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—Y yo no te detendré.—le acaricio el brazo.

Nos quedamos mirando el cielo en silencio. Su respiración estaba relajada, como si no hubiese pasado nada y realmente no pasó, siempre apoyare y querré lo mejor para ella.

— ¿Quieres comer helado? —me pregunta levantándose y sacudiendose la parte trasera de su pantalón.

Me ayuda a ponerme de pie y nos adentramos al edificio, donde habían dos puestos de helados, observamos los precios de lejos y nos decidimos con el de apariencia vintage.

Compramos dos conos, el mío de sabor a fresa y el de ella de brownie. Caminamos por un pasillo estrecho mientras hablábamos.

— ¿Conoces a Catalina? — llega Marco directamente a Jess.

—No, no se de que hablas—responde firme.

—Es que esa perra no me responde los mensajes y me sonó haber escuchado que conoce a una Jessica y supuse que eras tú.

—No lo soy.

—Espero no me estes mintiendo—la señala.

Le pongo una mano en el hombro y lo miro a los ojos.
—No la señales, es de mal gusto.

—¿Y tu que? ¿No tienes cosas mejores que hacer? —Me retira la mano de su hombro de un golpe.

—Yo no estoy buscando pelea, solo no quiero que la señales o la amenaces, todo bien.

—¿y a mi que me importa lo que me digas? —Me empuja hacia un lado y pierdo ligeramente el equilibrio— No estoy con ganas de enfrentarme con un idiota como tú.

—Déjalo—espeta Jess.

—Ay la princesa al rescate, tú quédate ahí quieta y no estorbes—dice Marco molesto.

—Te dije que no te metas con ella—bufo.

—¿O que me vas a hacer?

—Nada, porque soy una persona racional.

Me empuja con más fuerza tirándome al suelo y al momento en que veo su pie a escasos centímetros de mi rostro alguien lo hace retroceder torpemente.

Y... ¿si nos besamos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora