CAPÍTULO II

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— ¿Me está diciendo que casi muere aplastado por una montaña de coles? — se carcajeó y los ojos le brillaron tras contarle mi mala suerte.

— No solo es eso jefe, incluso las gallinas que estaban amarradas encontraron una forma de liberarse y se lanzaron encima de mi espalda y... de mis nalgas, no sabe cómo se siente que le piquen ahí atrás — Me sobé mi parte trasera, aún sentía algo de picazón que no se me quitaba aunque evitara rascarme.

— Corrijo, las gallinas se lanzaron sobre las coles o confundieron sus redondas nalgas — cruzó sus brazos y se perdió en sus pensamientos. Trate de tomármelo a chiste pero viendo como mantenía su mirada seria lo pasé por alto.

— Sinceramente, hoy fue mi peor día. Usted solo hágase la idea que el mayor con el que me topé en la mañana fue capaz de llevarme arrastrando a los tribunales ¡ni siquiera me pude levantar!

No tenía la menor idea de cuántos años tenía el cascarrabias con el que me había cruzado, igualmente sea la edad que sea me pude dar cuenta que en su vejez hay tanta maldad en ese órgano llamado corazón.

— Usted no se preocupe que yo le ayudaré a pagar su deuda pero, deberá trabajar conmigo más del horario acordado — se limpió las manos con un pañuelo y, luego depositó su mano en mi hombro dando palmaditas para finalmente salir del cuarto.

Reí al verlo, a este hombre lo puedo considerar mi primer amigo desde que me mudé a Atenas a principios de verano. Hace unos cuatro años, si no mal recuerdo. En ese entonces él tenía veinticuatro años y muchas ganas de que se le presentara cualquier situación que le carcomiera el estómago; como los que solía leer en los libros, sin embargo, debido a la posición privilegiada en la que se encontraba no estaría bien visto fugarse del hogar para vivir una aventura pasajera. Toda la palabrería con la que fue educado desde muy pequeño se acabó cuando cumplió la mayoría de edad y fue a buscar sus sueños. No diré abiertamente que fue un acto estúpido y al mismo tiempo valiente de su parte.

— Escúcheme jefe aunque sea una vez — salí tras él — Ese hombre no ha dicho la verdad. Se puso a gritar a las afueras del tribunal de justicia criminal tachándome de ladrón por intentar robarle una carreta de legumbres y sus adoradas gallinas, el señor fue capaz de llevar a su "sobrino" quien afirmaba estaba en el momento exacto de la tragedia. Sabe, ni siquiera vi al jodido muchacho cuidando la carreta ­— reí con ironía frunciendo mis labios.

No era justo, ese hombre se atrevía a enviar a uno de sus conocidos para que trajera al chico y una vez que llegó pude reconocerlo ¿no era el que me gritó que tenga cuidado? Jodido mocoso, él estaba a unos cuántos metros delante de mí y se atreve a culparme cuando se supone que debía estar cuidando el encargo de su tío. No pude hacer nada al respecto y tan solo me dieron una sanción, pagar por los daños cometidos a mi semejante pero lo que más me enojó es que cuando pedí tener un testigo entre los chismosos que nos acompañaron ninguno quiso hablar.

— Ya no importa, deje de darle tantas vueltas y mañana mismo lo vamos a buscar para arreglar el asunto. No se preocupe, hombre.

— ¿Cómo no me voy a preocupar? Siempre está ayudándome. Si algún día necesita de mí no dude en decírmelo que haré lo posible por satisfacer cualquier necesidad suya. Qué le parece si hago una lista para conseguirle una buena esposa.

— Tss, no deseo casarme, Hasani. Ya hemos hablado de esto— achinó los ojos mirándome con desinterés. Parecía que me fulminaba con su mirada.

No era por menospreciar a los hombres de esta polis pero, el hombre aquí presente era atractivo. Quiero decir, quién no se fijaría en él, era alto, delgado, cabello castaño y ojos oscuros y para sumarle puntos extras se le comenzaban a notar los abdominales que hace tres meses consiguió trabajar con tanto entusiasmo, sus manos eran duras y tenía callosidades en ellas lo que indicaría que era un hombre trabajador. Un buen partido. Y se parece a Ares.

— Aún no lo entiendo, existen muchas jovencitas que están enamoradas de usted, es absurdo decir que vienen solo por "panes y dulces" cuando el manjar que desean es a quién les ofrece todo eso. Dorian es muy apuesto, amable y estoy seguro que será un buen esposo. Fíjese.

— Deje de decir ridiculeces y póngase a trabajar o esta noche no irá a casa — sacó su poderosa higa y se encogió de hombros.

— Tomas ventaja porque soy un año menor que...

— ¿Por qué no va a atender a la señorita que está en la entrada? — me señaló con la cabeza incitando a levantarme.

— No hay nadie allí. Antes de terminar nuestra charla solo quiero acotar que no me daré por vencido, es mi amigo y velaré por su bienestar.

Nos levantamos de nuestros bancos donde minutos antes nos sentamos a hablar de mis planes maliciosos. Acababa de darse el mediodía y la clientela se ocultaba en sus hogares a preparar el almuerzo u ocultarse del sol mientras esperaban que las mujeres les sirviesen su platillo favorito, luego comían y salían nuevamente a terminar su día de la mejor manera posible por eso me pareció extraño que hubiese alguien dispuesto a salir a estas horas. La gente siempre sigue una misma rutina.

— También te considero mi amigo — escupió sus palabras con obviedad.

— Lamento interrumpir señores pero ¿todavía tienen galletas de mantequilla?

Una silueta pequeña estaba parada en medio de la entrada, apenas pude ver que mantenía las manos entrelazadas agarrando su velo fuertemente.

Casi me quedo ciego por ver a contraluz.

Dorian me invitó a hacerla pasar, quizás en ese momento no me llamó la atención y me acerqué como suelo hacerlo siempre pero hubiese preferido no ser yo el que trabajara aquel martes, haberme quedado más tiempo tumbado bajo la montaña de legumbres, que el cascarrabias convenza a que me lleven detenido por dos días y regresar a casa adolorido justificando mi malestar con mentiras; tan solo así no experimentaría lo que pasaría un año después.

Quisiera echarte la culpa por llegar a este lugar, por joder mis putos planes y dejar que te conociera en todas tus facetas, jamás pedí que lo hagas. Jamás. Quisiera culparte por arruinar mi vida, pero sabrás que estoy mintiendo.

"Porque desde que empezamos a conocernos nuestro mundos también se tiñeron de rosa y gris"

[AIRLIA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora