Amalie Kundsen.
Una hermosa chica dotada de una inteligencia sin igual. ¿Creían que mi vida sería fácil? Para nada. Por más cosas que tenga a mi favor, a veces tengo momentos de desesperación.
Ayudé lo más que pude a todas las personas que conocí. Ahora yo quería que me ayudaran a mí también, ya que a veces me sentía a punto de explotar.
Apreciaba con todo mi corazón mi amistad con Mats. No obstante, ¡Quería ser más que su sombra!
Quería que las personas me reconocieran por quien era en verdad.
No quería seguir dependiendo de él.
Con cuidado me acomodé en el viejo sillón. La oficina de Mats aquí en Yosida necesitaba una remodelación urgente. Mats era alguien bastante desordenado.
Sumergiéndome en mis pensamientos me dispuse a releer la carta que había enviado hacía ya más de una semana. Aún guardaba una copia. A pesar de que quería confiarme de mi misma, solía dudar con frecuencia de que pensaría Luca acerca del contenido de la carta.
Yo solía aconsejar a los demás. Pero ciertamente eso no me protegía de tener mis propias dificultades. Día a día me esforzaba para ser una mejor persona. Lamentablemente, nada era así. Toda esa amabilidad y bondad no las apreciaba por aquellos sentimientos negativos que se venían a mi cabeza.
Quería ser independiente.
Mats era el que con constancia repetía lo mucho que yo significaba para él, eso me hizo creer que él tenía cierta dependencia emocional sobre mí.
Pero no era así.
Con el tiempo me di cuenta de esto; yo era la que, desgraciadamente, se había aferrado demasiado a él.
Me apasionaba mucho el explorar, conocer más de la vida y de los comportamientos humanos, pero cuando algo me gustaba... Simplemente me obsesionaba con ello.
Me aferro fácilmente a las cosas, por eso siempre termino lastimada.
Limpié mis lentes, los cuales se empañaron por las lágrimas que caían de mis ojos. Yo nací dotada de cualidades, pero... ¡Tenía que sufrir de igual manera!
Aunque para ser sincera ningún tipo de sufrimiento que yo haya experimentado se compara con el de ser discriminado, el de ser aislado de tus amigos. Lo que sufrió mi amigo no tenía comparación.
Sé que no debía desmeritar mis propias dificultades, porque a final de cuentas, problemas son problemas, ¿No? Pero aun así... Me sentía egoísta al pensar que yo sufría, habiendo tantas personas que pasaban por cosas peores.
Yo quería protegerlo por siempre... Pero también quería dejar de ser tan dependiente. ¿Qué haría yo en este momento? Incluso dotada de aquella inteligencia que me hacía destacar, yo tenía mis propias dudas.
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El regreso del príncipe
AventuraEl príncipe Luca Fisher nunca había cumplido los estándares que se tenían para un monarca. Jamás había tenido el carisma para conquistar a multitudes, labia al hablar o la inteligencia para ser un buen líder, como lo eran sus padres. El futuro de to...