CAPITULO 10

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CAPÍTULO 10

Caleb la besa otra vez en su experiencia era lo mejor para calmar a una hembra, Ella trata de empujarlo, pero era como tratar de quitarse de encima bloques de sementó, hasta que terminó cediendo dejándose besar “que patética Liz como toda una protagonista de novela vencida por un beso, ¡pero que beso!”

Cuando por fin la deja tomar aire una Liz más calmada disfrutando de esa intimidad por fin era una mujer completa y estar en sus brazos sintiendo su calor era como el paraíso.

—no puedo irme contigo —

—claro que sí, tú eres mi compañera— le habla Caleb mientras le reparte besos por toda la cara —mmm hueles delicioso

—Espera Caleb— Dice tratando de alejarlo —no hagas eso, no me dejas pensar.

—no puedo evitarlo, eres deliciosa

—Caleb hablas como si fuera un postre o algo así.

—tu eres mi manjar, solo mía para saborearte y hacer contigo lo que quiera

—Dios Caleb detente ya, tenemos que hablar y si sigues así nunca vamos a parar— Caleb la besa y le toma el labio succionándolo suavemente como saboreando un dulce por varios segundos. Luego la muerde dejándole una marca suave en su boca tragándose el grito de Liz que lo mira con sorpresa y sus mejillas rojas por la excitación.

—Tienes razón tenemos que hablar vístete, afuera hay unas personas que quiero presentarte— habla Caleb con su voz de mando tan serio, como si hace unos segundos no le hubiera hablado con ternura. Se coloca el pantalón, toma la camisa y sale dejándola totalmente encendida.

Elizabeth toma una ducha rápida de agua fría por segunda vez en una hora “Por Dios si seguía así nunca iba a salir del baño y tampoco es que le hubiera servido de mucho, saber que él estaba ahí afuera a unos metros, no la ayudaba a enfriarse. Diablos como podía calentarse con ese hombre, además ¿qué le pasaba? parecía bipolar, aunque la loca es ella por ponerse como una perra en celo cada vez que lo ve, - respira Liz concéntrate - tienes que estar  centrada realmente no era ella misma, que coños se refiere con compañera, su compañera, esas palabras suenan bonito se siente acogedor” suspira Liz “Elizabeth por Dios despierta él tiene esposa, métetelo en la cabeza Liz él es casado no puedes enloquecer cada vez que lo ves y quién diablos la esperaba afuera, ¡o cielos no puede ser!” Liz se lleva las manos a la cara más roja que nunca, “eso significa que todos los que están afuera saben lo que estuvimos haciendo Caleb y yo” — ¡está loco si piensa que voy a salir con esa gente!— dice Liz en voz alta “pero que le pasaba, viene la utiliza como un trapo y fuera de eso tenía que hacer lo que él dijera, ni que estuviera loca, no pensaba salir y verse con esa gente.

 —¡Maldita sea Liz, sal ya o entro y te sacó así estés desnuda!— Grita Caleb desde afuera obviamente la había escuchado

—sí, ya voy— habla Liz obedientemente mientras se muerde su labio inferior “y hasta ahí llega su pataleta, lo escuchas y te vuelves gelatina”

Rápidamente se coloca sus pantalones chándal y una camiseta negra sin mangas, aunque hacia frio, a ella parecía no afectarle, se coloca sus zapatos deportivos y se desenreda con un peine grueso dejándolo suelto y húmedo.

“Por qué tarda tanto” era la décima vuelta que daba Caleb en la sala de la casa principal. Se había puesto la camisa pero no se había molestado en apuntársela, era consciente de las miradas de burla que le lanzaban Harold y Lorenzo y de Tatiana  que sorprendentemente estaba callada en un rincón pálida lanzándole miradas furtivas, con el escándalo que hicieron Liz y él seguramente pensó que estaba torturando a su amiga.

LA POSESIÓN DEL ALFADonde viven las historias. Descúbrelo ahora