Solté lentamente el pomo de la puerta y comencé a alejarme, me dirigía a mi habitación pasando por el extenso pasillo del monasterio. Cada paso era un gemido diferente, una mujer gritando, algún que otro grillete sonando. Siempre había atrapado a todas mis presas, y sin duda era la mejor, pero quién diría que estás monjas fueran a aprender lo básico tan rápido, y que mi única presa que tenía en este lugar y momento, se me enmarcaba cada vez más lejos.
-No.......
Susurraba
-no no no
Cuando me di cuenta ya estaba corriendo por los pasillos mientras sujetaba mi vestido
-¿Que he hecho?
Llegué a mi habitación y me encerré en la misma, el arrepentimiento me carcomía por dentro, era una mi culpa, yo fui quién les enseño a sentirse bien entre ellas mismas, pero ni siquiera puedo hacerlo conmigo misma y nunca pensé... Que esto pudiera ser así
** (. . .) **
-Ya no lo aguanto..... No puedo.... Debo buscar.... Eso que me llene....
Miraba a los diferentes juguetes que habían sobre la mesa de mi habitación, la ropa que había dejado sobre la cama con un velo algo suave
-Tal vez.... El padre tenga razón..... Y no exista mi perdón.... O tal vez simplemente mi perdón estaba en mi cuerpo disfrutando de puro sexo...
Estaba desnuda parada frente a la cama, la puerta de la habitación entre abierta, y miraba a las piezas de ropa sobre el colchón
-Tal vez.....
Pasado unos minutos sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo, un frío en mi espalda, me estremecí por completo. Una presencia fuerte, imponente, pero ni siquiera sabía de dónde venía, nunca había sentido a nadie en este con semejante aura. Tal vez eran solo imaginaciones mías, así que comencé a vestirme dejando todo hecho extraño de lado, aquella mirada en mi nuca, no tenía sentido en un monasterio, ¿Verdad?. Termine por colocarme la ropa interior roja de encaje, y un vestido de tela suave, bastante cómodo. En cuanto a los juguetes... Los tiré todos a una gaveta, eran muchos como para poder cargarlos cuesta abajo en el camino, y prefería ir ligera. Cerré la misma con una llave que me colgué en el cuello, ya se habían dado incidencias de mis cosas desaparecidas, entre ellos piezas importantes de mi ropa.
Finalmente salí de la habitación, sin tacones puestos para que el rápido caminar no se hiciera ruidoso. Revisaba el monasterio con la mirada, aún jadeaban algunas mujeres, al parecer todos estaban muy cansados o muy ocupados, así que aproveche para salir rápidamente, y una vez en el jardín correr hacia la entrada.-Creo que lo mejor será buscar presas fáciles, o algo que me entretenga
Comencé mi camino alejándome del lugar, no conocía a la perfección los caminos lo admito, porque desde que me mudé a este país estuve encerrada en ese monasterio; por suerte tenía buena memoria, lo suficiente como para recordar el camino a casa, si es que eso se podía llamar casa, en cuanto a lo demás, solo me dispuse a caminar a ver qué lugar para caza podría encontrar. Por suerte no paso mucho tiempo andando hasta que encontré un lugar, parecía un bar de dónde provenía una música un tanto extravagante, no era de mi presencia, pero parecía ser el único por estos alrededores.
Mi primera reacción al mirar su interior la recuerdo como si fuera hoy. Se veía un lugar simple pero elegante a su vez, había música resonando y varias personas en la pista de baile. Y ahí fue donde conocí a mi primer pecado. En la barra se veía a algunos hombres, algún borracho, otro revisando apuntes, uno filtreando con una mujer a su lado y así diferentes variedades de idioteces o pocas cosas. En las mesas habían todo tipo de personas pasando el tiempo a su manera, pero una sola palabra describiría el ambiente. Encendido.-~Ah~, de nuevo en un lugar como este, acabo de regresar a mis tiempos de bebedora inservible. Espero al menos encontrar algo... Útil~
Pensé mientras caminaba hasta la barra y tomaba lugar en una de esas sillas más apartadas del resto del mundo, por así decirlo. Levanté la mano, típico para pedir una orden, y entonces vi un hombre de traje de mesero acercarse a mi posición; y todo hubiera salido bien e igual de indiferente si al mirar al encargado no me hubiera quedado perpleja. Era un hombre joven, bien concervado, de cabello negro y ojos color mar, tan bellos que parecía sumergirme lentamente en ellos. El mismo barajaba un mazo de cartas que ahora guardaba en el saco de su uniforme, e ignoraba a su vez los comentarios de las chicas que le coqueteaban.
-Vaya, un nuevo rostro
Me quedé mirándole fijamente por unos minutos, no podía evitarlo, me parecía tan familiar.
-¿En qué puedo ayudarla bella dama?
-Una trago...... De medio alcohol.... Porfavor......
Dije devolviéndole una sonrisa y desviando la mirada al frente, ahora observando las botellas que adornaban el fondo de la barra. No sería hoy la primera vez que un hombre me viera de frente y me flaquearan las piernas, aunque eso ya me pasó con el padre, y no se porque.
-¿Le parece bien una margarita?.
Mientras hablaba tomaba diferentes cosas para preparar el trago. Yo solamente asentí mientras le daba un vistazo al bar para toparme con la realidad espantosa que ya me imaginaba, no había nada para mí en ese lugar.
-Entonces una margarita marchando
Suspire y mire al frente nuevamente, está vez para notar que hacía, se veía sexy haciendo su trabajo, tal vez por eso llamaba tanto la atención de aquellas chicas.
-Novatas......
Recline en baja voz por la estúpida actuación de ellas, si van a actuar, háganlo más creíble. Ladie la cabeza y cerré los ojos dejando a mi mano servir como sostén sobre la barra. Me había puesto a recordar los únicos momentos en los que el sexo fue algo bueno en mi vida, y en los que no tenerlo también lo fue.
-Padre.....
Susurre para mi misma
-Tengo que sacarte de mi cabeza
-Aquí tiene su margarita.
La voz del chico me saco de mis pensamientos, vi como deslizaba la copa hacia mi, y como al mis manos rozar las suyas un pequeño sobresalto se presentó, por su parte claramente
-Que disfrute.
Y así de rápido como vino se marchó, creo que no quería caer en ese juego, y eso me gustaba, me gustan los retos. Tome el trago y me di vuelta en la barra para apoyar los codos sobre la misma, cruce las piernas levantándose levemente mi vestido, y comencé a beber despacio; me gustaba tomarme mi tiempo y bueno, ver si de la nada aparecía algo de mi interés. Ya saben, como en las fantasías de las películas.
-Solo espero que no sea una perdida de tiempo
No hubo nada destacable por un buen par de minutos, lo más acercado a la diversión que buscaba era el sexy y nervioso de ojos color mar; o eso creía yo hasta que el sonido de las puertas del local siendo abiertas llamo mi atención.
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𝓔𝓵 𝓭𝓲𝓪𝓻𝓲𝓸 𝓭𝓮 𝓛𝓪𝓭𝔂 𝓕𝓸𝔁 ~ 𝓜𝓾𝓳𝓮𝓻 𝓔𝓻𝓸𝓽𝓲𝓬𝓪 ~
AcakSolté lentamente el pomo de la puerta y comencé a alejarme, me dirigía a mi habitación pasando por el extenso pasillo del monasterio. Cada paso era un gemido diferente, una mujer gritando, algún que otro grillete sonando. Siempre había atrapado a to...