Jesucristo no vino por los creyentes

Capítulo 7

Hipocresía en las congregaciones.

En el pasado, siempre me afectó el amor que se manifestaba entre sus hijos porque estaba convencida de que no eran amorosos en todo momento. Cierto. Pero tampoco nosotros somos los mismos cuando nos proponemos dar una buena imagen en una entrevista de trabajo que en un medio de más confianza y, no por eso, nos consideramos hipócritas sino "educados"; un término halagador para nosotros y de ataque para las iglesias.

Creo que llegó a ser un lema para mí, calificar, en mi interior, a las personas que se congregaban en una iglesia, de hipócritas. Me avergüenza hoy decirlo pero, si lo sabe Dios, nada tiene que ver que lo comparta a Uds. No se trata siempre de los demás; la visión que tenemos de los hechos responde, en gran medida, a lo que hay dentro de nosotros mismos.

Yo juzgaba a esas personas sin detenerme a analizar que, aunque nos caracterice la dulzura, no siempre somos tiernos; aunque nos tilden de amorosos, no siempre nos expresamos con cariño; aunque nos consideremos correctos, no siempre tenemos actitudes ideales. De la misma manera, estas personas, no por ser cristianos dejan de ser humanos; por eso aunque sean tolerantes, bajo ciertas circunstancias pueden impacientarse; aunque tengan fe, pueden temer; aunque Dios los vea justos, pueden fallar.

Hoy estoy en la posición de ellos mientras que, quizás, tú estés en la mía del pasado, y comprendo que debo tener disposición para sacar la viga de mi ojo antes de mirar la paja del suyo. Por eso nuestros puntos de vista nos hacen analizar las mismas cuestiones desde una perspectiva diferente.

Nos recreamos en juzgar a otros sin tener en cuenta cuánto debemos priorizar la atención en nuestra propia restauración humana. Hoy he aprendido que lo que sale de mis labios, habla de mi corazón.

"Porque mi boca hablará verdad y la impiedad abominan mis labios".

Proverbio 8:7.

Jesucristo vino por ti.