Indecisa

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Un nuevo capítulo de esta alocada historia de amor...
Espero les gustes mis amores 😚

Últimamente la aldea se encuentra en una locura. Desde que Kawaki se fue y el mundo volvió a estar en paz no había sentido nada similar a este ambiente de muerte y locura. La boda entre Shikadai Nara y Yodo Subaku no. La invitación llego a mi casa por la mañana y no tuve tiempo de leerla; papá estaba muy complacido, hasta dijo que su dote sería el mejor. Me siento deprimida, creí que él era más fuerte que un contrato nupcial, creí que era más fuerte que la paz añeja de una aldea inexpugnable... pero ya vi que no.

Todo en este día está siendo insoportable: la tensión en el aire, mi amnesia por realizar las tareas y que Shinki-kun lleva días sin asistir a la escuela ¿qué le pasa? ¿Acaso no pudo enviar un mensaje? Aún no se cual es nuestra situación actual. Entiendo que seguramente debe estar arreglando asuntos en casa, pero me siento intranquila. Se que debo entender la situación, pero como me gustan esos ojos obscuros, de un verde botella. Su hermana debe estar molesta y él seguramente está ahí, para consolarla. Que odiosa situación; quiero que vuelva. Rechino los dientes.

Cierro mi carpeta de un golpe y bufo por lo bajo. Me molesta que los Nara siempre han sido herramientas de mi padre. Me molesta que Shinki no pueda venir a la escuela por dicha razón. A veces pienso que el Hokage no es tan adorable como parece; Naruto Uzumaki, tirano. Parece un hombre increíble, siempre sonriendo con los ojos y viviendo por la aldea; su sueño era ser Hokage, pero no tenía que arrastrar a todos con él en el maldito proceso. El tío Sasuke, la tía Sakura, mamá, Shikadai. Nadie le pidió que fuese el maldito Kage de Konoha. Cada vez entiendo más a Boruto.

La clase de arte está a punto de iniciar y yo estoy muy cabreada; últimamente Sai-san no elogia mis trabajos y en las demás materias no me está yendo tan bien. Debo mejorar o no podré escapar de las garras del mundo ninja. Saco mi estuche de pinceles, mis lápices de grafito y mi bolso de pinturas. Espero poder hacerlo mejor, quizá toda esta ira se convierta en una buena pieza de arte, debo aprender a canalizarla. Respiro hondo y pongo sobre mis piernas el paño de limpieza.

El caballete me cubre por completo y en la esquina me siento resguardada. Estar cerca de la ventana me permite pensar en que quizá algún día no tendré que ver tan panoramicamente las estatuas de los antiguos. Me coloco los auriculares y miro el reloj de la pantalla en mi móvil. Aún faltan ocho minutos. Comienzo a cantar e inició, lo que será mi proyecto de fin de curso. Le agradezco a Sarada ser mi modelo mental, la verdad es que es muy hermosa.

Comienzo con los trazos y las notas guían mi camino. Que curvas tan celestiales. Mi amiga es bella y graciosa; la recuerdo como aquella vez en la Niebla cuando eligió un vestido para el Baile de Paz en Konoha. Esta sonriendo y tiene el Sharingan activado. El grafito corre libre sobre el lienzo y parece que estos ojos podrían meterme en un genjutsu. Siento que el poder corre por mis manos y el lápiz se mueve rápido y a placer. Pienso en la furia que sintió Shinky aquel día, cuando vio a su hermana destrozada. Sus puños temblando. Mi corazón late y Sarada cada vez se ve más real. Comienzo a dibujar como una máquina musical, cada pincho de metal es un cabello obscuro. Cuando la melodía termina, el cabello de mi amiga se extiende por el lienzo, largo y peligroso.

La música en mis auriculares se detiene y han pasado casi treinta minutos desde que empecé. El dibujo está terminado y Sai-san no ha llegado aún. Termino de enmarcar el rostro por otras líneas de cabello y ahor si esta terminado. Sarada sonríe y este será mi secreto: le he puesto el atuendo de Hokage. Su sueño.

-¿No creo que a Boruto le parezca divertido?- la voz me electrifica el cabello y siento como mi cuerpo se congela. A penas logró mover los ojos para verlo.

Inojin a cambiado completamente. No usa su ropa de combate y a cambio trae puesta ropa casual; encima un delantal con sus dibujos en él. Me está sonriendo con esos ojos chiquitos y su cabello rubio está sobre su hombro en una coleta. Tiene las manos en los bolsillos y su gesto luce despreocupado. Es cierto, la paz está en proceso de ser completada y es muy probable que ANBU sea desintegrada. No parece importarle.

-En realidad no necesita que mi hermano le dé permiso- respondo tajante. No debo olvidar que es un patán.

-En eso tienes razón... pero Boruto odia cualquier cosa relacionada con el Hokage. Tal vez le sea difícil saber que la mujer que ama quiere serlo- dice el admirando mi dibujo. Sonrie satisfecho.

Lo miro acercándose a mi dibujo, para examinarlo. Esta satisfecho, pero en un segundo hace una mueca, algo parece no gustarle, así que me acerco a ver que esta pasando. El sigue examinando el dibujo y yo no puedo ver que esta mal. Quizá hay una mancha o algún trazo es erróneo. No veo nada.

Estoy tan cerca que siento el calor se.su rostro. Su piel está curtida por el sol y tiene marcas en donde la máscara se coloca. De cerca tiene varias cicatrices de batalla y noto que su oreja ha sido reconstruida. Ya no estoy viendo el dibujo, sino a él. Cierro los ojos y me dejo guiar por su aroma, huele a sudor y hierba; a ropa limpia y limpiador de pinceles. El calor que emana de su rostro es dulce y tibio, placentero.

-Hima- me llama y abro los ojos. Estamos muy cerca.

Traga grueso y me mira a los ojos. Esta nervioso. Titubea. ¡Esta sonrojada hasta las orejas! Retrocede avergonzado. Ese no es el Inojin que conozco, algo está pasando, por que si fuese él en realidad me habría besado como en la ocasión pasada. Quizá me siento decepcionada por que no lo hizo. Si, tal vez, un poco. Pongo mi cabello suelto detrás de la oreja y lado la cabeza para no sentirme tan incómoda, ni verme tan desesperada; el sigue observando mi dibujo.

-Dime, ¿encontraste algo mal en el dibujo?- retomó la conversación y miro de nuevo el lienzo.

-Usas demasiado el carboncillo suave, eso hace que tus trabajos se vean sucios- busca un borrador y con cuidado lo corta con un afilador. Con la esquina borra un defecto minúsculo que verdaderamente no vi. Cada quien es maestro en su arte.

Empiezo a guardar mis utensilios en su lugar. Quizá soy demasiado orgullosa para admitir que mi trabajo es malo aún, que todavía tengo errores y que no me fijo en los pequeños detalles. Mis grafitos al estuche, mis pinturas al bolso y mi dibujo al porta planos. Él parece ansioso, irritado y su respiración parece agitada.

-Se que parece que no se mucho se arte, pero no he vuelto a perder mi camino y la pintura... es todo lo que tengo para ofrecer- me mira fijamente de nuevo a los ojos. Esta vez su mirada está diferente, parece más honesta.

-Te entiendo, también es lo único que tengo- respondo tajante y continuó, me siento molesta -debo irme. Supongo que Sai-san no vendra- me levanto del asiento y camino a la salida. No trata de seguirme y me enfuresco más. ¿Acaso cree que seré yo la que lo busque? Durante todo este tiempo estuve idiotizada por su sonrisa altanera, sus ojos azules de cristal y esa estupida afición por el arte. Es un cretino.

Mi cerebro va maquinando enojado mientras bajo las escaleras del edificio. No escucho pasos tras de mi y bufo con molestia. Abro la puerta a la salida, el calor azota mi rostro y lo primero que veo son los ojos de Shinky mirándome incrédulos. Están hermosos y son tan inocentes. Tan diferentes a los de Inojin. Lo miro y toda mi ira desaparece, me lanzo a sus brazos y por alguna razón lloro en silencio. Él solo me aprieta a su pecho, no dice nada por que es demasiado considerado ya que el chakra de Inojin se siente en todo el lugar y yo por fin me siento aliviada.

Que se joda el heredero Yamanaka, estoy decidida a enamorarme de Shinky.

Eras tú (InoHima)(ShikaHima)(ShinkyHima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora