15

822 99 137
                                    


Madox 

Derecha, izquierda, derecha, izquierda. Una, dos, tres, cuatro veces golpeaba el saco de boxeo hasta que sentí que no quedaba rastro de enojo en mi cuerpo.
Es como la adrenalina que me pedía golpear, que me pedía destruir algo pero no sabía el qué.
Quizás podría llamarlo problema de ira o la bestia que en mi interior enloquecía a veces pero al final siempre terminaba golpeando algún saco hasta romperlo y que todo dentro de mi estuviera calmado.
Antes era difícil pero solo pensar en ella me traía calma.
Farey se había vuelto mi calma sin que ella lo supiera y sin que yo lo esperará. 

Solo podía pensar en sus hermosos ojos, su hermoso rostro y lo hermosa que es. Pero lo peligrosa que puede llegar a ser.
Demasiado perfecta, tenía demasiadas capas encima de ella que lograban engañarte, no se si lo hace intencionalmente o ni siquiera lo sabe, pero eso estaba llevándome a un límite de locura que no tenía nombre.
Estar cerca suyo era peligroso, sentir su olor, escuchar los latidos de su corazón, su respiración, todo de ella era tan delicado, tan hermoso y tan enfermo, tan increíble que no lograba pensar con claridad estando cerca suyo.
Y por eso y los demonios escondidos en la profundidad de mi mente había estado golpeando ese saco por más de una hora.
Mis nudillos ardían pero el dolor casi era inexistente, la costumbre a veces no es tan mala como parece. 

Una fina capa de sudor cubría desde el nacimiento de mis cabellos hasta el final de mi torso, pasando una toalla húmeda salí del gimnasio improvisado.
Desde que había comenzado a tener esos pequeños arranques de ira Pearce había hecho esto para que pudiera sacar lo que llevaba dentro sin que nadie saliera lastimado en el proceso, sin contar a los sacos, su buena intención en algunos momentos lo veía como malo, y terminaba casi golpeándolo, pero nunca e llegado que hacerlo, seré todo lo quieran decir pero no tan idiota e impulsivo como para golpearlo y después aguantarme el que el quiera hacer y no, se convertiría en una cadena sin fin. 

Al entrar a la cocina nadie está, solo algunos trastos lavados, ya habían desayunado significa que demore más que otras veces.
Subi hasta mi habitación, prestando atención por si escuchaba a Farey pero solo estaba su aroma, quizás ya se fue a la casa, después iré a verla.

Mi habitación es decorada por colores oscuros, desde marrones hasta negros, todo combinando perfectamente, una cama de una plaza al lado de la ventana, dos puertas, el baño y el armario, dónde a pesar de tener ropa de distintos colores el negro es mi favorito y no lo negaba, también es mi color, el negro es juzgado como malo, como mierda, como algo que no debe de existir, así soy yo y así es como me juzgan desde que tengo memoria y eso causa problema a lo largo, te causa odio a ti mismo, te causa repugnancia a ti mismo al final y al cabo te terminas odiando y siendo lo que dicen, aunque luchas para que no termines así lo haces, terminas siendo algo que no querías. 

Debes ser mejor Madox. 

Debes tener mejor apariencia Madox. 

Debes ser como Pearce Madox. 

Debes, debes y debes. 

Casi nunca he llegado a escuchar un debes ser lo que quieres Madox, siempre e sido comparado con Pearce, por una cosa o por otra, me lo dicen, tu hermano es mejor en ello y tu debes ser igual de bueno, el es un buen chico tu debes ser igual, debes tener una gran sonrisa como la suya, debes ser igual que el, ni una mierda.
Con el paso del tiempo me acostumbré a oír eso, a oír como las personas me querían volver la sombra de mi mellizo, la gente es un completo grano en el culo.

Hasta el dia en que muero voy a preferir el agua fría, me relaja demasiado, me da paz y tranquilidad, me da seguridad, es tan helada y gélida perfectamente preparada para hacer que tu piel se erize y quieras salir corriendo, huyendo de ella pero yo no.
Me encanta, esa sensación de frialdad. 

Mis Elegidos | #VD1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora