TIEMPO

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Los días iban pasando, Harry hacía su rutina normal, despertarse, comer, nada, dormir, así durante 5 días.

Lo único que cambió es que lo pusieron en terapia en grupo, con una tal Zara.

Ni Liam, Niall y Zayn volvían y de Louis no supo nada desde aquella noche que paso todo.

-¡Marica despierta!- gritó una voz con tono de enfado y superioridad.

-Cállate de una puta vez Richard, esta noche tu hijo me ha dejado muerto de la follada que me ha metido- dijo el rizado aún en la cama sin abrir sus ojos.

-¿Te recuerdo que ahora puedo hacer lo que quiera ya que no está Zayn?-contestó muy enfadado.

-¿Y? Él solo me protegía porque Niall le obligaba, pero la vida ya me da igual, si quieres mátame tú mismo- comentó Harry sin ganas aún con los ojos cerrados.

Richard automáticamente cogió a Harry de su pelo rizado tirándolo al suelo, y comenzando a darle patadas.

-Ohh dios mío qué dolor, Richard si me quieres matar currátelo un poco más-Harry aún tenía los ojos cerrados y estaba pasando de todo.

-¡CÁLLATE MARICA!- gritó Richard.

-Guau- dijo haciéndose asombrado el rizado.

-¿¡QUÉ PASA GILIPOLLAS!?- gritó el guardia mientras le escupía.

-Nada, bueno joder, que tu hijo folla muy bien.

-Mira maricón de mierda, mi hijo es más hetero que yo.

-Entonces no es nada hetero.

Richard le dio un puñetazo en la cara, le escupió el palillo que tenía en la boca y se fue.

De repente se escucharon pasos muy rápidos llegar a la habitación. Harry empezaba a ver borroso y a no escuchar muy bien.

-¿Estás bien?- se escuchó decir a una voz misteriosa.

Harry se desmayó. A las 2 horas se despertó y vio a la persona que le había curado.

-¡¿Joder, y tú quién eres?!- gritó el ojiverde.

-Ohh es verdad, me presento, me llamo Adam, encantado ¿y tú? - dijo con tono muy simpático.

-y...yo...- Harry se había quedado paralizado de la belleza de ese chico, tenía un ojo de color marrón y otro verde, el pelo negro y rizado, se le marcaba la mandíbula, tenía bastantes tatuajes y un piercing en la nariz.

-¿Cómo te llamas?- dijo riendo el pelinegro.

-Yo...Styles, digo Harry Styles.

-Pues encantado Styles.

-Pero puedes llamarme Hazz- dijo en tono coqueto.

-Bueno Hazz, pues tú me puedes llamar a mi Dada.

-¿Dada?- pregunto extrañado Harry.

-Claro, de Dada de Adam-contestó riendo.

Harry se quedó en shock de la preciosa sonrisa que tenía Adam.

-Lo siento es que soy muy malo para los nombres- contestó el ojiverde un poco apenado.

-Bueno seguro que si te lo hago gritar en la cama te acordaras- Harry se quedó de piedra por lo que había dicho y Adam se supo a reír como nunca- quita esa que cara, que es broma.

-Tengo...bueno al menos eso creo, creo que tengo novio-contestó el rizado.

-¿Y quién es?- Adam tenía mucha curiosidad de saberlo.

-Bueno, no te lo puedo decir, es algo bastante complicado.

-Ahh bueno si tú no me dices quien es tu novio yo no te diré quien es el mío- dijo el pelinegro con tono de burla y superioridad de broma.

-Dios me voy a morir, que molesto, ni te lo había preguntado- contestó el ojiverde mientras se reía.

-Bueno, supongo que a mi novio y a tu "novio" no es importaran que te haga esto- dijo Adam mientras cogía la cara y se la acercaba lentamente.

-Ja, te lo has creído, mi novio se entera de que te he besado y tú mueres y yo me convierto en prostituta en este psiquiátrico- advirtió mientras reía.

A Harry le encantaba ver a Adam reír, le parecía muy bonita su sonrisa, para él sus dientes parecían perlas o diamantes.

-Bueno ¿vamos a comer o algo? que con la tontería ya es la hora de la comida.

-Si vamos.

Se levantaron de la cama y salieron de la habitación que en esos momentos solo vivía Harry, ya que los demás estaban en el hospital, pasaron por los pasillos grises y llenos de cuadros raros que nadie entendía excepto los enfermos que los habían pintado y llegaron a la cafetería, allí vio a Richard que no paraba de mirarlo.

Cogieron una bandeja y fueron escogiendo la comida que ellos querían, en esta ocasión Harry tenía de comer espaguetis y de segundo, carne rebozada, él no era muy sano, en cambio Adam tenía una ensalada y una manzana.

Se sentaron en una mesa y comenzaron a hablar.

-¿Por qué estás aquí Dada si pareces un buen niño?- preguntó el ojiverde muy intrigado.

-Bueno pues mi padre era un alcohólico y me maltrataba, entonces las autoridades se enteraron y como de familia solo me quedaba mi abuela me llevaron con ella, mi abuela murió a los 3 años de estar con ella y como ya no me quedaba nadie me pusieron en un centro de menores, ya que solo tenía 16 años, allí me vieron conductas suicidas y raras según ellos, y pues al cumplir los 18 me llevaron aquí y ya llevo un año estando en este psiquiátrico.

-Tienes la misma edad que yo- dijo Harry sorprendido, ya que le ponía un par de años más.

-¿Y tú qué haces aquí?- Harry se había enfadado un poco con la pregunta porque le molestaba que se lo preguntaran, pero aun así le contestó.

-Bueno pues todo comenzó cuando le dije a mi padre que soy gay, él me quiso matar, pero le empuje por las escaleras a la vez que le clavaba un cuchillo y pues rodó por ellas, estuve a punto de matar a mi madre y hermana, pero al final no lo hice y ahora me odian y pues me pusieron aquí en vez de ir a la cárcel porque supuestamente tengo muchos trastornos.

-Bueno la verdad es que mejor que estés aquí.

-¿Por qué dices eso?- preguntó el rizado muy extrañado.

-Uno no te hubiera conocido, ni tampoco tu supuesto novio digo yo y dos que serías el rey de la cárcel todos te tendrían miedo y se te subiría el ego porque con la historia que me has explicado hasta el diablo te tendría miedo- Harry se empezó a reír con ese comentario.

Acabaron de comer recogieron sus bandejas y se fueron a terapia, se dieron cuenta de que iban al mismo grupo, pero que estaban en su mundo y nunca se habían dado cuenta de la presencia del uno del otro.

Llegaron y vieron a Zara una chica pelirroja, muy alta, con los ojos azules y era muy guapa. Ese día llevaba un traje blanco con tacones negros y un moño.

La sesión acabó, ese día se trataba de hablar de las familias, muchos pacientes lloraron, Harry no estaba entre ellos, pero Adam sí.

Se hizo muy tarde y no llegaban a ir a cenar, Harry se despidió de Adam y cada uno se fue a su habitación.

El ojiverde se tumbó en la cama y se puso a pensar en lo bien que le había caído Adam.

Ese día fue muy tranquilo, no como los que le esperaban.

Mente perversa [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora