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— ¡¿Te gusta Chandler?! Oh por dios. ¿Por qué no me lo dijiste antes? — Exclamó Rachel emocionada. La sonrisa de la chica era enorme, sin embargo su amiga negaba.
— No creo que funcione. Es evidente que yo no le gusto. — Me encogí de hombros y dejé salir un suspiro de mis labios. — Quiero decir, he intentado coquetear con él y simplemente he pasado desapercibida.
Rachel se cruzó de brazos y negó.
— Deberías decirle. Podría apostar a que también le gustas. — Sonrió. — Digo, ¿no has visto como te mira? Se ve aún más estúpido.
Sus palabras me hicieron reír. Segundo después, volví a mi semblante serio.
— No sé...— Susurré. — En verdad me gusta, me gusta mucho y...
Mis palabras fueron interrumpidas por la puerta abriendose ya voz de Chandler inundó mis pasillos.
— ¿Quién te gusta, Lise? — Mis ojos se cerraron lentamente luego de escuchar su pregunta. Carajo. Abrí los ojos y dirigí mi mirada a Rachel, buscando ayuda.
— Bueno, los veo adentro. — Me guiñó un ojo la castaña y entró al departamento. Genial. Quería golpearla.
El chico se acercó hasta estar frente a mi. Sus cejas se elevaron, esperando mi respuesta.
— Entonces...¿te gusta alguien? ¿quién es el afortunado? — No estaba segura, pero creí escuchar un poco de molestia en su voz al decir aquello. Negué con la cabeza, intentando alejar esos pensamientos de mi.
— Bueno...si...ya sabes. — Me encogí de hombros, desviando la mirada con nerviosismo.
— No, no lo sé. — Su ceño se frunció y tomó mi mano. Me hizo una seña para que lo siguiera y así lo hice. Entramos a su departamento y el cerró la puerta. Hice una mueca y me senté frente a él. — ¿Estás molesta conmigo o algo así? Quiero decir, has estado distante y un poco seria conmigo. ¿Qué hice mal?
Me sentí culpable de inmediato. Era cierto. Me había alejado un poco de Chandler en cuanto supe que me gustaba. No quería ser muy obvia, el problema era que no podía estar cerca de él sin actuar como una adolescente enamorada. Me sonrojaba y me ponía nerviosa. Era esa la razón por la cual me había distanciado un poco de él. Ahora estaba arrepentida, no tenía idea de que el se sentía así.
— Yo, solo...lo siento. La verdad es que he...— Me quedé callada unos segundos, en los que Chandler se acercó a mi y tomó mis mejillas entre sus manos.
— ¿Qué está mal? — Hizo una mueca. — Odio tu actitud tan distante hacia mi. Éramos mejores amigos y ahora parece como si huyeras de mi.
Cerré los ojos nuevamente. Estaba tan cerca de mí que sentía su aliento chocar contra mis labios. Mi corazón estaba acelerado y comenzaba a sonrojarme. Maldito Chandler Bing y lo que me provocaba. Tomé una respiración profunda y de donde pude, saqué el valor que necesitaba.
— Me...me gustas, Chandler. — Susurré, desviando mi mirada, evitando sus penetrantes ojos sobre mi. Como imaginaba, no dijo nada. Quité sus manos de mi rostro y me hice a un lado. Me levanté de mi asiento y miré al chico, quien se encontraba mirando a la nada con los ojos abiertos y la boca de igual manera. — No quería arruinar nuestra amistad, Chan.
Él sacudió la cabeza y se giró hasta mi.
— ¿Cómo? ¿Cuándo? — Sus manos se movieron sin decir nada más. — Oh mierda. — Frotó su rostro con sus manos. — ¿Podría ser más idiota?
Estaba confundida. Chandler estaba balbuceando.
— Chandler, entiendo si no sientes lo mismo...solo debía decirlo, no podía seguir callada.— Exclamé. — Lamento...
Los labios de Chandler silenciaron los míos. Tuve que abrazarlo para no caer hacía atrás debido a la fuerza de su cuerpo contra el mío. Le seguí el beso apenas pude y segundos después se alejó de mi.
— Creo que la respuesta es obvia, pero si no te ha quedado claro, me gustas también. — Respondió y volvió a besarme.
Al parecer Rachel tuvo razón en una cosa. Ya le agradecería después.
