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-Quiero que seas mí zorra.

-¿Que?.

Te preguntaras como llegue hasta está parte de mí vida, bueno, comencemos por el inicio.

Yo era un chico de 16 años, mis padres decidieron dejarme de pagarme los gastos que hacía.

Obligándome a yo conseguir un trabajo, en poco tiempo lo conseguí.

Pero un trabajo en el cual tenías que saber luchar, por que sí, me contrataron como guardaespaldas de Borja Luzuriaga, un chico de 18 años que es hijo de una famosa empresa.

Apple, que probablemente tiempo después se la den a él.

Me miro de arriba hacía abajo y sonrío... Esa buena y delicada sonrisa que no sabía que tenía una oscura verdad por detrás.

Paso un año desde que me aceptaron en aquel trabajo, pronto iba a ser mí cumpleaños 17, como cualquier joven de esa edad, se emociona, pronto serán unos adultos, y yo desde pequeño me ha gustado la idea de crecer.

Más que nada, por que yo considero la vida como un juego... Solo que aquí no puedes dar a Respawn. (No sé como se escribe).

Y adivinen que me dió de regalo Borja, exacto, está pregunta rara.

-Que sí quieres ser mí zorra.

-Disculpa pero no.

-Vamos, todas y todos de está empresa quieren que me los y las folle.

-Cada quien ¿no? Ellos y ellas te quieren comer la polla pero yo no... ¿Ha ti te gustaría que el hijo de tú jefe te pida que seas su zorra?.

-Mhh~ Depende de quien sea.

-Joder...

-Además, sí no me aceptas voy a hacer que te despidan.

Ahora sí que me cabree, malditos hijos de papi, sí no fuera por que es el hijo de mí jefe ya estaría muerto... Pero aún así, no pude temblar ante ese pensamiento que me llegaran a despedir solamente por que no acepté ser su zorra... ¿Que haría mí madre en esté momento?... Definitivamente lo aceptaría, no solo por la plata, también por que está bueno.

-Bi-bien.

Me volvió a sonreír con la misma sonrisa que nos conocimos... Esto no va ha acabar bien.

(...)

Me preparaba con un hermoso traje color blanco, hoy era el mejor día de mí vida... Nunca había entendido el por que el día de tú boda era lo mejor que te pudo haber pasado... Pero ahora lo entiendo.

No quiero que mí boda sea un rotundo fracaso... Al menos no como la de Rubius y Vegetta... Pobre de Vegetta ha de haber sido muy duro, que te cases y el mismo día divorciarte... Seguramente todavía no se le pasa ese día.

Sacudí mí cabeza un par de veces para borrar aquellos pensamientos negativos.

El día se me hizo relativamente rápido... ¿Quien diría que me iba a casar con alguien que me propuso ser su zorra?.

Esté matrimonio empezo por un
«Quiero que seas mí zorra»

oňє-sһoţs Donde viven las historias. Descúbrelo ahora