Amalie Kundsen.
Reino Yosida.
Tras la repentina muerte de Luca y Greta el reino cayó en total oscuridad. La tristeza nos invadió, pues eran personas importantes en nuestra vida.
El cuerpo de Luca fue encontrado sin vida aquel veinticinco de diciembre, y la tristeza que tenía Mats por la muerte de Greta se intensificó. Ahora mismo, habían pasado casi dos semanas desde aquel día. No se encontraba una razón para su muerte. Se había encarcelado e interrogado a un guardia que resultaba sospechoso, pero pocos días después, lo liberaron. También se tenía la teoría de que había sido un suicidio.
Hawke había perdido a su príncipe nuevamente, mientras que nosotros habíamos perdido un amigo muy importante.
El principe Mac, hijo del rey Anders Fisher era el siguiente en la línea de sucesión del trono, por lo cual su coronación estaba a solo unos días. Eso no quitaba el sabor amargo de todo esto, todos estábamos profundamente afligidos.
Fijé mi vista en Mats. Hace una semana habíamos llegado a nuestro hogar en el reino Yosida. Los días habían sido tristes para él, puesto que le habían arrebatado todo.
—¿Estás leyendo el periódico otra vez? Mats, deja de leer noticias sobre el reino Hawke —murmuré con pena— Te estás haciendo daño viendo esas cosas.
—No lo puedo evitar Amalie... —sus ojos verdes volvieron a llenarse de lágrimas—. Ya no lo soporto. Me hice demasiado dependiente de ellos... Ahora me duele tanto.
—Créeme, a mí también me duele... Pero debemos superar esto. No podemos quedarnos estancados, ya pasó tiempo de su muerte.
Obviamente, me sentía terrible por ver a Mats así. El simple hecho de verlo triste me hacía querer reanimarlo, pero me estaba siendo muy complicado debido a los momentos difíciles.
—Amalie... ¿Cómo es que ellos se fueron tan rápido? En un solo día se fueron los dos —arrugó el periódico.
Bajando la mirada contesté—: Somos humanos. No podemos pretender controlar todo lo que está a nuestro alrededor, a veces simplemente pasan cosas que nos disgustan. Greta había sufrido mucho, ¿No? Pues ahora puede descansar en paz, lo mismo con Luca. Deberíamos estar felices, porque estoy segura de que así lo querrían ellos.
—Amalie —sus ojos llorosos miraron directamente hacia mí—. No quiero perderte a ti tampoco.
—No lo harás, te lo aseguro —suspiré—. Escapamos juntos del orfanato, llevamos casi once años viviendo juntos. ¿Tengo la opción de irme? —solté una risilla.
—Cásate conmigo, así podrás quedarte siempre a mi lado —al escuchar esas palabras, mis mejillas se tornaron de rojo. Incluso en el estado en qué estaba, Mats seguía siendo tan bromista como siempre.
—No creo que sea el momento indicado para bromas, Mats —demandé. Él levantó sus hombros, despreocupado.
—No lo decía en broma. ¿Nos casamos? Si no quieres, entiendo —me dijo con paciencia.
No entendía por qué Mats me decía todo esto de repente. Sin embargo, esto aceleró los latidos de mi corazón— ¿Por qué nos casaríamos?
Mats se acercó lentamente a mí, moviendo su silla de ruedas por el reducido espacio. Sus ojos verdes empezaron a soltar un par de lágrimas, probablemente estaba recordando a sus amigos—. Luca me enseñó a superar mis miedos. Probablemente, no hubiera podido seguir con mi vida sino fuera por él —cerró el espacio entre nosotros. Podía ver a detalle sus ojos verdes, estaban rojos por todo lo que había llorado—. Y uno de mis mayores miedos era ser rechazado por ti. ¿Cómo honraría yo la memoria de mi querido amigo si no pongo en práctica las cosas que aprendí?
Estaba segura de que mi cara estaba como un tomate. No permitirá que Mats me viera así. Le di un empujón para poder respirar un poco— ¿Por qué no eres claro? Hablas de casarnos, pero no entiendo la razón por la cual te casarías conmigo. No tiene sentido, nuestros amigos fallecieron hace un par de días, ¿Qué haríamos nosotros casándonos?
—Es porque te amo, Amalie —mi corazón se detuvo, y en ese momento las mariposas alteraron en mi estómago. Nunca había considerado tener sentimientos románticos por Mats, pero él me hacía sentir de una manera única—. Tu misma lo dijiste; aunque estemos tristes, es momento de seguir con nuestras vidas, y yo estoy seguro de que quiero mi vida junto a ti.
—¿Me amas? ¿Por qué me amas? No he hecho más que causarte problemas.
—¿Por qué eres así? —frunció el ceño—. Siempre ves las cualidades de las demás personas, pero nunca te fijas en la tuya. Haces tantas cosas por mí y los demás, ¡Fíjate en eso! —aunque estaba enojado, la suavidad volvió a su expresión al pronunciar estas palabras—. También fuiste de importancia para la vida de Luca, y que él también aprecia las cosas que hiciste.
—Solo estoy diciendo la verdad —suspiré—. ¿Qué hay de bueno en mí? No tiene sentido-
—Amalie por Dios, haz silencio de una vez —masajeó su sien— Trato de ser romántico, pero no ayudas.
—¿Qué? —confundida, arrugué mis cejas.
—¿Quieres casarte conmigo? —cuestionó—. Imagínate que estoy arrodillado, ¿Si?
Asentí con la cabeza. Mats no esperó más y se abalanzó contra mí, dándome un abrazo muy tierno. Yo inmediatamente correspondí, sintiendo mi cara arder por la vergüenza. ¿Ahora éramos prometidos? Era increíblemente difícil de asimilar— Yo también te amo —apenas articulé, era difícil expresar lo que realmente sentía por Mats.
Era complicado descifrar que iba a pasar con el reino ahora que Luca se había ido. Sin embargo, suponía que mientras tenga a Mats a mi lado sería feliz. Él siempre me agradecía por acompañarlo en sus días de soledad, pero yo era la que estaba verdaderamente agradecida, porque él me había enseñado a valerme por mí misma.
¿Qué depara el futuro? No podía decirlo con certeza. Lo único que sabía era que aunque ya no estábamos todos juntos, todo marcharía en orden. Ya no éramos un equipo, Luca y Greta se habían ido a un lugar mejor. No obstante, estaba segura de que donde sea que estén, les agradaría ver qué por fin Mats y yo somos felices.
Los días de soledad se habían acabado. La marca de Luca y Greta siempre quedaría impregnada en nosotros, habían sido una gran influencia, ayudándonos a superar nuestros miedos. Ellos también tenían sus preocupaciones, pero estaba feliz de poder decir que crecimos juntos.
La amistad que nos brindaron era el mejor regalo, un regalo que en vez de recordar con agonía, sería nuestra felicidad hasta el fin de los días.
Greta fue alguien que influenció el comportamiento de Mats y Luca, enseñándoles cosas nuevas que no se atreverían a investigar por su cuenta. Alguien que estaba herida, pero después de aquellos cinco años volvió a sonreír otra vez.
Y Luca, aquel chico que lo había perdido todo, menos su determinación... La determinación que lo llevó a hacer locuras, locuras que lo llevaron a cumplir su mayor anhelo; su venganza. La venganza se consumó aquel día, el tan esperado regreso del príncipe.
Fin.
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El regreso del príncipe
MaceraEl príncipe Luca Fisher nunca había cumplido los estándares que se tenían para un monarca. Jamás había tenido el carisma para conquistar a multitudes, labia al hablar o la inteligencia para ser un buen líder, como lo eran sus padres. El futuro de to...