AIRLIA
Aquel día me levanté más temprano, no deseaba toparme con mucha gente empujándome de un lado a otro tratando de vender sus productos al doble precio del que lo adquirían en vaya a saber dónde, algunos de dudosa procedencia pero ahí estaban los crédulos que malgastaban su dinero por vanidades insignificantes, daban pena ajena pero no puedo hacer nada al respecto porque quizás si comentara algo voltearían sus cabezas al mismo tiempo, levantarían sus cejas y lanzarían sus comentarios en contra de mi persona desprestigiándome por ser un meteco o en el peor de los casos mover sus influencias y sacarme a patadas de la ciudad, siendo sincero eso era lo que menos quería, he pasado cuatro años viviendo en esta polis para que por culpa de mi boca sea desterrado y, nuevamente deba recorrer largos kilómetros de regreso allí.
Como lo supuse, todo lo que imaginé pasaba en este momento.
— ¡Quítate, estorbas en mi camino! — oí la voz del viejo que vende perfumes en la esquina, volteé a verlo y solo recibí un empujón de parte suya.
— Señor, la calle no es suya — susurré mirándolo de reojo para continuar mi camino.
— ¿Qué has dicho estúpido meteco? — jaló de mi hombro mientras estiraba su pulgar, índice y corazón frente a mis narices, claramente un higo — por algo estoy pagando mis impuestos ¡es para deambular como se me dé la gana! ¡Zeus,estos jóvenes de ahora son tan irrespetuosos!
En ese momento me di un golpe mental recordando que nunca debo expresar mis ideas frente al tipo de gente que se ofenden por todo; y son los que trabajan a lo largo de esta calle. Lo vi gritándome y hablándole a todo ser que pasaba por su lado para que le den la razón a sus palabras. No hice nada más que cruzarme de brazos y esperar que se calme. Paciencia es lo que más tengo en este mundo.
— No he dicho nada, si me disculpa tengo que irme — lo quedé mirando con una cara de indiferencia como si fuese él quien había escuchado mal.
"No hay tiempo que perder, debes llegar donde Dorian"
— ¡Jódete!.. No quiero verte por aquí — me alejé suspirando de que no haya pasado a mayores.
"Jódase usted"
Retomé mi marcha y caminé rápidamente empujando a quien se interpusiera en mi camino porque justo en este día cuando uno decide hacer un pequeño cambio en su vida Zeus decide lo contrario mandándote a la primera persona que debes enfrentar. Vaya usted a saber qué es lo próximo que al señor dios se le ocurrirá mandar.
— Señor ¡cuidado con...! — el grito más desgarrador para mis tímpanos se escuchó delante de mí.
— ¿Por qué tanto alboroto? — rasqué mi cabeza regresando la mirada — No puede ser...
Definitivamente este no era mi día ¿Qué hice mal para que me tratasen así? Quiero decir, comerse unos panes sin que tú jefe te vea no era tan grave, o tampoco lo era el beberse la colada que estaba destinada para la venta de la semana pasada y luego culpar al pobre Tino de la desgracia. No me lo merezco, pero aquí estoy a punto de ser sepultado, cerré los ojos y me cubrí la cabeza con los brazos tras sentir el primer golpe de un extraordinario vegetal y luego, como si de lluvia se tratase sentí la avalancha sobre mi cuerpo. Mierda.
Me había caído por un dolor fuerte en la cabeza. El cacareo ensordecedor de las gallinas que luchaban por liberarse al tener comida gratis y un humano tirado para su total deleite provocó que al menos pudiese alzar la mirada y ser testigo de sus hazañas al romper las piolas que las retenían de una pata y corriendo como las bestias que son quedaron encima de mí picoteándome las nalgas y haciéndome revolcar del dolor y las cosquillas. Reír o llorar: escojo las dos opciones.
— ¿Acaso no entendiste lo que te dije hace unos minutos? — musita de pie frente a mí. Sé de quién se trata.
— Esta vez no fue mi culpa — le respondo con voz cansina.
— Eso deberás explicarlo en los tribunales — dicho esto, me levantó de un tirón para llevarme a rastras por todo el camino.
"¡Maldigo a quién sea que dejó esa carreta con una montaña de coles!"
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[AIRLIA]
Teen FictionEs el año 322 a.C cuando Hasani Zidan, un hombre meteco nacido en Egipto por casualidades de la vida conoce a una señorita que le hará experimentar toda clase de emociones y descubrir el valor del amor y, como este se volverá la fuente de esperanzas...