Miranda
No había valorado nunca que una persona te pudiese dar paz, pero Max a pesar de crearme esa necesidad de contestarle a todo a la defensiva y ponerme de los nervios por su forma de ser, me da una paz, una tranquilidad y una sensación de protección que no había sentido nunca.
Pero eso no ayuda a sentirme mejor, sé que no se cree mis palabras y eso me hace sentirme mal. Pero no puedo ser sincera con él y sobre todo con mi hermana que es la persona al igual que mi madre que más me importa en la vida. No quiero preocuparlas y si les cuento mis planes sé que me van a tachar de descerebrada y sé que Max ya piensa así después de verme con Conrad en la cafetería.
No me atrevo a mirarlo, mi respiración no está agitada solo por la carrera que acabamos de hacer, más bien es por la tensión que siento ahora mismo al tenerlo tan cerca y notar que me está observando. No lo disimula, no se esconde, lo puedo ver por el rabillo del ojo.
—Le podría llegar a entender.— Dice y me giro para intentar comprender a que se refiere.
—¿El qué?
—Como actúa Conrad contigo.
Le miro intensamente intentando descifrar lo que me quiere decir con esos ojos cristalinos.
—¿Y cómo actúa según tú?
—Intentando ser alguien que realmente no es.
—¿Y crees que yo no lo conozco?
—Supongo que lo conoces mejor que nadie Miranda, pero que sea así hace que tu actitud con él sea aún más cuestionada.
—Bueno cada uno actuamos como sabemos para intentar hacer las cosas de la mejor forma posible.
No me puedo enfadar con él, no porque sea sincero conmigo, yo soy consciente de las cosas y sé que Max tiene razón, pero él no está en mi cabeza.
Tampoco me puedo enfadar con él porque me dé su opinión, además ahora mismo no puedo pensar en otra cosa que lo que estoy sintiendo por él. Le deseo, ahora mismo estoy que me muero por eliminar la poca distancia que hay entre los dos y probar de una vez esos labios que me llevan poniendo en jaque desde el día que lo vi por primera vez.
—Imagino, de todas formas creo que es muy imbécil por no tratarte como te mereces.
Nuestras miradas se entrelazan de nuevo y no puedo evitar morderme el labio de los nervios y de la tensión que me han provocado sus palabras.
—Te agradezco que seas sincero conmigo aunque la mayoría de veces sean cosas que sepas que no me van a gustar o que no me vayan a mi favor.
—No soy todo lo sincero que me gustaría.
—¿Piensas aún peor de mí?— Le pregunto avergonzada.
—¿Crees que si pensase eso de ti, estaría aquí contigo?
Acerca su mano y roza mi con sus dedos mi pómulo, es un tacto casi imperceptible, pero de una gran intensidad, pero no se detiene ahí, sus dedos consiguen coger uno de los mechones que tengo sueltos que se han desprendido de la coleta y lo posa detrás de mi oreja. Consigue que aguante la respiración tanto que dudo me pueda desmayar incluso, pero consigo respirar cuando sus labios se estiran mostrando una leve sonrisa que consigue cegarme.
—No lo sé.— A penas me sale la voz, tampoco el que decir, mi cabeza solo tiene algo que no deja de pensar y es en sus labios.
— No soy sincero ni conmigo mismo, desearía poder alejarme de ti, poder interponer toda la distancia que pudiese, pero me lo haces imposible. Tus labios consiguen que todo pensamiento racional se vaya al traste.
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Mi tramposa favorita
Teen FictionSINOPSIS Por fin está preparada, Miranda va a afrontar su primer año de universidad, y está dispuesta a dejar atrás las malas influencias y hábitos que ha tenido, casi todas relacionadas con hombres, que además le han alejado de sus propósitos. Max...