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Farey

Blanca. 

La mañana era blanca y helada. 

La tormenta había azotado con fuerza toda la madrugada, haciendo que llegáramos a bajas temperaturas. 

Los leves rayos de sol que se colaban por la ventana del cuarto no tenían fuerza ninguna, el frío era horrible y aunque tenía más de tres acolchados sobre la cama, sentía frío. 

Runny se había metido conmigo en las horas de las madrugadas y dormía cómodamente al lado mio. 

Rydel aún dormía y Persia se había levantado hace unos minutos para ver que las demás estuvieran bien. 

No sabia que hora era, y para enterarme tenía que sacar la manos debajo de las mantas y coger el móvil, cosa que no haría. 

La puerta fue abierta y alzó la cabeza para poder mirar a la pelirroja que llevaba una manta fina sobre sus hombros. 

—¿Sucede algo? —preguntó. 

—La puerta está sellada de nieve —dice acercándose con una mueca—. Y la de atrás también, y derretirla sería peligroso, porque no sabemos cuánta nieve es. 

Asentí y me senté en la cama. 

—¿Qué podemos hacer? —murmuró para mi misma. 

—Esperar a que Pearce venga y encontrar una solución —se subió encima de mi cama y luego se tapó con mis mantas—; ¿tienes mucho frío? 

—Estaré bien si no salgo debajo de estas mantas —le sonreí tranquilizandola—. O si prendemos la estufa, podremos bajar y así desayunar. 

—Chan se está encargando del desayuno, Mica y Thiara se están levantando —sonrió—. Tú y yo podemos quedarnos aquí calentitas. 

Alce mis cejas. 

—Tú eres una loba —le recordé. 

—Mitad loba —corrigió—. Sigo siendo bruja y eso me hace ser más perceptible a los cambios grandes de tiempo, como ahora; además soy tu amiga y debemos tener una charla pendiente. 

Suspiro apoyando mi espalda en el colchón y mirar el techo. 

—Habla —dije. 

—¿Por Qué tu actitud con Pearce? —cuestiono. 

—No lo sé —suspiró—. Sólo es estar con él, es como un lugar seguro para mi. ¿Entiendes? 

Persia se mantuvo en silenció por unos segundos para luego acomodarse y quedar en la misma posición que yo. 

—Te entiendo —tomó una de mis manos entre la suya—. Es sólo extraño, si él no está a tu alrededor eres como un zombi, estás callada, deprimida y no sonríes. Pero si él aparece es como si volvieras en ti, sonríes y no te despegas ni con una grúa. 

Reímos por cortos segundos. 

—Lo sé. 

—No quiero que eso sea solo por él —dice haciendo que suspirara—. Quiero que sonrías por ti. 

Cerré mis ojos con fuerza. 

—No está en mi sonreír ahora —susurró pero sabiendo que me escuchaba. 

—Lo entiendo. 

—Yo...yo no puedo hacerlo, me niego a siquiera hablar de eso —reconocí—. Es muy difícil, y lo haré cuando sea el momento y con quién tengo que hacerlo; ahora sólo necesito estar así, con ustedes aunque no parezca estar en este planeta, son mis amigas, mis mejores amigas y las necesitó. 

Mis Elegidos | #VD1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora