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Farey 

—¿Necesitás algo? —pregunté observando 

Parecía intranquilo, ansioso. Mirando de un lado a otro, no entendía nada. 

Alejandro era un chico bastante simpático, era guapo pero no lo suficiente para despertar así sea un mínimo de interés en mí. 

Habíamos hablado varias veces, era agradable pero su mirada fija en mí me ponía los pelos de punta y no de la buena forma. 

Alce mis cejas esperando que respondiera, me estaba congelando aquí afuera y él parecía no importarle mucho, se le olvida que el frío si me afecta. 

Lo observé rascarse la nuca con nervios, joder que me los va a pegar y le daré un tortazo por ello. 

—Quería decirte algo —murmuró 

—Dime —hable exasperada 

—Me gustas Farey —soltó y yo sólo lo observé 

¿Puedo salir corriendo de esta situación? 

Nunca se que decir cuando alguien dice esto, quedó en blanco. 

—Alejandro —suspiro 

—No te estoy presionando —habló rápidamente 

Y antes de que pudiera decir algo lo sentí acercarse y hablar con un tono sumamente serio. 

—¿Qué haces tú aquí? —Madox preguntó colocándose a mi lado—. Vete ahora Alejandro 

El susodicho quiso decir algo, pero dudó y volvió a mirarme. Yo sólo quiero correr de aquí y meterme en la casa. 

—Nos vemos otro día —Alejandro dijo y yo asentí 

No es que quisiera seguir hablando de eso teniendo a uno de lo que me gusta a mi lado. 

—¿Qué hacías con él? —el pelinegro se colocó en frente mío 

Alce las cejas ante el tono que había usado. 

—Hablando, ¿por? —cruce mis brazos 

—No quiero que hables con el 

—Lo haré si quiero, no me lo vas a impedir 

—No te estaba preguntando, te lo estaba ordenando 

Solté una carcajada, ¿Quién le dice que me vale mierda su orden? 

—Lo siento —sonrío—. Las órdenes no me gustan 

—Farey —gruñó 

—Descansa Madox 

No dejé que contestara y me metí a la casa sin dejar de sonreír. 

Sólo él cree que puede darme órdenes.

En cuestión de horas el frío azotaba todo el pueblo con fuerza e hacía que pareciera un alpinista por lo abrigada que estaba, además estar en el bosque no ayudaba en nada. 

Al dejar las llaves de la casa en el bolso tomé la campera que estaba sobre el sofá, luego de colocarmela tome la bufanda y el par de guantes, iría con Thiara a ver a las chicas un rato y después al pueblo para buscar algunas cosas que me hacían falta. 

Cuando termine de colocarme los guantes unos golpes en la puerta me hicieron saber que Thiara estaba afuera por lo que tomé el bolso, le di una última mirada a Runny y fui hasta la puerta. 

La rubia estaba parada enfrente de la camioneta con una sonrisa en su rostro. 

Cerré la puerta a mis espaldas, acomodé el gorro sobre mi cabeza y fui hasta ella. 

Mis Elegidos | #VD1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora