1. El sinsajo

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Hola ¿Cómo les va? :) Ya casi termina el lunes pero aquí les dejo el primer cápitulo para iniciar con todo la semana wujuu. Espero lo disfruten y que comenten porque me gusta leerlas <3

...


—Ya sabes lo que tienes que hacer. Estar calmadita y no llorar. Yo volveré pronto.

Katniss le dio un beso en la frente a la pequeña Primrose y la arropó. Después salió de la habitación para dirigirse al cuarto de limpieza.

El sol comenzaba a salir cuando abrió las cortinas de par en par. Hoy tocaba lavar las ventanas, aunque a su juicio, se veían tan relucientes como las había dejado antier. Pero ordenes eran ordenes. Cuando terminó esa tarea, se siguió con barrer y trapear (lo cual era tarea de diario). Al terminar el segundo piso y de disponerse a bajar las escaleras con cubeta y trapeador en mano, se topó con doña Cleo y Magda. Eran las dueñas de aquella casa.

—¿Has terminado?—canturreó la primera. 

—El segundo piso ya —respondió Katniss.

—Que lenta —dijo, la otra —debes apurarte porque tendremos visitas.

—¿Otra vez?

—Bueno, ¿y a ti qué?

—¿Tienes algún problema, muchachita?

Se turnaron para hablar.

—Ninguno, señoras.

Respondió de inmediato Katniss, con la cabeza agachada. 

—Señoritas —respondieron al unísono. 

La pasaron de largo y al llegar al recibidor para tomar sus abrigos, se giraron para mirar de nuevo a la castaña.

—Más vale que tengas lista la comida para cuando volvamos de la iglesia —vociferó Madga.

—Y que no te quede desabrido, otra vez —agregó con desdén Cleo.

—No se preocupen...señoritas. 

Aquella casa era demasiado grande para que solo vivieran dos personas. Tenía varias habitaciones, suficientes para una familia grande. Pero en el tiempo que llevaba trabajando ahí, nunca había visto ningún descendiente de ellas. Pronto descubrió que eran unas solteronas. No habían nietos, hijos, ni maridos. Solo ellas dos. Que eran tal para cual, por cierto.

A pesar que eran unas dueñas muy exigentes, y casi siempre mantenían ocupada a Katniss trayéndola de aquí para allá, la joven intentaba no afligirse. Solo pensaba en el techo y comida que recibía a cambio. Y lo más importante, que aceptarán a una sirvienta con todo y su crío.

"No cualquiera sería tan buena gente como nosotras, tienes que agradecernos" le repetían tantas veces tuvieran oportunidad.

[...]

Probó una vez más el estofado, para asegurarse que estuviera perfecto. Luego corrió al refrigerador para enfriar la naranjada. Finalmente se dispuso a guardar los implementos que había utilizado al cocinar, ya lavar los tratos que había desocupado.

Casi como cronómetro, después de haber dejado la cocina en orden, escuchó el rechinido de la puerta principal. Ya habían vuelto. 

Lo primero que escuchó fueron las risas escandalosas de las dueñas. Seguido de otras voces de mujeres. 

Katniss tomó la charola de té y caminó hacía la sala. Ahí se topó con varias señoras igual o más viejas que las caseras. 

El secreto de Katniss | EverlarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora