Capítulo 5: El alumno inexperto

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No podía describir con exactitud todo lo que estaba pasando.

¿Desde cuándo mi vida se había convertido en este sinfín de emociones? Parecía que ya no tenía control sobre mí mismo, las cosas iban y venían, dejándome claramente desprevenido.

¿Acaso esta sería mi nueva vida?

Después de todo, era mi culpa. Yo decidí esto. Debería empezar a acostumbrarme a todo lo que estaba por venir, ya que este era solo el comienzo de una gran aventura.

Mi pobre corazón debía aprender a sobrellevar aún más sufrimiento.

Mi sorpresa seguía presente, pero fue interrumpida por una repentina carcajada, proveniente de mí

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Mi sorpresa seguía presente, pero fue interrumpida por una repentina carcajada, proveniente de mí.

—¿Qué cosas? —comenté entre dientes, pues aún estaba riendo.

—No es una broma —me miró con cara de desaprobación.

Dios mío... ¿Qué acababa de pasar? ¿Era acaso la persona que me había ayudado un asesino? Nunca había sido una persona moralista, pero tampoco quería terminar siendo un criminal como aquel hombre.

—Señor Berg, no creo que sea mi estilo tener este trabajo —retrocedí.

Se encogió de hombros. —Es que si no me dejas explicarte bien... Así la oferta no suena tan tentadora. Soy un buen negociante, ¿Sabías? —sonrió con orgullo.

—Por favor, dígame.

Sí... Tal vez lo estaba tratando con excepcional respeto, pero no quería terminar siendo uno de los cadáveres en su armario. Ya había tenido mala experiencia enfrentándome con alguien de aquí.

—No necesito que asesines personas, solo quiero que hagas algunas cosas como ayudarme con las armas y cadáveres. Yo puedo asesinar con facilidad —comentó.

¿A qué se refería con todo esto? Y lo más importante, ¿Por qué me lo pedía a mí? No tenía nada de experiencia con este mundo, por lo cual me parecía de lo más extraño.

—¿Qué gano yo si lo hago? —me crucé de brazos— Advierto, no es que vaya a decir que sí.

Todo esto era demasiado impredecible. Incluso ahora, Mats Berg no dejaba de sorprenderme. Nunca pensé que los criminales fueran así. Por lo poco que le conocía, Mats tenía una personalidad extraña, y, a la vez, única.

—Pues, ganarás un hogar. Todo este negocio es mío. Lo hice para esconder los cuerpos, pero terminé aburriéndome y se convirtió en un lugar de peleas callejeras.

Dios mío, ¿Se aburría por esconder cadáveres? Todo esto parecía de lo más raro cada vez. Mats Berg en sí, era raro.

—¿Cómo es que nadie se da cuenta de quién es usted? —me estaba resultando demasiado sospechoso. No podía quedarme así sin preguntar nada, así que entre más información lograra recolectar, mejor— Todo esto está yendo muy rápido.

El regreso del príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora