... Vosotros tres tendréis muchas dudas, pero, no os preocupéis pequeños, él merece sufrir. Es un asesino, mató a sus padres y a su primo lo encerró en una celda en Noruega por el resto de su vida.

El chico intentó deshacerse de su agarre, sin éxito, ya que la figura le volvió a clavar las uñas, ahora en su hombro izquierdo, empezando a salir lágrimas de sus ojos al sentir como estas atravesaban su piel.

-No me lo creo- dijo Willy- Suéltalo, ahora.

-Okey, lo suelto, pero, luego no me digan que no les avise- contestó la mujer con una sonrisa macabra, empujando a Luzu al suelo.

Este se levantó con lentitud, sus ojos negros como la noche, mirando a su alrededor, fijando su mirar en Vegetta, apareciendo una sonrisa psicópata en su rostro. Lanzándole un cuchillo en dirección a su corazón, siendo apartado por el albino justo a tiempo.

-No entiendo nada, ¿qué está pasando?- preguntó Samuel en un susurro.

-¿Qué le has hecho a Borja hija de puta?

-Solo... Lo he liberado, no es mi problema que él por dentro sea un asesino, ahora... Creo que me voy a marchar antes de que me mate a mi también. ¡Bye mis pequeños!

Luzu sonrió, jugando con el arma blanca es sus manos, a la par que se dirigía al de mecha amarilla.

Era hora de jugar un poco...

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