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Sentada en Central Perk con una mirada bastante aprensiva en mi rostro, esperaba a mis primos, Monica y Ross. Me acababa de mudar a Nueva York después de enterarme del matrimonio de mi hermana y habíamos planeado una reunión junto con un par de amigas.
La campana sobre la puerta señaló la entrada de los dos hermanos, y tan pronto como me vieron sentada en el sofá naranja característico; corrieron para darme el mayor abrazo que pudieron. Había un grupo de cuatro detrás de ellos, dos hombres y dos mujeres. Mónica fue la primera en soltar el abrazo, sentándose junto a mi en el lado opuesto a Ross.
– ¡Mira lo bonita que eres Audrey! Estoy tan feliz de que estés aquí.– Dijo Mónica mirándomea de arriba abajo para tratar de asimilar el hecho de que en realidad estaba allí. – ¿Dónde te estás quedando?– Preguntó rápidamente, casi sorprendiendo a los demás. Demonios, Monica no quería que nadie viviera con ella después de que Chandler se mudara.
– Um, estoy haciendo listados de apartamentos en este momento.– Murmuré, mirando como el resto del grupo se sentaba con ella en varios taburetes o sillas de felpa. El hombre, que asumí que era Chandler, se sentó detrás de Monica y se apoyó en su hombro.
Un sorbo rápido de café fue mi respuesta al rostro de sorpresa de Monica. Probablemente supuso que me quedaría con ella, no que me apresuraría a conseguir un apartamento considerando que solo había estado en la ciudad por un día o dos.
– Bueno, tengo una habitación libre si quieres quedarte conmigo. – Preguntó uno de los hombres, y yo me giré para ver a un hombre, probablemente de entre 25 y 30 años con un corte de pelo un poco desordenado. Llevaba una sudadera holgada de diferentes tonos de azul, y sostenía una taza grande en sus manos, junto con un pastel bastante grande.
Ross se apresuró a intentar cancelar la idea; volviéndose hacia el hombre y señalándolo con un enojado "no". Mónica reflejó sus acciones, aparentemente la única vez que realmente estuvieron de acuerdo en algo. Yo, sin embargo, incluso después de una sola noche en un motel de Nueva York estaba dispuesta a aceptar cualquier cosa que se me presentara. Entonces, con la sonrisa más pequeña que pude esbozar, para no parecer demasiado ansiosa, miré por encima del hombro de mi primo mayor y asentí con la cabeza al hombre.
– Audrey, ¿estás segura de que quieres hacer esto? Después de todo, es Joey – Musitó Monica, y Joey en respuesta hizo un ruido ofensivo y puso una mano sobre su corazón. Una risa brotó del primo Geller más joven, y provocó que una sonrisa subiera a los labios de Joey.
–Bueno, no hay nada de malo en eso, ¿verdad? Quiero decir, voy a estar frente a ustedes y estoy segura de que Joey se comportará.– Suplique.
Los dos hermanos se miraron con una cara que podría haberse tomado por confusión o preocupación, pero sin embargo, estuvieron de acuerdo, incluso si fue el acuerdo más tonto que pudieron haber hecho.
Joey, por otro lado, vitoreó entre dientes y me tendió la mano, obviamente la estreché sin vacilar; con una sonrisa plasmada en todo su rostro.
