03

1.6K 227 46
                                    

En el transcurso del recorrido del autobús hasta la plaza comercial a la que se dirigía, MinHo no dejó de pensar en la plática que tuvo con BangChan. ¿Tan mal Omega era?, cuando era más pequeño y hasta hace unos meses atrás, su madre le decía que sería un buen Omega. Tenía caderas anchas para tener cachorros, y muslos gruesos, la cosa favorita de los alfas. Los alfas amaban a los omegas con carne de donde agarrar o morder durante sus celos, ellos no querían a un omega escuálido y sin chiste. MinHo tenía todo eso. A veces pensada que BangChan era uno especial y no le gustaban de se tipo, como él. Aunque, de ser así, no lo hubiese llamado para ayudarlo en su celo. Aunque, de ser así, no lo hubiese llamado para ayudarlo en su celo. Y tampoco sus muslos debieron de haber quedado completamente magullados de tantas mordidas y apretones que le dio. Aún cree tener marcas de ese día, y fue hace poco más de 4 meses.

¿Será que el alfa de BangChan no sintiera nada al tener a MinHo cerca? Porque, MinHo si sentía y mucho. Hasta cuando no estaban cerca, su omega se retorcía en su pecho por ir en busca del alfa y verlo cuando menos, un segundo. Cuando estaban cerca, su omega chillaba por atención del alfa, y no dejaba de hacerlo hasta que BangChan lo mirase, aunque sea, de reojo. Al castaño siempre le pareció atractivo el más alto, lo veía por la escuela y pensaba que tenía una bonita sonrisa, porque si, ha visto a BangChan sonreír, pero sólo con sus amigos. Nunca había sentido la necesidad de estar todo el tiempo a su lado o al menos, tener algo que oliera a él para calmar su sed. Él piensa que es el embarazo que lo deja así. Tal vez, el bebé necesitaba protección, más de la debida.

El camión para justo fuera de la puerta del centro comercial. Se dirige hasta la sección de restaurantes, donde lo espera JeongIn, su mejor amigo omega. Es un chico delgado y muy simpático, él no tenía los muslos rellenos o caderas anchas como MinHo, pero a HyunJin parecía gustarle así. Es por eso que el castaño piensa que BangChan era como él.

—Hola, MinHo , ¿cómo estás?—Él ya está en una mesa, solo y comiendo algo de ramen.

—Hola, JeongIn . Algo cansando, ¿y tú?

—Estoy bien, gracias —JeongIn toma otro ramen junto a unos palillos había comprado y se los pasa a MinHo para que comiera también—. Pensé que debías estar hambriento.

Y sí; mucho. La manzana que comió en la mañana no había sido suficiente. Su estómago rugía y ardía por ser llenado de lo que sea.

—Bastante—revela, quitando el papel de la parte superior y recogiendo un poco de fideos con la punta de los palillos.

—Y... ¿cómo es la vida con BangChan? ¿Te trata bien? HyunJin dice que es algo bruto contigo.

¿Qué debía contestarle? ¿Qué el alfa era un era un puto mamón con él, o que apenas y hablaban?

—Sí, lo es. Bastante. Pero no solemos hablar mucho, ¿sabes?, sólo lo necesario.

—Pero la comunicación con el Alfa durante el embarazo es importante, Honnie.

—Cuando es tu Alfa, tal vez sí.

—BangChan es tu Alfa, MinHo.

—No, JeongIn —niega su cabeza, suave, jugando con las mangas largas del suéter de BangChan—. No lo es. Él me lo dijo hoy.

—Pero... si BangChan no fuera tu alfa, tu embarazo no iría nada bien.

—Es que... yo lo siento, ¿bueno? pero BangChan no. Él dice que porque vayamos a tener un cachorro, no significa que yo sea su Omega.

—Ya se dará cuenta, Honnie. Como te dije, él es un alfa bruto.

—Yo no quiero que esté o cuide a mi cachorro por obligación. Quiero que lo quiera como su hijo, no como una simple responsabilidad.

—Lo sé. Tampoco quiero eso. Pero dale tiempo, ya verás que poco a poco su cabeza se aclarará y su corazón, si tiene, se descongelará.

—¿C-cómo el corazón de Ana en frozen?— Pregunta, secando sus pequeñas lágrimas con la tela del suéter.

—Justo así, Honnie— suelta una risa cariñosa, comiendo de nuevo su ramen.

[.....]

Abre la puerta, tranquilamente. Son las ocho PM y espera que MinHo esté aquí. Gruñe al ver todas las luces apagadas, y el omega no se ha asomado -como todos los días- por la entrada de la cocina para verlo y confirmar que era él quien entró a la casa. No podía estar dormido, era muy temprano y MinHo no dormía hasta que BangChan estuviese en casa. Para comprobar sus sospechas, corre a la habitación y no lo encuentra ahí.

Mierda. Bien, sabía que el omega era terco y que no le haría caso. Pero ya es tarde, y piensa que su salida ya debió de haber terminado. ¿Y si le había pasado algo? Su alfa comenzó a aullar dentro de él, desesperado por tener al omega aquí, ya.

—No es nuestro—le dice BangChan.

Mío.

Nuestro.

Traer. Ahora.

Proteger.

—¡No es nuestro, cállate!—Se rugió a él mismo, molesto.

Busca en su celular y no tiene ningún mensaje de MinHo. Pero claro, si no tenía saldo... y él tampoco. Bendito omega idiota con el que se topó.

—¿Donde mierda estabas?— Le pregunta cuando lo ve entrar, temblando y con la mochila colgando en el hombro.

—Salí con JeongIn—deja la mochila sobre el sillón, a un lado del pelinegro.

—Te dije claramente que te quedaras aquí, ¿no fue así?

—Y yo te dije que saldría.

—¡No es un puto juego de a ver quien le gana a quién, MinHo!—Le grita, evitando usar su voz de Alfa—. Estás embarazado, deberías cuidarte mejor.

—¡Ya lo sé, BangChan! Ya sé que estoy embarazado, ¡mierda!

—¿Qué tal si te pasaba algo? Unos putos traficantes de órganos infantiles pudieron haberte raptado.

—¿Por qué serían infantiles, sin embargo?—Chilla, estaba llorando, al darse cuenta, limpia sus mejillas húmedas.

—Tus órganos son del mismo tamaño que de un niño de cinco años. Apuesto que si le pusieran tu cerebro a uno de esa edad no habría problema, total piensan de la misma manera—se burla—. ¿Has visto tu tamaño? Eres pequeño. 

—¿¡Por qué eres así!?—Le grita, pateando el suelo de berrinche—. ¡Tú eres un Alfa estúpido, muy bruto y obstinado!—Le pega en el pecho, haciendo que BangChan retroceda pero él y apenas siente los golpes—. ¡Te odio, te odio!

Nos odia. Tu culpa. El Alfa de BangChan le reclama.

—¡Siempre eres así! ¡Eres un alfa idiota que se cree mejor que yo sólo por ser omega!—Le grita, enojado y con las mejillas rojas—.¡Siempre estás diciendo lo que hago mal y nunca notas lo bueno que hago por ti! Lavo tu puta ropa, te preparo la cena y te la sirvo. ¿¡Podrías dejar de verme como sólo la tonta incubadora de tu hijo!?

Siente la presión crecer en su pecho, intenta calmarse por el bien de su cachorro. No se siente bien, se siente destrozado y su Omega también. Con pasos apresurados pero pesados, va a la habitación. Se deja caer en la cama, rompiendo en llanto y sollozando contra su almohada.

—Tienes que tranquilizarte. El embarazo te tiene así.

—¡Que no, mierda!—Levanta su rostro.—¡Aunque no estuviese embarazado te hubiese dicho todo eso!

—Si no estuvieses embarazado, no estarías aquí—dice, fríamente, causando escalofríos en el cuerpo del omega. Toma una toalla seca para bañarse y sale de la habitación, ignorando el hecho de cuanto su alfa deseaba tranquilizar al omega.

𝙑𝙚𝙣 𝙖𝙦𝙪𝙞́, 𝙮 𝙖́𝙢𝙖𝙢𝙚 𝘾𝙝𝙖𝙣𝙃𝙤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora