Capítulo 2. Paseo por el parque (editado)

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Se cae la tiza que previamente había tirado el profesor deliteratura a su mesa tras escribir en la pizarra uno de sus típicosesquemas que solo él entiende, aunque los que más años lo hemostenido de profesor ya lo comenzamos a entender. Es última hora y aúnsigo pensando en el sueño que había tenido esta noche. Soñé conLiam y la conversacion que tuve con él ayer de la que no he habladocon nadie. Nadie me creería. No creo que vuelva a verlo, pero esapequeña conversación me marcó y me hizo plantearme mi vida,prácticamente, entera, tengo que cambiar la forma en la que miro lavida. Liam tiene razón, los problemas tienen la importancia que lequeramos dar y, sobre todo, cuando parte de esos problemas son solopor un aspecto. Tengo que cambiar de actitud e iba a hacerlo. Anocheestuve estado buscando en internet consejos para comer mejor ycanales de youtube para poder hacer ejercicio en casa. Ojalá pudiesehablar con él de nuevo alguna vez para decirselo, tengo esperanzaporque me preguntó a qué hora salía de clase. Cuando suena eltimbre recojo mi cuaderno y el estuche rápidamente, tengo ganas deregresar a casa para empezar a organizarme para esa nueva. Al salirme llevo una gran sorpresa pues en la acera de enfrente puedoreconocer a Liam con su perro, el cual estaba utilizando un árbolpara marcar territorio, pese a las gafas de sol y la capucha de lachaqueta. Desgraciadamente Evelyn no está en la calle para verlo.

-Buenas tardes. Has salido pronto.

-Suelo hacerlo. Ha sido una sorpresa encontrarte aquí. –Respondo agachándome para acariciar al perro que al ver que meacercaba se tumbó panza arriba en el suelo para que rascase subarriga. – Que cariñoso es el perro, ¿cómo se llama?

-Tenía que sacar al perro y me ha dado la hora. Se llama Woody,lo adopté hace unos meses, lo habían abandonado, entre que estáenfermo y que no es un jovenzuelo...

-Oh, espero que no sea nada grave, no parece que esté muy mal.

-Tiene la enfermedad esta del mosquito, nunca me acuerdo de comose llama. Pero ya está bien con el tratamiento, las patas lemolestan de vez en cuando pero nada grave.

-Es un perrito muy afortunado al haberte encontrado.

-No sé... estaría mejor con alguien que pudiese prestarle másatención que yo. ¿Has pensado en lo que te dije ayer? Me has caídobien, si quieres puedo ayudarte. Voy a estar en el parque un buenrato con Woody, que hoy está hiperactivo, por si quieres pasartedespués.

-¿De verdad quieres ayudarme? No sé, no me conoces.

-Ya te he dicho, me has caído bien. Me voy, si quieres nos vemosen el banco de ayer. – Sin decir más se da la vuelta y comienza aandar. Nada más empezar a andar yo en dirección opuesta me girojusto para ver como Evelyn reconoce a Liam a lo lejos en el momentode salir de clase. Si hubiese salido un minuto antes me hubiese vistohablando con él. En casa está mi madre mirando su telenovelacosiendo el botón de una camisa.

-Mamá, voy a salir, hago los deberes a la noche. No me voy allevar el móvil. – Me responde con un simple vale y voy corriendoa mi habitación a cambiarme de ropa. Una vez con el chandal puestosalgo de casa de nuevo y me dirijo al parque. A lo lejor veo a Liamhaciéndose fotos con unas chicas, llevaba un palo en la mano y elperro daba saltos intentando alcanzarlo. Cuando se despiden veo quetira el palo todo lo lejos que puede y su mascota fue corriendo trasél – Desde luego hoy no es de esos días en los que le duelen laspatas – Le digo llegando a su lado.

-Creeme, aunque le duela las patas los palos son los palos.¡Woody, vamos! – comienza a caminar por el camino de arenacompacta del parque e intento seguirle el paso. Woody camina entrenosotros con su preciado palo en la boca – ¿Y qué tal lasclases?

-Como siempre – respondo – ¿Tú, qué tal la mañana?

-Tranquila, en casa. Hoy tenía descanso. Hoy y mañana tenemoslos entrenamientos vocales individuales. – Poco a poco ibaacelerando el ritmo, el pequeño animal iba casi corriendo entre losdos. – ¿Vas bien? – Pregunta al ver que me estaba costando noquedarme para atrás.

-De momento sí.

Esas pequeñas cosas. StrongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora