capítulo 4

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Max

Vuelvo a reanudar el ritmo que llevaba hasta que la he visto, verla correr así me ha llamado la atención, pues por mucho que quería correr con mayor velocidad sus piernas no daban. Pero ha sido ese grito desgarrador cuando ha parado en seco, lo que me ha hecho ver que está tan rota como lo estuve yo. Tiene mucha rabia acumulada, y como me pasaba a mi, necesita una vía de escape para canalizar todo lo que le remueve por dentro.

Llego después de una hora corriendo a mi ritmo, con las piernas entumecidas del cansancio, pero me siento bien, incluso podría decir que estoy como nuevo, no solo ha sido pasar un rato con Miranda, es el haberme recordado que todos tenemos nuestros problemas y que debemos afrontarlos como mejor sepamos o podamos, y que los amigos y familiares son un apoyo que no debemos rechazar, si realmente nos quieren no nos dejarán solos, por eso voy a irme unos días a ver a mi hermano y a mi madre, quiero comprobar como están e intentar hablar con mi hermano para que intente recapacitar y hacer algo para dejar esa vida, que se de cuenta que hay mundo más allá de eso.

Cuando llego a mi casa después de horas conduciendo y pensando en como será ver a mi hermano después de todo lo que ha pasado, me hace estar nervioso, y sobre todo volver a ver a mi madre, si ya siento la punzada de pensar que la dejé sola ante toda la mierda de mi hermano, no quiero imaginarme como será verla cara a cara.

Pero como me esperaba el recibimiento es emotivo, mi madre en el momento que sale a abrir la puerta, se derrumba, su llanto hace mella en mi y no puedo evitar sentirme tan culpable que no puedo hacer otra cosa que abrazarle y no querer soltarla.

—Estás más delgado Max.—Sin dejar de soltarme me conduce hasta el interior de la casa, que sigue igual que cuando me marché, solo que veo algún que otro golpe en las puertas y desgastes en las paredes.

—Mama no empecemos, donde está Jack, necesito hablar con él.

—Déjalo, está descansando en su habitación.— dice mi madre queriendo evitar el conflicto.

Adoro a esta mujer, después de todo lo que le hemos causado tanto mi hermano como yo, sigue queriéndonos y protegiéndonos, y decido subir a mi cuarto y descansar a sido un viaje largo y es mejor descansar y mañana hablaré con Jack.

A la mañana siguiente me despierto como nuevo, es alucinante como dormir en casa me hace sentirme como nuevo, recuperar la tranquilidad de verme rodeado de mi familia, por eso bajo las escaleras casi corriendo al oler ese aroma a chocolate caliente que mi madre nos hacia todos los fines de semana cuando venía el frío.

—No hay mejor forma de despertarse que oler a chocolate recién hecho.

Mi madre está terminando de hacer unas pancakes de avena y plátano, me acerco hasta ella y le abrazo, al ver su sonrisa resaltar y sus ojos que brillan con intensidad.

—Ve a despertar a tu hermano y bajar los dos a desayunar.— asiento y le obedezco.

Una vez he vuelto a subir las escaleras me planto frente a su habitación y antes de decidirme a tocar la puerta, esta se abre como si me estuviese esperando. La figura de mi hermano se presenta delante de mi, pero su cara es tan diferente, parece agotado.

—Tio estás hecho un desastre.—le confieso sin saber que más decir.

—Tu tampoco es que estés mucho mejor.— me contesta acercándose y dándome un abrazo.

Es un abrazo sincero y que expresa con un gesto algo que con palabras es difícil.

—Vamos bajemos a desayunar.— digo después de unos minutos en los que no hay palabras y aun así el silencio no es molesto, simplemente es necesario.

Mi tramposa favoritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora