Music Phone. ; Mitsukou

6.

Ambos chicos sabían que el silencio que reinaba entre ambos era natural.

¿Qué dirían?
Lo único que tenían en común era la mierda de su vida, que habían perdido a alguien, quizás la persona más importante de su vida, y como siempre, no era fácil.
Era cuestión de tener sentido común.

—Siento que Yugi era un mentiroso...— el desprecio hacia la chica a su amigo le sorprendió al rubio frente a ella, no se atrevería a decir nunca algo como eso para describir a una persona como Mitsuba, pero, por alguna razón sentía que no lo decía solo porque sí.

—¿Por qué?— Cuestiono en respuesta sin más, una pregunta que solo exigía una explicación sobre algo que no lograba entender.

—...Mintió. Eso es lo que hacen los mentirosos.— las respuestas cortantes denotaban que ambos eran cerrados con el tema, aunque fuera ella la que más se esforzará para abarcar el tema —Me hizo promesas, y las rompió. Creo que— se tomó una pausa tomando aliento —Mejor dicho— corrigió —siento que solo se fue. ¿Tu chico nunca insinuó nada de irse de aquí?

—...Dijimos que lo haríamos juntos.

—¿Entonces él también es un mentiroso?

—No hables así de él.

—¿Eran amigos?

—¿Para que te intenteresa saberlo?

—¿Por qué solo no respondes?— se rió dulcemente agachando la cabeza —Te gustaba, ¿no?

Los pensamientos de Kou se congelaron en la última conclusión sin saber del todo como actuar más que sonrojarse inconscientemente.

—... Pensaste que el amor sería una promesa, entonces— agregó ante su silencio tomando sus propias conclusiones al parecer que sabía del tema —Supongo que, ¿eres un enamorado muy inocente?

—...Es la primera vez que me gusta alguien.

—¿Pensar en el amor que le tienes hace que dejes de ser tan ruidoso e imprudente?— admitió sobre analizando cada frase del rubio con esa levemente alegre actitud, era claro que ambos veía atentamente cada movimiento y analizaban meticulosamente cada respuesta que daban para entenderse, finalmente, igualmente buscaban respuestas de algo que supieran y pudieran delatarlos.

—No hablemos de esto. Necesito que me digas si sabes algo sobre ese chico que igual desapareció.

—Hmmm, supongo que quizás el universo le dio su deseo.— eso confundía a cualquiera, era claro que Kou no sería el primero ni el ultimo.

—Mitsuba no quería desaparecer y quizás suf-

—Él quería dejar de vivir su vida e huir. Me lo dijiste antes.— chasqueó la lengua pensando un momento en la continuación de sus palabras —...Creo que ambos querían huir, y el universo los oyó consediendoles su deseo aunque no fuera con nosotros.

—¿Qué mierda dices?

—Yugi muchas veces me dijo que no quería suicidarse pero si dejar de vivir como lo hicimos desde primaria, pero que no veía muchas alternativas. Puede que la muerte los haya oído.

—Mitsuba no está muerto.

—Lo dices porque te gusta.

Se contuvo, realmente estaba enojado pero el discutirle solo le haría más obvio dejar que lo leyera, era precavida.

—Aunque no lo quieras aceptar el suicidio es prudente cuando otras emociones se hacen más fuertes que la prudencia. Yugi desapareció después de algo que pasó con su hermano, y el tuyo según rumores desapareció después de un beso, ¿verdad?

Kou se limitó a mover su cabeza de arriba abajo haciendo que quizás esa teoría se le hiciera prudente.

—Bien, pero toda la hipótesis se va que la mierda porque no se han encontrado cuerpos.

—...El bosque.

—Yugi odiaba estar ahí.

—Si está Mitsuba quizás él también.

—Conociendolo, dudo que se haya muerto en un lugar donde no pudiera ver el cielo por árboles.

—Conociendo a Mitsuba, el no querría morir. Hay otra cosa entre todo esto pero iremos por partes.

Un corte de charla marcado para ponerle un orden a sus palabras al no verse interesado en las mierdas de otro, era egoísta, pero en ese momento no le importaba más que su propio desespero emocional siendo recibido por una sonrisa por parte de la joven de primer año.

—¿Mañana?

—Ve preparada para encontrar lo peor.

—Y tu no te ilusiones con encontrar lo peor, lo más seguro es que te ilusiones hasta con eso, y es malo.

Una conversación finalizada en esos minutos, en los que los destrozados acordaron una búsqueda para el próximo día por sus propios motivos.

No afirmaría algo tan precipitado como esa chica, pero era entendible para Kou que hablaba desde su propia experiencia con su amigo, tan dolida que solo había empezado a pensar demasiado en todo, se le notaba apesar de su sonrisita.

Casi no había oído sus rumores, jamás le importaron pero si los recordaba.
Una desaparición de un chico de primer año al que todos torturaban, una tarde de invierno en la que había huido de si mismo, quizás sin desear el perderse, pero afectando totalmente a su mejor amiga que lo había buscado hasta esos días.

Después de todo, su familia se había desesperado haciendo más ruido por lo mediocre que era el ambiente, ignorando los hasta que el karma había sido tan injusto que lo afectó a él y al joven que quizás era como él.

Lamentos de una chica que había perdido a su alma gemela y aún no superaba aunque pudiera fingirle al resto que estaba bien, buscando un reemplazo de su amigo en su vida, sin lograrlo.

El brillo desaparecía de sus miradas, mientras sus labios asimilaban el no recordar como sonreir.
Quizás su vida era más que ese dolor, pero este mismo hacía que todo le diera vueltas una y otra vez a esta, haciendo que ignorara cualquier otra cosa.

Pero, por esas 24 horas, había perdido sus 8 horas académicas lo cual finalmente le permitía irse a casa, generandole un leve alivio que podía quizás permitirle desatar el nudo en su garganta que lo hacía sentir su respiración precavida.

Tomar aire para soltarlo tratando se volver a sentirse tranquilo, caminando por el lugar hasta llegar a la primaria de la única persona a la que le daba atención en ese tiempo y lograba hacer que pudiera pensar en otras cosas por su hermosa energía.

—¡Kou!

Su hermana sonrió al verlo en la entrada de dicho lugar corriendo con él al ya pensar que nunca más lo haría como antes.

—Hola— murmuró correspondiendo el abrazo con aquella nostalgia que le hacía valorar a la pequeñita que inmediatamente se separó narrando le su día enérgicamente como el pequeño angelito que era haciéndolo sonreir de forma corta para irse a casa juntos y apagar su mente por un tiempo por darle toda su atención a la inocente niña que actuaba tan enérgica como siempre le había enseñado a ser.