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Renjun
Miré alrededor de la habitación sencilla y ordenada que Jaemin me había mostrado. Puse mi mochila en la silla de madera que estaba junto a la puerta, bajo el interruptor de la luz. Al lado había un aparador negro de seis cajones hacía bajo y de ancho tres cajones en cada lado. Un espejo rectangular estrecho se asomaba desde el centro.
La cama queen tenía una cabecera de negro liso que coincidía con la cómoda. Con un simple edredón y sabanas hojas de color azul claro con dos almohadas esponjosas contra la parte superior de la cama. Dos negras mesitas de noche de pie a cada lado de la cama. Aparte de un único retrato de un sonriente omega y dos chicos jóvenes, no había otros muebles en la habitación. Incluso la ventana sólo estaba vestida con un conjunto básico de persianas. Esto era sin duda la habitación de un alfa sin pareja.
A pesar de la falta de personalidad y de elementos de diseño reconfortantes, olía a casa. Olía como Jaemin. Olía a seguridad. Así que sí, era un hogar. Me di la vuelta para ver que Jaemin estaba de pie detrás de mí. Sonrió con timidez con una mirada rara de inseguridad en sus ojos.
Haciendo caso omiso de mi vacilación normal, me lancé sobre él y mis brazos fueron alrededor de su cintura con un gran abrazo. Sus manos llegaron automáticamente alrededor de mis hombros mientras él me abrazaba de vuelta. Me quedé allí contra él durante el tiempo que pude, simplemente inhalando su aroma y apoyándome en su fuerza.
Rompiendo el abrazo, me eche hacia atrás y sonreí hacia él.
—En caso de que te lo hayas perdido alguna de las 537 veces que ya lo dije, muchas gracias por recibirme. Y por renunciar a tu cama por mí. No puedo creer lo dulce que eres para hacer ese sacrificio—.
La cabeza de Sungchan apareció en la puerta detrás del hombro de su hermano. —No le des las gracias, yo soy el que tiene que aguantar los ronquidos de este tipo otra vez—.
Jaemin se sonrojó y murmuró:
—No ronco—.
Sung asintió con la cabeza y dijo:
—Sí, en realidad lo hace. No digas que no te lo advertí en el futuro. Pero sí, no te preocupes. Va a ser bueno tener un omega por aquí de nuevo. Hemos estado un poco perdidos desde que murió papá. —Sus ojos se veía un poco tristes cuando él vio en la habitación detrás de mí.
Miré a Jaemin interrogante. Él asintió.
—Esta era la habitación de mi padre en un principio. La tomé unos pocos meses después de lo que pasó. Nos dimos cuenta de que era estúpido seguir compartiendo nuestro dormitorio de la infancia, cuando había uno perfectamente bien para estar sin usar. —Él suspiró y se volvió, empujando a su hermano en broma— Ahora deja de mentir a mi omega. Tú sabes muy bien que no ronco—.
Mi corazón se llenó de sus palabras. Mi omega. Señor, ayúdame pero me gusta escuchar eso de él. Sonreí, aunque cuando Sungchan se inclinó y susurró en voz alta:
—Es totalmente una persona que ronca. Solo digo. —Fue divertido, aunque la idea de que roncara era lindo para mí. Mierda. Yo estaba tan perdido por este alfa y ni siquiera estábamos juntos oficialmente.
....
—Jaemin, voy a estar bien. Te tomaste toda una semana sin trabajar y quién sabe cuántos días más mientras estaba en el hospital. Sólo tienes que ir a trabajar mañana y confía en mí en que te llamare si me siento débil. — Jaemin no había dejado la casa desde que había salido del hospital.
Cada vez que tosía, él estaba allí para checar como estaba y ofrecer un vaso de agua. La medicina me la daba a la hora, junto con las vitaminas y los cítricos suficientes para curar el escorbuto para un barco lleno de piratas. Era dulce, era adorable, él era... últimamente poniéndome de nervios.
—Bien. —Se mordió el labio mientras él me miraba con una mirada evaluadora. Él dejó escapar un suspiro y dijo— Tienes razón. Tengo que ir mañana y ver lo que está pasando. Uno de mis mecánicos se está llevando el día a día, y Yang Yang no puede hacer la nómina o la banca. Necesito ir y manejar el negocio—.
—¿Ves? Tienes un negocio, Jaemin. No permitas que el que yo esté aquí te distraiga. Y, sé que no te di un montón de razones para que me creas de no haber pedido ayuda antes. Pero las cosas son diferentes ahora. Te prometo que te llamaré si necesito algo en absoluto—.
Levanté el teléfono celular que había insistido en darme cuando vine aquí. Él quería que yo fuera capaz de llegar a él en cualquier momento día o de la noche. Pero hasta ahora, había sido a distancia de susurro 24/7. O al menos eso parecía. Me sentía un poco tonto por necesitar un poco de espacio, pero esta era la primera vez que había vivido con alguien en alrededor de cinco años.
Antes de eso, yo sólo había vivido con mis padres. Pero a mis 18 años, me habían repudiado después de haber rechazado el acoplamiento que trataron de hacerme con el hijo troglodita del jefe de mi padre. Al parecer, mantener al jefe feliz era más importante que el futuro de su propio hijo.
Había tenido una pequeña herencia de mi abuela que me dejo en mi pequeño apartamento. Había trabajado en dos puestos de trabajo para mantenerlo, pero que había estado feliz solo en mi pequeño nido.
No es que no quisiera estar aquí con los hermanos Na, especialmente Jaemin. Tan solo quería un poco de tiempo tranquilo para reflexionar y recuperar el aliento. Tanto había sucedido en las últimas semanas que la cabeza me daba vueltas solo de pensarlo. Todavía estaba recuperándome de la neumonía, aunque me sentía más fuerte cada día. A partir de lo que el Dr. Bang había dicho, todavía tenía otro par de semanas de recuperación antes de que pudiera pensar en volver a trabajar. Haechan había sido dulce sin embargo, y me decía que mi trabajo estaba seguro sin importa el tiempo que me llevara recuperarme.
Metiendo el teléfono en el bolsillo, acurruqué mis piernas sobre el sofá y dije:
—¿Ahora... que no me habías prometido una película esta tarde?—
Jaemin sonrió y tomó el control remoto.
—¿Quieres escoger la película o hacer las palomitas de maíz? —
Aspiré y saltó con una risa ligera. Los dos sabíamos lo que pasaría si él hacía las palomitas. Sí, palomitas de maíz quemadas mientras sonaban los detectores de humo simplemente no iban bien con una película.
