12. El miedo más grande de Mowgli (parte 2/2).

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A veces se preguntaba cuán estúpida podía ser, si es que nadie en su sano juicio podría hacerle caso a Ranjan y ella lo sabía, pero no lo pensó tan detenidamente como le habría gustado. Ahora, se encontraba enredada en la raíz de una planta acuática, siendo hundida una y otra vez por la fuerza de la corriente. 

Cuando estás a punto de morir por una tontería, entonces te planteas las cosas de una forma distinta. En su caso, ¿amaba a Mowgli tanto como para morir por él? 

La respuesta era lastimosamente sí, pues al fin y al cabo ya se había expuesto numerosas veces al peligro por salvarle. No era novedad que hiciera locuras por amor, y darse cuenta de ello solo la abrumó más en su lucha por salir a flote. 

Lucha que se vio interrumpida al momento en el que unos fuertes brazos la tomaron y acogieron contra el firme pecho que reconocía muy bien aún en el medio de su histérico ataque de tos. Era su preciado pelinegro, podría reconocerlo hasta dormida. 

— ¡¿Estás loca?! — inquirió en un grito, apenas llegar a la orilla — ¿Cómo fue que acabaste ahí dentro? —  cuestionó, con un ceño fruncido tan profundo que hasta daba miedo — Es más, ¿Qué estás haciendo aquí?  

Estaba tremendamente molesto, sus ojos irradiaban furia y estaba temblando. El moreno parecía encontrarse mal y ella se arrepintió de haberle asustado.

— Lo lamento... pensé que quizá una buena manera de llamar tu atención sería fingiendo encontrarme mal, pero, bueno... luego ya no tuve que fingir.

Y lo decía como si nada. 

— ¡No puedo creerlo! — claramente, al chico de la selva eso no le hizo ni pizca de gracia — ¡¿Qué tan mal de la cabeza tienes que estar como para pensar que ponerte en riesgo vale la pena para llamar mi atención?!

— ¡Estaba desesperada, ¿bien?! Me has ignorado todo este tiempo, ¿qué te sorprende tanto?

— ¡No te ignoro!

— ¡No me grites!

— ¡No te estoy gritando!

Y entonces se dio cuenta de que, de hecho, sí lo estaba haciendo. Decidió tomar una honda respiración para calmarse, antes de continuar con su discurso. 

— Bien, lo siento, ¿si? — murmuró, levantándose del suelo y ayudando a su amiga para que ella hiciera lo mismo — Para ser honesto, yo también creo que he exagerado. Estaba enojado y no quería herirte con mis palabras, pero parece que mis acciones bastaron para hacerlo — con cuidado, desató la trenza de la joven para dejar a su húmedo cabello, caer sobre la espalda ajena. 

— ¿Por qué estabas enojado? 

La pregunta del millón.

— Porque ese sujeto estaba ahí parado, robando las bonitas sonrisas y risitas  que pretendo hurtar y guardar para mi. 

La boca de la de mirada avellana se abrió, sin poder creer lo que, indirectamente, Mowgli confesaba.

— ¿E-Estabas celoso? — el joven se tensó al oírle, y sonrió de forma tímida.

— Si así quieres llamarlo... — pero era demasiado orgulloso como para admitir lo obvio ante ella. 

Repentinamente todo cobró sentido, y aunque no estaba muy feliz con su actitud hacia ella, entendió su sentir, pues ella había vivido en carne propia lo que era ver a quien quieres convivir de forma "amistosa", con alguien más. No era malo hacer amigos, pero se percibe diferente el trato del "seamos amigos" que el de "quiero que seamos algo más". O al menos lo es cuando esa persona no te gusta tanto que te deja lela. 

— Yo... siento haber hecho esto, tal vez no debí apresurar las cosas.

— No, yo me disculpo por mi comportamiento. No quería lastimarte y eso fue justo lo que hice, ¿me perdonas?

— Perdonado... — y se fundieron en un tierno y mojado abrazo.

Permanecieron de ese modo algunos minutos. Probablemente ninguno lo diría, pero se habían extrañado muchísimo y querían permanecer de esa forma un tiempo más. Así que llegaron al  acuerdo silencioso de quedarse así.

— Yo... de verdad lo siento, pero... no hagas esto otra vez, por favor — su voz era frágil y rota. Shanti lo notó — No tienes idea del miedo que he pasado al saber que te estabas ahogando.

Su miedo más grande, era ese mismo. El de perder a sus preciosos ojitos... el ya no ver más su encantador brillo.


Ojitos (El Libro de la Selva).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora