Arena

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Llevó una semana entera en el Instituto y no entiendo como es que sigo viva. Rock-sensei nos hace correr todos los días y la rutina de ejercicios me esta moliendo los músculos. Kakashi llega tarde y cuando llega a tiempo divaga sobre la historia de Konoha. Anko es una mujer cerca de la menopausia con problemas de abstinencia y traumas no superados.

Suspiro y noto el vacío en el estómago. Recuesto lentamente la cabeza sobre la mesa y busco una posición que me amortigüe lo duro de la madera. Giro hacia el otro lado y me encuentro con los enormes ojos de Shinky; preciosos y a pesar del verde, obscuros. Nuestra relación es meramente académica y la tensión es incómoda y pesada.

-Hola- me dice.

-Ho...hola- respondo.

Bostezo y el pone su mano sobre mi mejilla, reaccionó y retrocedo, este tipo trae algo raro. Pone cara de incertidumbre y me mira de nuevo; me sumerjo en el esmeralda de sus ojos y siento lo palpable de su alma. Duele. Cada vez más obscuro y las luces se apagan.

Abro los ojos con dolor y noto que mi cuerpo flota, mi piel arde y la cabeza me da vueltas. Avanzo como en un sueño y cuando logro enderezar mis ideas, me encuentro de nuevo con el verde sombra de sus ojos. Todo es lento y poco a poco siento lo duro de la camilla bajo mi cuerpo. Veo el rostro de mi hermano. ¿Mamá? De nuevo, obscuridad.

Despierto de nuevo, ahora en mi alcoba y Shukaku me mira con sus ojos de cristal. Mi padre está parado en la esquina, frente a la ventana y a lado de mi cama esta mi madre. Detrás de ella la tía Sakura; tan linda.

-Hola Hima, ¿cómo te sientes?- me pregunta la nueva reina de las babosas.

-Bien. ¿Que paso?- le pregunto mientras me sobo la cabeza.

-Te desmayaste por el esfuerzo físico de entrenar toda una semana con Lee-san y el intenso calor de la temporada- responde mamá- quizá quieras agradecer al chico que dio aviso a Iruka-sensei.

-¿A quien?- pregunto verdaderamente aturdida.

-Shinky, el hijo del Kazekage, él notó tu cambio de temperatura y alertó a Iruka-sensei sobre tu estado- dice mi padre.

Con movimientos delicadamente torpes me levanto de la cama y camino hacia la puerta, mamá pega un grito y la tía Sakura se parte de la risa. Me miro y amo mi pijama del Susan'o de Sasuke, me pongo el gorro y bajo las escaleras.

En el sofá Sarada y Boruto tratan de entablar conversación con mi carismático y sociable salvador pero solo logran arrancarle monosílabos. Entro a la estancia y propulsado por un resorte, el hijo del Hokage se levanta del sofá. Saludo con la mano y un sonrojo se pinta en su rostro.

¡Himaaa!- me grita Boruto y se que esta escandalizado por el show que da mi ropa de cama.

Lo mira y el Jogan lo estudia, lo estudia para saber que huesos romperá. Camina hacía él y cuando esta a punto de extirparle hasta el alma el timbre anuncia que el arenoso tendrá un día más de vida. Sonrío y Sarada le palmea la espalda mi hermano.

-Vamos Boruto. No seas insoportable, cada vez te pareces más a mi padre- le expone y el chista la lengua. Como Sasuke-san.

-Bueno... yo también me voy. Espero que te encuentres mejor- me dice el extraño y camina detrás de mi hermano.

La puerta se abre y los hermosos ojos de Inojin me escanean, sonríe tan lindo con esa expresión de ternura, cuando sus ojos quedan chiquitos y sus labios son apenas una sonrisa infantil. Ladea la cabeza y el corazón me es atravesado por una flecha. Shinky camina entre ambos y simplemente se larga.

-Oh, que graciosa pijama- me dice el rubio- no sabía que ya las vendían en Konoha.

-Aún no, Sasuke se la trajo de la Niebla- le responde Boruto cabreado.

-Entiendo. Que linda estas, Hima- la voz de Inojin me esta secando la garganta.

El Jogan de nuevo y el rubio traga grueso, le da los girasoles a Sarada y se despide poniéndose los auriculares. Espero esa Uchiha se apresure o mi hermano destruira cualquier oportunidad que tenga de enamorarme de alguien.

Vuelvo adentro y veo a mis padres con cara de bobos y a la tía Sakura en el teléfono. Un mal presentimiento me hace activar mi Byuakugan sin querer y en tres minutos la tía Ino está tocando a la puerta. ¿Por qué los adultos estropean todo? Pero hoy no daré mi brazo a torcer. Me despido y vuelvo a mi alcoba.

Me recuerdo y amo el día en que existieron los carne médicos, la tía Sakura me dio dos días de descanso. El sol está guardando sus mejores rayos para otro día y me empieza a calar el frío nocturno. Un golpecito en la ventana y me giro entre las sábanas. Un golpecito con más fuerza, ¿hay alguien ahí?.

Corro las cortinas y me encuentro con una pila de arena ferrosa que porta una flor del desierto. Me asomó y lo primero que brilla bajo la luz de la luna son los obcuros orbes del arenoso. Shinky, él está aquí por mi. La flor viene acompañada de una nota.

Linda noche.
No vuelvas a dejarme solo en clase, todo parece perder color si no estás.
Descansa
S

Termino de leer y el rastro de arena se ha ido, abrazo el papel y por un momento olvido que la tía Ino ya escucha campañas de boda. Olvido que el lindo Inojin me ha robado más de un suspiro. Olvido que Shikadai me logrado poner en jaque más de una vez. Y olvido por completo que mi querido hermano es el portador de Jogan y que si quisiera, por mi iniciaría una Quinta Guerra Mundial Ninja.

Vuelvo a la cama y me abrazo fuerte a mi almohada, tengo dos días enteros para pensar y dos días enteros para no verlo a la cara. Cierro los ojos y dejo que la obscuridad me lanza hasta sus brazos, no importa si duele. Por entender este nuevo sentimiento, vale la pena.

Eras tú (InoHima)(ShikaHima)(ShinkyHima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora