𝓗𝓪𝓼𝓽𝓪 𝓺𝓾𝓮 𝓵𝓵𝓮𝓰𝓾𝓮
Hace ya unos años llegue a este lugar, un pueblito pequeño y bastante tranquilo, y lejos de todo lo que conocía. Estaba completamente desorientada, no sabía diferenciar entre lo que estaba bien o mal, para mi en ese sentido todo era igual, y todo se reducía a una palabra, 𝓟𝓵𝓪𝓬𝓮𝓻.
Ya al rededor de 5 años fui a una consulta con un experto para tratar mi constante obsesión con el sexo, que claramente era fuera de lo normal. Me había declarado con síntomas de ninfomanía, y ya comenzaba a hacerme daño, con cambios bruscos, bipolaridad, y agresividad, pues intentaba retenerme y era donde venía el colapso. Pero mi obsesión por el acto sexual, principalmente por algunas fantasías y juegos sexuales de diferentes tipos, algunos más bruscos que otros. Dejándome fuera de todo comentario no me fie del diagnóstico de ese doctor. ¿Que profesional termina acostándose con su paciente en plena consulta?; más con una excusa barata de comprobar mis palabras.
Pase meses encerrada en casa, pasando por todos los síntomas que presentaba la ninfomanía. Pedía las cosas necesarias por encargos, como comida y otras cosas. Hacia a los hombres de las entregas dejar las cosas en la puerta y retirarse luego de pasar bajo la puerta sus pagos, sentía un extraño impulso al mirarlos, y no sabía si podría aguantarme al estar cerca. Tuve que comenzar a adaptar una vida a distancia de la sociedad, contando el tiempo necesario para mantener mi cerebro completamente enfrascado en cosas que me despejaran la mente, pero sentía que aún no era suficiente.
Luego de un año en esas condiciones fui con un psicólogo, luego otro experto en estos temas, luego con una pareja de profesionales, cada uno más "profesional" que el anterior. Me terminaron declarando pequeños trastornos mentales. "Es más fuerte que yo, no puedo evitarlo, se me hace necesaria la sensación de sentir placer". Esa fue mi excusa barata al terminar enrollandome con cada uno de los especialistas a los que visitaba, solo que esta vez a pesar de lo ocurrido les escuchaba, quería cambiar. Entonces fue cuando me explicaron que habían muchas formas de sentir placer, y entre estos estaba el placer por la religión, por el deber, el estudio, conocimiento, ejercicio, trabajo, no solamente por las personas, y que ese podía ser uno de mis apoyos hasta que supiera que hacer.
Pase años investigando sobre diferentes trastornos mentales y sus posibles curas, para mi desagradable sorpresa el mío no aparecía en ningún lugar, al menos no la cura. Finalmente, después de tanta investigación, llegue a este lugar desde hace dos años. Un monasterio a las afueras de la pequeña ciudad alejada de los avances de la sociedad, en sus escritos decían que se encargaban de redimir a las personas con el toque del "diablo", entonces pensé que tal vez en ese lugar... Podría encontrar una cura, una solución a mis problemas, y expulsar a esa diabla que dicen que se apoderó de mí.
-El tiempo pasa y no soy capaz de ver por completo mis avances... Aunque creo que nunca los he tenido.
Repetía para mi misma mientras paseaba por los pasillos del monasterio de camino a la capilla, mientras escuchaba el producto de tanto sufrimiento y represión que me causo y cause en esta vida. De los problemas, pero a la vez gustos que recordaba degustar a diario.
-Nunca pensé que las monjas de este lugar fueran tan putas. Ni que le gustaría tanto a ese joven cura
Los gemidos de las monjas se escapaban de sus habitaciones, en algún momento, ni siquiera recuerdo cuánto, habían accedido a someterse a mi, y ahora yacían en sus habitaciones, amarradas, con las piernas abiertas, y no solo eso, algunas, tal vez la mayoría, se disfrutaban entre las mismas, de juguetes sexuales, o de ambos.
-Creo que solo hice que llegara caos a este lugar
Finalmente llegué a la habitación del cura, donde esté estaba de brazos cruzados, no podía hacer nada, ni siquiera echarme, pues si lo hacía antes de quedar curada, su monasterio podría perder todo su prestigio o sería cerrado, si soltaba tan solo un par de palabras. ¿Chantaje?, si, pero no pensaba irme de aquí hasta que estuviera entera como se dice. Lo peor era que no podía evitar que las monjas jugarán entre ellas, porque entonces serían las que hablarían, o harían lo que fuera para sentir ese placer.
-Es una enfermedad
Dije una vez frente a él
-Porfavor padre...
Junte las mis manos a modo de súplica
-Perdóneme
Al no escuchar su respuesta, como cada día, entonces desistí de suplicarle y levantar la mirada para toparme con el a los ojos. ¿Por qué no me perdona?, es una enfermedad, necesito ayuda, y con su perdón podré estar curada. Pero solo conseguí que el humo del cigarro que el fumaba invadiera inmediatamente mi nariz, el padre, que últimamente había tomado el mal hábito de fumar me miraba como si fuera un ser inferior, o como si fuera nada.
-¿Perdonarte?. ¿Acaso en tu camino no te has dado cuenta de lo que has causado pecadora?. Dos años, dos años bastaron para que sumieras a las demás en tu pecar, y aún así, me súplicas que te perdoné. ¿Cuál crees que será mi respuesta al respecto?
Trague en seco al escucharle, se que el tenía razón, en tan poco tiempo ya había hecho de este lugar un caos total, y la verdad es que no me arrepentía, no es mi culpa, no es mi intención, pero a la vez si... No se cómo puedo siquiera mirarle a la cara
-Yo.... Lo siento padre
Dije bajando la cabeza arrepentida
-Por favor. Siento que una vez expire mis pecados podré volver a ser una mujer normal, y no lo que soy ahora Porfavor padre. Yo sé que no lo merezco, pero... lo necesito...
Le mire nuevamente mientras cruzaba mis manos frente a mi falda
-No quiero recurrir a métodos del pasado para aplacar esto que siento ahora
-Sal de mi vista. Tu perdón aún no es merecido. Ni siquiera el arrepentimiento de tus actos se ve reflejado en tu mirada.
Alegó mientras caminaba hacia el altar
-Dios tiene un plan para todos, y siempre que lo busquemos obtendremos perdón. Pero tú, aún no mereces obtener el perdón.
Pude sentir estás últimas palabras en un tono algo brusco. Solamente baje la cabeza, no sabía que más hacer o decir, desde mi primera confesión me había tratado así, y se supone que el padre es quien resguarda a sus hijas, no las deja a la misericordia del mundo, que la verdad no existe
-Lamento... Molestarlo... Padre....
Hice una pequeña reverencia al mismo para comenzar a retirarme
-Vuelve cuando muestres una pizca de arrepentimiento en tus empañados ojos.
Y así salí de la habitación cerrando la puerta tras de mi; solo que al salir me detuve por un segundo a pensar, aún estaba sujetando el pomo de la puerta, no había avanzado mucho la verdad
-Lo siento padre, no quería hacer esto, pero no tengo otra opción
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𝓔𝓵 𝓭𝓲𝓪𝓻𝓲𝓸 𝓭𝓮 𝓛𝓪𝓭𝔂 𝓕𝓸𝔁 ~ 𝓜𝓾𝓳𝓮𝓻 𝓔𝓻𝓸𝓽𝓲𝓬𝓪 ~
DiversosSolté lentamente el pomo de la puerta y comencé a alejarme, me dirigía a mi habitación pasando por el extenso pasillo del monasterio. Cada paso era un gemido diferente, una mujer gritando, algún que otro grillete sonando. Siempre había atrapado a to...