Desde que era pequeño había vivido rodeado de violencia, sobretodo en casa. A veces cuando mi padre llegaba muy tarde del trabajo quería que mamá le tenga servido el plato de comida en la mesa, ya caliente. Él era puntual. Y esto se repetía una y otra vez hasta que una noche discutieron más de lo necesario y sin medir la fuerza de sus golpes terminó por matar a mi mamá. Esa misma noche mis dos hermanos menores nos acompañaron, papá sujetaba un arado y sin que nadie nos viera salimos arrastrando su cuerpo. Pensábamos que ella estaba dormida como las otras veces donde despertaba al día siguiente, sin embargo terminamos por tirarla al río Nilo a dos kilómetros lejos de casa.
— Mañana se vienen conmigo. Hay mucho trigo por cosechar — nos tomó de la mano y volvimos por el mismo camino. Silencio.
No tuve tiempo de decirle a mi mamá que no demore en salir del agua, que si ya lo hacía que no se preocupara, que volveríamos a por ella cuando amaneciera, y que nos encargaríamos de tener el desayuno. La esperé por días sentado frente a la casa, a veces jugando y en otras trabajando. Ella jamás volvió y yo tampoco pude encontrarla.
— Ash, después de todo, las mujeres no sirven para nada más que para decorar el hogar.
Eso me enseñó mi padre.
Eso lo corroboraron mis compañeros.
Eso lo dijo la sociedad.
Y tú, lo negaste hasta donde pudiste.
¿Por qué debiste oponerte a todo lo que te dijeran? Enserio, no existe ni existirá una mujer tan extraña como lo fuiste tú, alguien que siendo miedosa hablaba para defenderse.
— Vamos Airlia — prosiguió—. Madre nos espera en casa.
— Ya no quiero regresar. No voy a moverme de aquí.
Permanecí detrás de la pared vigilándolos. Ella mirándolo con desprecio y él sin una pizca de emoción hasta que finalmente se carcajeó y al igual que lo hizo hace unos minutos la jaló a la fuerza. Nunca había sentido odio por parte de mis hermanos pero si fuese así como lo presenciaba entonces no lo querría, aunque, el mundo las trataba de esa manera por el simple hecho de ser mujeres y nosotros por sentido propio no debemos involucrarnos en situaciones donde se defienda la verdad ¿quién de los dos tenía la razón?
Al final resultó que ambos salieron, y aquella misma noche sentí algo removerse dentro de mí y de la que yo suponía estaba extinta desde mi infancia: La culpa. Siempre que existían este tipo de situaciones las pasaba por alto, no me interesaban los problemas de la gente. Yo vivía en mi mundo que no cargaba con el tiempo necesario para ocuparme de otros. Lo que debía ser. Recorrí algunos metros cargando un trapo y una cubeta con agua, me encargaría de borrar todo rastro sucio y regresaría a casa. Al agacharme pude notar un corazón dibujado con sangre, seco y mal formado ¿a qué hora tuvo la oportunidad de hacerlo? Y debajo, un garabato donde claramente se leía: «Alessandro».
Juro que nunca olvidaré su rostro, ni los ojos color avellana que, aunque se parecían físicamente a los de su hermana, se encontraban a su vez, muy lejos de ser comparados con los de ella, porque Airlia te mostraba la hermosura y el dolor de la vida mientras que en los de él eras capaz de percibir hasta un asqueroso olor: la jodida mierda del ser humano. Tan asqueroso que cuando volví a verlos un 18 de marzo me provocaron las inmensas ganas de arrancárselos.
***
— ¡Más despacio Hasani! ¿A dónde cree que va? — gritó detrás de mí—. Me estoy...cansando.
— ¿Desde cuándo no puede hacer actividad física? — volteé a verlo cruzándome de brazos, no estaba enojado pero quería darle ese aspecto.
— Desde que soy mayor, además eres tú el que debe ir caminando. Las calles no están desiertas— aclaró fastidiado.
— ¿Qué?
— Cierto, me confundí— se rascó el cuello para mirarme fijamente desde su altura. Sí, lastimosamente era un poco más bajo de estatura — ¿por qué estamos aquí muy temprano? Son las tres de la mañana.
— Ah, ¿No sabe qué día es hoy? — acomodé las llaves sobre la puerta y proseguí a abrirla— recuerde que estamos en pianepsión.
— ¿Y eso es...?
— El mes más importante para nosotros — sonreí con sorna empujándolo para que entrase de una buena vez. Suspiro dándome cuenta que no tiene la más mínima idea— Se acercan las fiestas y por ende, debemos estar preparados, en dos días será la fiestas Pianepsias para el dios Apolo.
— ¡Ah! Tiene razón, me he olvidado por completo —. Se disculpó — Veamos qué podemos preparar.
— Sí — salí un momento para abrir la entrada. Estaba haciendo un poco de frío por lo que desistí y me regresé.
— ¿Por qué no ha abierto las puertas? — salió directo cuarto mientras hablaba. Mierda — Hasani ¿Qué es esto? — suspiré.
"Deberían darme un premio porque nadie suspira más de cien veces al día"
Caminé hacia él y supe de lo que hablaba: La mancha en el piso. Decidí no tocar el tema y le dije que era de una rata que llegó a morirse en la entrada del local y que cuando la levanté por casualidad de la vida su sangre había dejado un corazón. No se notaba muy bien si no le prestabas atención. Milagrosamente logré borrar el dichoso nombre.
— Pasé quince minutos intentando borrarlo. Nunca pensé que era difícil.
— ¿De qué habla? — su voz calmada me hizo caer en cuenta que había pensado en voz alta.
— Nada y no intente averiguar porque no se lo diré—.
— Como si me importara...— me quedó viendo por el rabillo del ojo izquierdo apretando sus labios. Sentí claramente su energía de chismoso.
— ¡Está bien! Dilo — me exasperaba que haga eso.
— Sabe que yo lo considero mi amigo. No. Mi hermano y últimamente te veo actuando así — me cogió por los hombros sacudiéndome con fuerza —. Siéntese y cuénteme lo que le pasa.
— ¿Qué? — lo veo sacar del bolsillo su pequeño pedazo de papiro, está todo emocionado.
— Ajem — tosió — Ahora ¿Cuáles son sus síntomas?
— Ninguno y dame eso. No debemos desperdiciarlo — le arranché sus materiales y estaba dispuesto a abandonarlo antes de que soltara alguna tontería.
— Por si acaso ¿está usted enamorado? — sonrió yendo a mi dirección.
"Se supone que soy yo el que hace esas preguntas"
— ¡Está loco! ¡Por supuesto que no!
Siendo sincero, quedé desconcertado ante tal pregunta. Hubiera pensado que la caída de la cama le afectó un poco la cabeza haciéndole pensar cosas que no son, y dando por hecho que tendría que llevarlo donde algún doctor para que le revisasen. No es que no me haya enamorado nunca, lo he hecho mucho antes de conocerlo, por allá en mi natal pueblo pero en el momento en que llegué aquí no tuve la oportunidad de regresar a por ella para traerla conmigo y juntos construir un hogar con algunos niños de compañía. Si se me hubiese dado las condiciones apropiadas en qué tiempo hubiera corrido a los brazos de la persona que más amaba y de la que estaba seguro también lo hacía a la distancia. La vi por primera vez cuando tenía cinco años, un día después de que dejásemos a mamá en el río. Aquel día madrugué con papá para ir caminando a los cultivos tras dejar al cuidado a mis hermanos con la vecina. Recuerdo que me dolían los pies, la caminata fue tortuosa porque en ningún momento hicimos una parada para descansar hasta que llegamos a nuestro lugar de destino. Me senté bajo un árbol con la mirada borrosa y solo me limité a distinguir como la sombra de papá se alejaba entre el monte. De no haber sido por un cuerpo pequeño que chocó contra el mío quizás nadie se hubiese percatado que estaba allí muriéndome de sed. Su familia me ayudó y una vez recobrada la conciencia tan solo pude agradecerle de corazón, porque siendo aún una niña de dos años dudo que me hubiera entendido, apenas caminaba.
— Olvide lo que le dije— moví la mano de un lado a otro. Un ademán de escoba barriendo— No estás loco. Y respondiendo, sí, estoy perdidamente enamorado de Nile, mi esposa.
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[AIRLIA]
Teen FictionEs el año 322 a.C cuando Hasani Zidan, un hombre meteco nacido en Egipto por casualidades de la vida conoce a una señorita que le hará experimentar toda clase de emociones y descubrir el valor del amor y, como este se volverá la fuente de esperanzas...