Capítulo 7

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Estaba supuesto que este día sería uno de los más felices de mi vida, que veríamos una película súper romántica como él me dijo. Incluso dijo que cenaríamos en un restaurante lujoso como siempre lo he soñado, pero no. Todas esas expectativas se fueron a la mierda por el típico ex novio celoso con síndrome de “Soy el más guapo de todo el planeta tierra.” Y aquí estamos…

Suspiro una y otra vez mientras intento controlar mi coraje, al contrario de Jonathan quien solo está tomando su refresco bien tranquilo mientras este anormal me sigue molestando. Es decir, yo sé que puedo defenderme sola, pero aun así, ¿No debería él como mi pareja, mi macho alfa, defenderme aunque sea un poquito? No sé, decir algo como “Ella es mía, déjala en paz” o simplemente darle un empujoncito de esos que le hagan comerse hasta las lozas del piso.

-¡Bueno ya basta!

El tiempo parece detenerse ante mi grito, Jonathan ya no está tomando su refresco, ahora me mira fijamente al igual que todo el mundo a nuestro alrededor, incluso se le ha caído el helado al camarero del puro susto.

-Estoy harta de ti, harta de todo. Ya basta de insultos y de reclamos sin fundamentos. Tú fuiste el que decidió cambiarme por otra y yo ni siquiera te hice una escena de celos, preferí irme en silencio antes de romperte la cabeza con el jarrón de flores que me regalaste ese mismo día. Si dices una palabra más juro por mi madre que te lo pico en pedazos y se lo doy a tu perro como almuerzo.- Agarro mi bolso y salgo de la heladería tratando de calmarme, estoy que destrozo todo lo que se me pare en frente y me fastidie.



Jonathan

Nunca la había visto tan enojada, es una mezcla entre lo sexy y lo terrorífico. No sé si seria bueno hacerla enojar solo para ver esos ojos preciosos llenos de ira, estoy considerando volverme masoquista solo por ella. ¡Pégame a mi, joder!

-Lilibeth eso…- Eso es lo único que logra decir.

Tomo su brazo derecho llevándolo a la espalda mientras con mi brazo izquierdo le hago presión en su garganta para que se le haga difícil pronunciar otra palabra.

-Conozco muy bien a los sujetos como tu, justo ahora debes estar preguntándote quien soy y porqué me entrometo en tu camino para “recuperar” a esa mujer.- A pesar de que intenta zafarse de mi agarre, no lo consigue; eso eleva mi ego. -Resulta que soy el marido actual de esa mujer a quien lastimaste y si algo me satisface más que cualquier otra cosa, es sacarle los ojos a cada uno de esos hombres que la hicieron llorar.- Puedo sentir su temor al yo ejercer más presión en su garganta. -Por hoy considérate afortunado porque no te arrancaré los ojos, pero si desearas que lo haga. Arreglaremos esto a mi manera.



En hora y media llegamos al bar, el lugar ideal para comenzar mi venganza. Puedo notar su confusión y es que obviamente no esperaba que lo trajera a un lugar como este. Me acerco a uno de los encargados de la sala VIP con dos guardaespaldas detrás de mi, es política del lugar para rendir mejor protección a nuestros clientes más pudientes.

-Tomare la número cinco.

Golpeo levemente el hombro del encargado y continuo llevando casi a rastras a este imbécil. Al entrar a la sala lo empujo haciendo que se siente bruscamente en el sofá, busco el control remoto y pongo música erótica de la mejor. Oprimo el botón del cristal para que las chicas seleccionadas comiencen a bailar y me siento a su lado poniéndome cómodo. Yo no estoy interesado en ellas, pero se que él si, es normal, es un novato. No se puede ignorar tan fácilmente a unas chicas que tienen un muy buen cuerpo.

-¿Por qué me trajiste aquí? ¿Es una trampa? ¿Se lo contaras a Lilibeth?

-Te traje para que te diviertas y por otro lado, yo no tengo el porque contarle cosas sobre ti a mi mujer.

La confusión vuelve a apoderarse de su rostro, pero no dura mucho ya que vuelve a ponerle atención a las chicas. Cuando una de ellas comienza a quitarse la ropa, él se acomoda mejor en el sofá, supongo que se esta volviendo loco por querer tocarlas.

-Escucha, no sé cual sea tu juego, pero aun así te doy las gracias por traerme a un lugar como este. No cabe duda que entre hombres podemos entendernos.- Lleva una de sus manos a su entrepierna para cubrirla, ¿Enserio? Este tipo está más que necesitado.

-Corrección, no cabe duda de que eres un idiota, te explicaré como funciona esto. Para empezar, no me des las gracias tan apresuradamente porque no es una muestra de amabilidad, sino todo lo contrario. Eres uno de los cien mil enemigos que puedo tener a acusa de esa mujer a quien lastimaste y créeme que eres el menos importante. Tu error fue ir a buscarla en el momento menos indicado y esto es una advertencia.- Me levanto del sofá pasando mis dedos por mi cabello para luego acomodar mi chaqueta. -Disfruta de esta noche porque cuando abras los ojos al día siguiente, desearas haber muerto.

Al final no le expliqué la gran cosa, estoy prefiriendo torturarlo de manera sorpresiva. Quiero que sufra por largos días o quizás meses, quiero que se arrepienta de haber lastimado a mi mujer. Sé que está confundido y algo asustado, pero nuevamente no dura demasiado en ese estado porque su atención vuelve a ser captada por las chicas. Me abro paso por la sala caminando hacia la puerta donde están los dos guardaespaldas y no dudo en darles la orden.

-Quiero que cuiden bien de las chicas, si él trata de tocarles aunque sea un cabello, golpéenlo sin piedad.

-Como usted ordene señor Good.- Responden ambos guardias al mismo tiempo. La puerta de la sala se cierra detrás de mi, mi venganza acaba de comenzar.



Joseph

-Papá, quizás tengas razón, pero aun no lo se. Significa darle un cambio excesivo a mi vida.- Camino de un lado a otro por la oficina mientras hablo con él por mi celular.

-Pero le darás ese cambio por la mujer que amas. El amor es lo más poderoso y hermoso que tenemos en esta vida. Estoy cansado de verte sufrir, llorar y hasta de embriagarte por esa mujer. Acepta ya de una buena vez mi propuesta hijo.

-Lo pensaré…

-¡Basta ya de pensar! Solo le estas dando largas al asunto y si no haces algo desde ahora te vas a arrepentir el resto de tu vida.- Lo único que me queda es soltar un enorme suspiro desde el fondo de mi alma.

-Tengo miedo papá. Vivo en esta terrible agonía desde que la arrebataron de mi lado y lo más que me aterra es darlo todo y que aun así no consiga nada. Me aterra la idea de solo tenerla en mis brazos por un par de horas y que al abrir mis ojos nuevamente ya no esté conmigo. No soportaría pasar por lo mismo otra vez, no lo resistiría.

-Te estas ahogando en un vaso de agua y no estas viendo mas allá de tu dolor. Ven a verme mañana mismo y no quiero negaciones. Vamos a hablar de hombre a hombre; mañana no seré tu padre.

Con o Sin DineroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora