PRÓLOGO

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Hasani Zidan no era el hombre de sus sueños, es cierto que era apuesto y eso le daba puntos extras para sobresalir entre las mujeres que transitaban cada día por las puertas de su local, pero solo era eso "belleza" y aunque muchas se sentían atraídas físicamente y quizás sexualmente, jamás cruzarían la línea de enredarse completamente entre sus sábanas porque él jamás podría ofrecerles algo más.

Y amor era lo que más deseaban en Atenas.

— Entonces, ¿me estás diciendo que hoy no hay galletas de mantequilla? Me parece una falta de respeto cuando ayer en la tarde que llegué a visitarte me aseguraste que ibas a hornearlas sin falta en esta madrugada — caminó dando vueltas rascándose la frente.

Sí, era una de sus típicas muestras de berrinche cuando no obtenía lo que quería. Así era Airlia y ya estaba acostumbrado a su presencia.

— Puedes escoger algún otro pan — frunció el ceño insatisfecho, se sentía ofendido al ver que le importaba poco el esfuerzo que hacía por mostrarle otros dulces donde ¡prácticamente se los puso en bandeja!

— Si no tuvieras esa cara de niño bonito podría golpearte, lástima que soy una respetuosa dama de la alta sociedad y no me gusta pelear — sonrió apoyando sus manos en sus caderas planas, acción que no pasó desapercibida por su acompañante quién se aguantó la risotada de su vida.

— Entonces ¿por qué siempre vienes a este lugar?

— Porque quiero verte. 

[AIRLIA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora