XIII

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—No me lo puedo creer.

Noto como músculos que ni siquiera sabía que tenía se me tensan junto con el resto del cuerpo. Me separo de Kay de un empujón, como si tocarlo quemara y me quedo paralizada frente a mi mejor amiga.

—Saskia, no es lo que... — trato de explicarle. Mi voz tiembla. No se que le está pasando por la cabeza en estos momentos.

—¡No me digas que no es lo que creo! ¡Os he visto! — me grita, y yo me acerco a ella, haciendo un gesto para que baje la voz. — ¿Qué? ¿Estabas forzándola, Kay? — le pregunta al pelinegro, señalándolo con un dedo acusador.

El ceño de Kay se arruga, al igual que el mío. Puedo notar la confusión en el rostro de Kay, pero una pequeña parte de mi siente alivio al darme cuenta de que Saskia piensa que no tengo nada que ver.

—Pienso denunciarte, hijo de...— Saskia se acerca a él con pasos agigantados, y juraría que tiene la intención de propinarle un puñetazo en la cara, y efectivamente es lo que intenta cuando está a pocos centímetros de Kay.

—Yo no he forzado a nadie, niña loca. — le dice Kay mientras atrapa con fuerza las muñecas de Saskia en el aire, impidiendo que esta le golpeé la cara. — Tú mejor amiga estaba tan loca por besarme como yo a ella.

No puedo evitar sonrojarme al escucharlo decir eso. Acaba de admitir que estaba loco por besarme, y aunque es algo que yo sabía, que Kay lo diga en voz alta solo hace que me excite más.

—¿Es eso cierto, Liese? ¿Tú querías? — me pregunta mi amiga, todavía atrapada en las manos de Kay. Me mira desesperada, como si realmente estuviera rezando porque yo no me haya saltado las normas.

Me quedo en silencio unos segundos que parecen horas, pasando mi mirada de Saskia a Kay continuamente. No sé que decir. Es obvio que Kay no me ha forzado, pero decirlo hará que Saskia no me dirija la palabra jamás, y es muy probable que se lo cuente todo a la instructora Mathilda, y eso solo me recuerda a lo que le sucedió a Franziska, pero por otro lado, se que si digo que Kay me forzó Saskia no dudará en denunciarlo, y estoy segura de que ser un milagroso no lo salvará del castigo que le pondrán por intentar violar a alguien. Me toca decidir, y tengo que hacerlo rápido.

¿Perder a mi mejor amiga y arriesgarme a que nos castiguen a ambos o perder a Kay y someterlo a la peor de las torturas ?

Creo que la decisión es obvia.

—No me ha forzado a nada. — digo por fin. Veo como la expresión de Kay se relaja, al contrario de la de Saskia, quien se queda mirándome perpleja.

—No me mientas, Liese. — me dice mi amiga. Parece que trata de autoconvencerse de que de verdad estoy mintiendo. — No tienes que defender a este farsante infiel y...— comienza a insultar a Kay, mirándolo con todo el desprecio que una persona puede mostrar.

—No está mintiendo. — responde éste, con la voz firme. — Liese ha querido, al igual que yo. No nos puedes juzgar por algo que no podemos controlar. — siento como mis manos sudan y unos escalofríos horribles me recorren el cuerpo. No tengo ni idea de cómo va a acabar esto.

—¡Liese si podía controlarse! — grita Saskia. Yo me tenso y miro a mi al rededor, rezando porque nadie nos esté escuchando. — ¡Hasta que tú llegaste! ¡Le has lavado el cerebro! — Kay da dos pasos firmes hacia Saskia y esta se calla al instante, pero no deja de mirarlo fijamente a los ojos. Está intentando no intimidarse, pero por como tiembla se que no le está resultando fácil.

Me acerco a Kay por detrás y lo agarro del antebrazo para tirar de el hacia atrás, pero no cede, es como si estuviera clavado en el suelo.

—Kay, ya está bien, para. — le digo, deseando que me escuche y deje de intimidar a mi amiga, la cual luce muy nerviosa. Incluso tiene los ojos llorosos. —Kay, se acabó. — nuevamente, me hace caso omiso, por lo que decido ponerme en medio de los dos, fijando mis ojos en Kay, quién sigue teniendo la vista en mi amiga, y dejando a Saskia pegada a mi espalda. — ¡Kay, ya!

Él desvía su mirada hasta encontrarse con la mía, y puedo notar lo furioso que está, pero no me da tiempo a decir nada, pues un taconeo se está aproximando a pasos agigantados.

—Mierda.— murmura el pelinegro cuando la Instructora Mathilda entra por la puerta.

—¿Qué son esos gritos? — nos pregunta ella, en un tono frío y molesto, cosa que no nos sorprende.

Yo me mantengo en silencio, al igual que Kay. Miro a Saskia aterrorizada, sintiendo un pánico real a que cuente lo que ha visto. Ella no nos mira, tiene su vista fija en la instructora. Se seca algunas lagrimas y respira hondo, y es ahí cuando me preparo para escucharla decir todo lo que ha pasado.

—Nada, estábamos estudiando un poco y ellos estaban hablando demasiado alto sobre el examen del viernes y yo les he echado la bronca porque no podía concentrarme bien. — suelta Saskia con total normalidad.

Siento como mi cuerpo se relaja y cómo nuevamente puedo respirar con tranquilidad. Kay se mantiene igual, no muestra ningún tipo de sentimiento. Está ahí de pie, sin mover ni una pestaña como si fuera un ser inerte. Por otro lado, la Instructora Mathilda se mantiene en silencio, examinándonos con una mirada acusadora a los tres mientras se mordisquea el interior de su cachete, cómo si estuviera decidiendo si creernos o no.

—No quiero escuchar más escándalo. — y dicho esto, se va por donde ha venido. Saskia la sigue después de dedicarnos una mirada decepcionada.

—Wow. — miro a Kay cuando habla. Veo una sonrisa ladeada formada en sus labios. — Esa ha estado cerca.

—¿Qué ha estado cerca? — entrecierro los ojos y pongo mis brazos en forma de jarra. — Estuvimos a un segundo de que nos mandaran directos a la sala de castigos. — Kay me mira a los ojos. De pronto, su sonrisa ladeada se ha transformado en su típica sonrisa pícara.

—¿Por qué? ¿Qué ibas a hacer justo antes de que entrara tú amiguita? — da dos pasos cortos hacia mi, haciéndome retroceder. — ¿Me ibas a besar?

—No te soporto.

Tras decir eso, me echo a caminar hacia el pasillo para ir directa a mi habitación. No tengo hambre, así que no entraré al comedor, lo único que quiero es descansar y que pase este día tan extraño.

Llego a mi puerta e introduzco la llave en la cerradura. Con un giro de muñeca la abro y me doy cuenta de que no está Saskia, así que supongo que ella sí habrá ido al comedor. Entro y le doy una ligera patada a la puerta para cerrarla.

Justo antes de que la puerta se cierre, Kay le da un golpe con la mano, abriéndola nuevamente y se adentra en mi habitación sin pedir permiso para después cerrarla de casi un portazo.

Todo ocurre tan rápido que ni siquiera me da tiempo a procesar nada.

La mano derecha de Kay agarra mi nuca con fuerza mientras que con la otra me agarra el cuello, ejerciendo una ligera presión sobre él, y entonces sucede: tira de mi hacia él y estampa sus labios con los míos con una fuerza deliciosa.

Hace uso de su fuerza y de su agarre para dar la vuelta sobre nosotros mismos y camina un poco, golpeándome la espalda contra la puerta, haciéndome daño con el pomo de la misma, pero no me importa. Al menos no ahora.

La sensación de sus labios, tan carnosos y suaves, devorando mi boca con tanta ansia hace que las piernas empiecen a fallarme. Siento un cosquilleo por todo mi cuerpo, y un ardor inunda mi intimidad cuando succiona mi labio inferior después de haberlo chupado con su lengua.

La mano con la que me agarraba la nuca se ha adentrado en mi pelo, tirando de él, y la mano que puso en mi cuello pasa a mi trasero, apretando mis nalgas con fuerza y desespero. Puedo sentir como algo duro empieza a crecer contra mi vientre a la vez que las respiraciones de ambos se aceleran a un ritmo preocupante.

Yo tiro de su pelo negro para pegarlo más a mi, y arqueo mi espalda para sentirlo completo contra mi.

Ni siquiera soy capaz de pensar en lo que estoy haciendo y las consecuencias que va a tener este beso, solo puedo concentrarme en el placer que estoy sintiendo al tener a Kay devorándome cual depredador a su presa.

Lo único que puedo pensar ahora mismo es en las ganas que tenía de que este momento llegara.

Hola!!

Se que es cortito, pero espero que les haya gustado. Quise publicarlo ya porque les he hecho esperar demasiado, lo siento :(

Intentaré publicar más seguido !

PecadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora