Capítulo 37

993 115 0
                                    


Argos -el chico grandote de múltiples ojos que vigilaba el campamento- fue a recogerlos a la entrada del Empire State. Era de madrugada en Manhattan y la ciudad estaba impávida, completamente tranquila comparada con la fiesta que aún seguía encendida en la ciudad de los dioses.

Al llegar a la colina mestiza, Fransie vio el pino y le vino a la mente el rostro de su nueva gran amiga, Thalia, y tuvo que alejarse de los chicos rápidamente porque la secuencia de sus pensamientos la habían dirigido a los rostros de las cazadoras y, bueno, no le gustaba llorar en público.

Sus amigos fueron directo a la casa grande en donde Quirón los esperaba con chocolate caliente, pero ella se fue a la cabaña 3, su hogar.

Había perdido su mochila predilecta con su libreta de dibujos en el campamento de Atlas, así que no había allí nada que dijera que ella pertenecía a aquel lugar a excepción de sus recuerdos.

Pensarás que es una exageración sufrir tanto por personas que conociste solo hace unos días, pero Fransie no tenía a nadie, su madre ya no la quería ver y ni siquiera sabía su paradero, su padre era un dios al que no le preocupaba su entera existencia (al menos hasta ahora) y que ya tenía un hijo favorito en el cual poner sus esperanzas, Fransie solo tenía a sus amigos y, aunque hubiera sido por solo un corto periodo de tiempo, Fransie se había enamorado. Luego ella había muerto, justo como la profecía lo había predicho.

Era su culpa, era todo su culpa y solo suya, ella lo sabía y aun así se acercó a Bianca, aunque eso significara que ella incumpliera su juramento de Cazadora y que su vida corriera peligro. Era su culpa, ella la había matado.

Fransie se acurrucó en su litera sin saber qué más hacer mientras una presión le oprimía el pecho.

Quería salir de allí, temía que si se quedaba alguien más saliera herido, sabía que no podía controlar sus sentimientos, la próxima persona en caer por su maldición podría ser Percy y ella no estaba dispuesta a arriesgarlo, no a él. Era lo único que le quedaba, no tenía a nadie más y no podía ser egoísta pretendiendo conservarlo sólo para sí misma, porque si él moría por su culpa sería una pérdida para todos, no solo para ella; a diferencia de Fransie, Percy tenía padres, hermanos, amigos y a Annabeth, que era prácticamente su novia (así ninguno de esos dos tontos fuera capaz de verlo).

Pero ¿a donde iría? No tenía casa en España, que de igual forma estaba demasiado lejos del campamento, y no conocía a nadie en los Estados Unidos, su única familia era Percy y, bueno, Poseidon, pero él no contaba... ¿o si? ¿Podría ir a vivir al fondo del océano como su medio hermano el monstruo? Aquella idea le dió escalofríos.

Lo que más le importaba era mantener a Percy a salvo, a él, Charlie, Annabeth y todos sus amigos del Campamento. No podía hacerle eso a nadie más, ya era suficiente con haber dejado solo a Nico.

Oh no, Nico, tenía que buscarlo, probablemente nadie le hubiera dicho acerca de su hermana. Tendría que ser ella, obviamente, todo aquello había sido su culpa después de todo.

Se levantó de la litera, que emitió un chirrido quejumbroso, y salió de la cabaña.

Increíblemente, no tenía lágrimas bajo los ojos. Era mejor así, de esa forma nadie podría ver lo rota que estaba por dentro.

Vio movimiento cerca del bosque y tuvo un mal presentimiento de inmediato. Al acercarse vió a Grover hablando con un par de driadas con expresión preocupada.

— ¿Están seguras que no lo han visto? —preguntaba el sátiro con afán— tiene como once, es bajito, con cabello negro y podría estar corriendo peligro ¿No? Muy bien, gracias, chicas. No duden en decirme si lo ven.

Hija de los Mares (Percy Jackson Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora