°HOLOGRAM° 32

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Entre las calles de la Central, los rayos anaranjados del precioso atardecer se colaban entre los callejones y ventanas de la ciudad de Amestris.

La gente por fin regresaba a sus casas después de trabajar arduamente para mantener a sus familias.

Y los niños rápidamente volvían a sus hogares riendo de felicidad tras estar todo el día jugando con sus amigos y nuevos juguetes.

Un viento helado golpeó la cara de la chica de pelo castaño, causando que sintiera un escalofrío pasar por toda su columna vertebral.

Apretó sus labios y caminó lentamente con un rumbo fijo hacia adelante.

Tenía los ojos hinchados de tanto llorar y la rabia que había sentido hace unos minutos se había disipado por completo, dejándola como un cascarón vacío deambulante por las calles.

Por la cabeza de la chica pasaban fugaces pensamientos negativos tras haberse separado de los hermanos.
Realmente no se esperaba esas noticias desgarradoras que la pillaron de total desprevenida y tampoco se esperaba tal herida traumante que parecía poseer el hermano mayor de los Elric.

Era obvio que no le tenía rencor.

¿Como podía tenerlo tras ver cómo de roto se encontraba el muchacho?

Más bien estaba preocupada por cómo lo llevarían esos dos de ahora en adelante....o como sería su propia vida a partir de ahora.

El teniente Coronel Hughes...ella no lo había conocido por tanto tiempo como los demás en la central, pero él se convirtió rápidamente en alguien importante y carismático en su vida.

Era refrescante y gracioso el volver de un duro trabajo y tener al Teniente Coronel recibiendote con los brazos abiertos y una gran sonrisa que apaciguaba cualquier ira o tranquilizaba cualquier corazón.

Escuchar sus largas charlas sobre su esposa e hija, atentamente recibiendo cada palabra con una gran sonrisa en el rostro disfrutando de cada momento que tenía al lado suyo.

Era tranquilizador, reconfortante... y por un momento Eli llegó a mentirse a si misma confundiendolo como una figura paterna.
Aunque le costará negarlo, ese hombre se parecía demasiado a su padre en todos los sentidos.
Los dos poseían siempre grandes sonrisas, parloteaban sobre sus temas favoritos todo el rato, adoraban a sus familias e incluso compartía el físico al llevar gafas y pelo oscuro como la noche que se avecinaba sobre la cabeza de la joven amestriana.

Mirando al cielo, se pudieron observar varias estrellas apareciendo tras la ida del deslumbrante sol.
Sin la estrella más grande, por fin las demás tenían la oportunidad de brillar con fuerza sobre los pies de esta tierra.
Dándole la inexistente luz que la noche necesitaba para que los seres vivos pudiesen guiarse.

La chica apretó los dientes por el frío y se abrazó fuertemente para mantenerse en calor. Esto era un gran cambio de temperatura comparado con el Sur y el Este.

Pero esa sensación no duró mucho tras darse cuenta donde estaba.

Abrió levemente los ojos tras ver las familiares escaleras.

Se encontraba en el portal donde residía su apartamento alquilado, el mismo apartamento que el cual dejó abandonado por bastante tiempo tras estar varios meses en la ciudad de Dublith.

Tragó en seco recordando aquella ciudad, una sensación de pánico y ansiedad tras sentir lo cerca que estaba ante aquella...cosa.
Tan cerca pero a la vez tan lejos de aquella marca misteriosa que la mantenía despierta cada noche.

Con sus dos manos abrió el pesado portal de hierro y entró al edificio dejando que la misma puerta se cerrara sola de un gran portazo, causando que saltara del susto (Eso la pasaba por ser bruta).

||One More Step||•[FMAB]•||Edward Elric|| *EDITANDO*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora