Capítulo 2

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-Para nosotros ver a un hombre golpear a una mujer tanto física como emocionalmente es algo deplorable, algo que no podemos aceptar. Cada lágrima de una mujer son como dagas a nuestros corazones, no podemos hacernos los ciegos, tenemos que ayudarlas, nuestro corazón lo pide.- Explicaba Joseph mientras trataba de mantenerse calmado ante la mirada asesina de aquel hombre que golpeó a su ahora amiga.

-Nosotros solo pasábamos por allí cuando vimos aquella escena. Ese grandísimo estúpido la estaba amenazando con su arma. ¿Sabe lo que sentí en ese momento? CORAJE, mucho coraje porque ella era vulnerable, inocente, se podía ver el terror en su rostro. Ese grandísimo gilipollas la estaba intimidando y yo solo le quería romper su madre, de hecho, se la rompí.- Sonrió victorioso al verle la nariz rota al igual que su labio.

-Por favor use lenguaje moderado, señor Good.

-Lo siento, es solo que me hace estallar como dinamita.

-Como comprenderá señor alguacil, nosotros tenemos una gran pasión por ser los ángeles de aquellas mujeres maltratadas y nosotros solo aportamos de lo poco que podemos dar para ayudarlas. Hombres como aquel deben enfrentar cargos severos, por favor encárguese de eso.

...

-Espero que de verdad le pongan los cargos que se merece por idiota.- Jonathan suspiraba mientras caminaba masajeando su muñeca derecha ya que se había lastimado un poco, mientras tanto, Joseph seguía pensando en aquella chica.

Nuevamente se hacia la pregunta, ¿Por qué lo permiten? ¿Por qué las mujeres siguen permitiendo que los hombres las maltraten? Fácilmente pueden tomar un celular o ir ellas mismas a una delegación tan pronto tengan la oportunidad y no dudar como siempre lo hacen. A pesar de que Jonathan le hablaba, Joseph seguía sumergido en sus pensamientos. Ninguna mujer merece ser golpeada, aguantarle idioteces a un hombre estúpido, maltratador y machista; ¿Por qué lo permitían?

-¡Joseph!

Rápidamente Joseph salió de sus pensamientos ante el llamado agonizante de su amigo. Ambas miradas se encontraron a lo cual la de Joseph era una de confusión. Los sollozos leves captaron la atención de Joseph, estaba tan sumergido en sus pensamientos que no se había percatado de que había tropezado con una niña de apenas tres años. Su corazón se afligió y enseguida la tomó en sus brazos tratando de calmarla.

-Lo siento pequeña, no fue mi intención, perdóname por ser un tonto y lastimarte. ¿Quieres que te compre un dulce? Son muy deliciosos y te levantaran el ánimo.

La niña limpiaba sus pequeñas lágrimas mientras ahora se dedicaba a sonreír. Le encantaban los dulces, pero su madre no le permitía comer muchos en un solo día. Con sus dedos le hizo un ademan de que solo podía comprarle dos dulces, algo que le pareció tierno a Joseph.

-¿Solo dos? Está bien, te los compraré.

Joseph comenzó a caminar hacia una dulcería cuando de momento sus pasos se detuvieron. Miró a la niña con confusión para luego mirar a su amigo de igual forma. Una idea bastante horrible se cruzó por su cabeza.

-Eres muy pequeña como para estar sola, ¿Dónde están tus padres? ¿Te dejaron sola? ¿Cómo llegaste aquí?

La niña le sonrió cálidamente para luego señalar el camino por donde venían. Varios hombres corrían hacia su dirección, el corazón de Joseph volvió a agitarse. Jonathan se posicionó frente a su amigo, estaba decidido a pelear, pero más se confundieron cuando vieron que los hombres no venían en plan de pelear.

-Rosse, ¿Qué te hemos dicho sobre no esconderte?- Habló uno de los hombres haciendo que la niña riera.

A pesar de que Joseph estuviera confundido, necesitaba asegurarse de que la niña no corriera peligro.

Con o Sin DineroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora