Capítulo 4

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Bucky tenía la mochila preparada con su equipaje, le pagó al casero el mes que le debía, se despidió de Alma y el señor Nakajima... pero antes, tenía que ir a la insufrible consulta de la doctora Raynor.

—¿Otra vez aquí, James? —le preguntó en tono cansado al verlo entrar.

—No es por voluntad propia —dijo, dejando la mochila y sentándose en el sofá.

—Lo suponía... ¿Vas a alguna parte?

La doctora se sentó en el sillón frente a él, sacando la maldita libreta y el bolígrafo, cruzándose de piernas con una mirada inquisidora. Bucky rebufó y se recostó en su respaldo, intentando calmarse.

—A Washington.

—Espero que no sea por mucho tiempo, la semana que viene tienes que volver a consulta. Dime James, ¿qué ocurrió el otro día?

—Escuche, no ocurrió nada, simplemente hubo una explosión. Yo no tuve nada que ver, se lo prometo.

—¿Has olvidado las tres normas?

Bucky agachó la cabeza, agotado mientras negaba con la cabeza. No sabía cómo convencer a la doctora Raynor, él ya estaba reformado, completó toda su libreta y estaba en paz. Lo único que quería resolver era el misterio de Ente.

Aunque esas noches tampoco había estado durmiendo bien. No dejaba de pensar en Valeria, pero ese tema debía quedar aparcado, de momento.

—Te veo pensativo. ¿Ha pasado algo en el tiempo que no nos hemos visto?

—No ha pasado nada, no sea paranoica.

La doctora alzó las cejas y empezó a escribir en el cuaderno para su sufrimiento. Odiaba que hiciera eso.

—No ha pasado nada, sólo me enteré de que una chica con la que salía en 1943... —su tono de voz fue bajando poco a poco, hasta ser un susurro— desapareció después de que me secuestraran. He estado pensando en ella pero no recuerdo nada. Ya está.

La doctora lo miró y giró el boli entre los dedos. Que estuviera en silencio y mirándolo así lo incomodaba mucho más.

—James, ¿ha probado la terapia regresiva alguna vez?

—Usted es el primer psicólogo al que acudo en mi vida.

—Túmbese, por favor —indicó, señalando el sofá.

—¿Qué? ¿Esta tontería es en serio?

—Túmbese o no daré esta sesión como válida.

—Joder...

No tuvo más remedio que tumbarse, mirando a la terapeuta.

—Relájese, mire hacia el techo y cierre los ojos.

Le dieron ganas de levantarse e irse de allí, pero haría lo que le pidiera (aunque evidentemente no funcionaría) y luego se largaría a Washington.

Escuchó una especie de sonido continuo y su instinto quiso que abriera los ojos, pero no lo hizo.

—Concéntrate en tu respiración y en cuando paso la hoja del cuaderno.

—Odio ese cuaderno...

—Silencio.

Se mantuvo callado, escuchando aquél sonido y el pasar de la hoja durante minutos mientras la doctora seguía hablando.

—James, cuéntame sobre aquella mujer. ¿Recuerdas la primera vez que la viste? ¿Qué era lo que llevaba puesto? ¿Recuerdas sus ojos? A lo mejor eran castaños...

Ente (Bucky Barnes y tú) [MARVEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora