Capítulo 10

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Zoe

El olor a hospital no puedo soportarlo, es una mezcla entre alcohol de farmacia, con desesperación. O al menos así lo siento yo. Siento que me ahogo cada vez que vengo a este tipo de lugares. El llanto de algunas personas, ver correr al personal del hospital de un lugar a otro y la desesperación de las personas, hacen ver que estamos en la zona de emergencias en el hospital.

Todo por culpa del idiota de Dylan, todo por su forma de resolver los problemas y arremeter contra las demás personas sin importar las consecuencias que eso puede traer. En el mismo momento que vi a Daniel caer al suelo mi corazón se paró, tras caer se había golpeado con una roca y perdido el conocimiento. No sabía qué hacer, no sabía si gritar, mantenerme allí o buscar a mis padres que poco después llegaron tras escuchar los gritos de los invitados. Me mantuve quieta, sintiendo como la ira me recorría por todo el cuerpo viendo como Daniel no despertaba y los gritos de Adriana intentaban que me mantuviera consciente. No sé en qué momento comencé a gritarle a mi hermano, maldecía el día que había averiguado sobre nosotros dos, maldecía el por qué era así con una persona que solamente quería—o al menos eso pensaba yo— mi felicidad. No podía entender cuál era el problema y ahora mucho menos.

—¿¡Dónde está?! —el grito de Zara hizo que diera un salto en el lugar.

Su cara y su nariz estaban tan rojas que quizás había estado llorando todo el camino hasta llegar aquí. Me miraba con sus ojos tan abiertos que sinceramente tengo miedo de que me deje ver su alma solamente con abrirlos un poco más.

—Está en el salón de operaciones. Se fracturó la cabeza debido al impacto contra el suelo. No tiene nada más. —la voz de serenidad de mi madre hace que me quede callada. ¿Debería al menos decirle algo?

—¿¡No tiene nada más?! —objeta demandante y suelta un bufido—. ¿Qué más quieren que tenga? ¿¡De qué manera se habrá podido caer?!

—Yo...

—Posiblemente lo habrán empujado en algún momento —me interrumpe mi madre colocando al mismo tiempo su mano sobre mi muslo izquierdo—. De todas formas ya este no es el momento de hacer todo este espectáculo Zara. Ya que has llegado nosotras nos retiramos, si necesitas algo más puedes llamarnos.

Mi madre sin esperar respuesta levantó su cuerpo de la silla plástica malditamente incómoda y comenzó a caminar hacia la salida. Me fijé una vez más en la madre de mi vecino, esta me asintió con la cabeza y sin decir ni siquiera adiós salí como pude de ese lugar.

El aire fresco a la salida del hospital hizo que mi corazón se estrujara dentro de mí, llevé una mano a mi pecho mientras sentía como las lágrimas se me desbordaban. Caminé hacia la camioneta que tenía mi padre sin decir una sola palabra y sentí como el motor se encendía.

Todo el camino fuer en completo silencio, me quedaba mirando como estúpida todo lo que nos pasara por al lado intentado no pensar en que tenía que verle la cara a Daniel. Porque tendría que hacerlo, ¿cierto? Sacudí la cabeza de un lado a otro intentando olvidar eso. Al llegar a la casa corrí hasta mi cuarto, no necesitaba hablar con nadie. No quería hablar con nadie, mucho menos con Dylan. Fui al baño a darme algún tipo de ducha rápida y rápidamente ir a la cama.

Al terminar me acuesto en ella y observo el techo. Tomo mi móvil, son exactamente las cinco de la mañana y debe estar durmiendo en el hospital. Espero que la operación haya terminado lo mejor posible, no creo que podría aguantar otro tipo de noticia.

~~°~~

Observo la mirada perdida de mi padre sobre el suelo, mi hermano mira hacia la entrada mientras que yo los diviso a ambos.

—¿Y bien? ¿Alguno me explicará que pasó? —fijo la mirada en Dylan que mira fijamente con expresión seria a mi papá esperando que por lo menos de la cara él y que yo no tenga que explicar nada—. ¿Dylan?

—Lo encontré a solas con Zoe. Ella lo estaba tomando de las manos, estaban demasiado cerca —acata rápidamente y el hombre en frente de mí fija su vista en su hija.

—Él no quería estar dentro, lo llevé afuera porque el ruido lo tenía medio mareado. Lo tenía que tomar de las manos, sino,¿cómo querían que se sintiera bien en una casa que no conoce? —los ojos de mi papá me observan curiosos, suspiro intentando sentirme menos cargada de sentimientos depresivos—. Dylan vino como un loco y lo golpeó. Calló al suelo y se golpeó con una de las rocas del patio en la cabeza. Eso es todo.

—Eres una persona masoquista, Zoe —escupe de pronto mi hermano y alzo las cejas impresionada—. Te dije perfectamente que no te vieras más con él sino...

—¿Sino qué, Dylan? —las palabras de mi padre me robaron el momento, tiene el ceño fruncido y el cuerpo tenso mientras mira a Dylan con algo de vergüenza en su mirada—. ¿Ahora no dirás nada?

El sonido de la puerta principal abriéndose llama nuestra atención. La mirada de mi madre se posiciona en mí después de ver todo el panorama. Coloco mi dedo sobre mi pecho alzando un poco las cejas a lo que ella asintió. Camino nerviosa hacia ella dejando atrás a mi hermano y padre.

—Acaba de llegar Daniel —comenta susurrando hacia mí—. Todo salió bien con su operación, creo que por lo menos merece que lo llames.

Una punzada llega mi estómago y me fijo en mi madre. Suspiro cansada y asiento.

—Hoy mismo iré a verlo.

~~°~~

—Te estaba esperando. —hago una mueca después de decir dicha frase que me parece salida de un cabaret.

—Yo, a decir verdad, no a ti —siento como se sienta sobre su cama y poco a poco busca mi cara para sentir mi expresión. Sus manos se acoplan de inmediato en mis mejillas y poco a poco va moviendo sus dedos de un lado a otro sintiendo cada parte de mi rostro—. Dios, te extrañé tanto.

Mis mejillas inmediatamente se incendiaron al escucharlo. ¿Me extrañó? ¿Eso quiere decir que lo de ayer era verdad?

—Me alegra saber que estés bien —admito nerviosa, Daniel suelta una pequeña risita. Puedo sentir como acerca más su rostro a mí, siento su nariz sobre la mía y mi corazón se acelera. Su mano pasa de mi rostro a lo largo de mi espalda. Toca poco a poco la cara interna de mis muslos hasta llegar a la parte baja de mis shorts haciendo que suelte un gemido—. Daniel...

—Hoy no, porque tengo la cabeza llena de huecos y costuras más que una pelota de beisbol. —sonrío ante su ocurrencia y el vuelve a presionar haciendo que vuelva a jadear—. Pero uno de estos días serás mía, Zoe.

Dicho esto acoge mis rostro en sus manos y me estampó un beso. Esta vez no tenía nada de tierno, no tenía nada de inocente. Tenía todo lo que debía tener un beso de deseo, un beso que expresaba muchísimo más de lo que verdaderamente era.

Daniel se arrecuesta hacia la cama y luego a su lado me acuesto yo. Podía sentir su perfume, podía sentir su propio olor, podía sentir también su respiración agitada, sus labios sobre los míos. Pero sobre todo esta vez volvía a sentir y tenía claro que hoy iba a dormir con alguien que era mucho, muchísimo más , que mi mejor amigo.

𝘡𝘖𝘌 ©️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora