A veces el perdón nos vuelve adictos a las personas, es como una droga a la que recurres cada día.
El perdón impone y es que es tan jodidamente perfecto que te puede destruir en muy poco tiempo, te hace vulnerable y te arde hasta la más mínima célula.
El perdón perdona al silencio, van cogidos de la mano y forman la pareja perfecta.
Perdón si te hice daño, perdón si te destruí, perdón si no supe cuidar de ti, perdón por pedir perdón pero es que ella muere de ganas por volverte a ver y sabe que el perdón en este caso no le llega a la suela del zapato.
Aún sigue esperando, el tiempo no le sana y quiere mirarte a los ojos y susurrarte mil veces perdón, pero no le creerías.
-Perdón si he dicho muchas veces perdón, pero es lo que siento, quiero que te lo creas, esta vez sí, esta vez es de verdad, te quiero, créeme.
-M.