Capítulo 3

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Aproximadamente llevo una hora dando puñetazos y patadas al saco de boxeo, pero eso no me ayuda en nada sigo pensando en Amunet. Pienso en recuerdos juntas y nos vemos tan felices, que no sé por qué pasó, si éramos felices, ¿no? Y haciéndome esta pregunta pienso en todas las veces que peleamos, discutimos, nos dijimos cosas hirientes y ahí es cuando me doy cuenta de lo tonta que fui, por no disculparme, por decirle cosas que no pensaba, por hacerle daño.

De repente siento una tristeza enorme y ganas de irme, no sé donde, pero quiero salir de aquí. Pienso en ver a Amunet, pero sé que no voy a poder mirarla en su estado y decido ir a un bosque donde íbamos Amunet y yo de pequeñas. Cuando llego dejo el coche y voy adentrándome en el bosque a pie, cuando llevo un buen tiempo caminando veo a mi alrededor y me doy cuenta de que caminé mucho. De repente veo algo que llama mi atención, son unas iniciales, unas iniciales que escribimos Amunet y yo en un árbol.

Recuerdo que cuando escribimos las iniciales, dijimos que cuando fuéramos grandes íbamos a hacer otro igual al lado. Sonrío con ese recuerdo a la vez que empiezo a llorar, sé que antes de intentar hacer algo como lo que hizo Amunet se tiene que estar muy mal y sigo sin comprender qué le incitó a hacer algo así, me siento muy culpable porque sé que lo pasó mal, pero no sé por qué.

¿Por qué? ¿Por qué lo intentó? Pienso mirando el cielo oscuro, esperando una respuesta que no consigo, o sí, ya que empieza a llover y a caer relámpagos. Como no me importa sigo llorando recordando a Amunet feliz y no puedo evitar compararla con la imagen de ella en una camilla con los ojos cerrados y sangre, mucha sangre. Recordarlo hace que llore aún más fuerte, grito, pero aun así el dolor no se va, no puedo dejar de llorar.

Suplico, no se a quien que me ayude, que ayude a mi hermana, que mejore, que ya no sufra, que despierte, que cuando despierte sea la misma, que no sea su propia sombra, que no se encierre en ella misma, que supere lo que tenga que superar, que ya no tenga depresión, porque eso es lo que ella tiene, seguro no lo veía porque ella lo ocultaba y eso hace que lo que siento en el pecho empeore.

-¡¡Amunet!! ¡¡Por favor, perdóname!! -grito a la vez que caigo de rodillas, me hago daño, me raspo las rodillas, pero eso da igual, nada me duele más que lo que siento, el dolor físico no es ni la cuarta parte del dolor que tengo dentro de mí, no sé qué hacer para calmarlo. Por ahora lo único que hago es desahogarme llorando, gritando, suplicando y haciéndome daño.

Conexión de hermanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora